09-06-2021

Por qué el gas no es la solución

 

Objetivos renovables versus exceso de gas

El gas fósil en España se encuentra en un momento crítico. El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) lo muestra como un vector de ajuste necesario para el cumplimiento de los objetivos climáticos y para dar respaldo a las renovables. Sin embargo, no se concreta cuál será su papel más allá del 2030 ni en el sector eléctrico ni para los otros usos y apenas se le menciona en la Ley de Cambio Climático y Transición Energética.

En España hay una sobrecapacidad instalada de ciclo combinado (centrales de generación de energía eléctrica en las que se transforma la energía térmica del gas fósil en electricidad mediante dos ciclos consecutivos: el que corresponde a una turbina de gas convencional y el de una turbina de vapor). Según datos de Red Eléctrica Española (REE), la generación de las plantas ha caído un 72% en los últimos cinco años.

La incorporación de renovables en el mercado mayorista y el continuo ascenso de los precios de los derechos de emisión del mercado europeo (ETS EU) están expulsando al gas en la mayoría de las horas del día, lo que provocará que el lobby gasista pida más ayudas para mantener un parque totalmente excesivo para las necesidades energéticas del país.

 

energia fosil contra energia renovable

 

Pero también hay un exceso de regasificadoras (aquí se convierte el “gas natural licuado” en el mal llamado “gas natural”). Entre 2008 y 2018, las regasificadoras usaron de media un 22% de su capacidad, a pesar de que en 2019 el nivel de regasificación fue un 71% superior a la media de los cinco años anteriores. Según Enagás, la capacidad media de funcionamiento de las plantas fue inferior al 40%.

El peligro del gas para la salud de las personas

Las consecuencias del uso de gas fósil no solo se sienten en el medio ambiente, también en la salud de las personas: el 18% de las muertes anuales prematuras (8,7 millones de muertes) en el mundo se debe a las partículas generadas al quemar combustibles fósiles, según un reciente estudio de la Universidad de Harvard, la de Birmingham y el London College. En España, se estima que esta cifra alcanza las 44.600, algo más del 10% de los fallecimientos anuales de personas mayores de 14 años. La extracción y uso de combustibles fósiles genera sustancias tóxicas y peligrosas que tienen un impacto para la salud humana.

El gas fósil está asociado con la contaminación del aire por partículas. Cuando se quema gas fósil, se produce directamente muy poca materia particulada; sin embargo, las reacciones químicas entre contaminantes pueden producir contaminación por partículas en la atmósfera después de su emisión. Los contaminantes directamente asociados con el gas fósil pueden reaccionar en la atmósfera creando ozono a nivel del suelo y provocando “smog fotoquímico”, como en las boinas de contaminación de las ciudades.

También el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Coalición por el Clima y el Aire Limpio advirtió recientemente del peligro de las emisiones de metano para la salud.

El peligro del gas para el medio ambiente

La perforación y extracción de gas fósil de los pozos así como su transporte por gasoductos da como resultado la fuga de metano, componente principal del gas fósil y que tiene un potencial de calentamiento global a los 20 años. Alrededor del 60% de las emisiones mundiales de metano se deben a las actividades humanas.
Un dato: según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), el 1,4% del gas fósil extraído de los depósitos subterráneos del país se pierde en la atmósfera a través de fugas.

De dónde viene el gas

La producción de gas fósil en España es anecdótica. En el año 2020 fue de 643 GWh, lo que apenas llegó a representar un 0,2% de la demanda del país.

El gas se importa del exterior, principalmente de Argelia, Nigeria, Qatar, EEUU y Francia (2019). El gas importado puede llegar directamente en forma gaseosa, a través de gasoductos, o en forma de GNL, a través de barcos metaneros. El GNL es gas fósil que ha sido procesado para ser transportado en forma líquida y se usa para compaginar las ofertas y las demandas del gas fósil distribuido por gasoductos, reduciendo así el efecto de la estacionalidad de su consumo.

 

Porcentaje de diversificación del aprovisionamiento de gas (2018 y 2019)

 

Fuente: Enagás Descargar gráfico y/o datos

El gas en forma gaseosa se almacena en los depósitos subterráneos y como GNL en las plantas de almacenaje de alguna de las seis regasificadoras que existen en funcionamiento en el territorio español, donde se transformará a estado gaseoso para ser vertido en la red de transporte para sus diferentes usos.