01-02-2023

Mar Menor, rehén del acuífero que contaminó el regadío


Vertidos mineros, urbanismo extremo, dragado de los fondos para dar paso desde el Mediterráneo a barcos de mayor calado, ganadería intensiva y, sobre todo, un regadío primero forzado como de interés nacional y al que después se permitió crecer sin control hasta acabar convirtiéndose en la principal causa del desequilibrio de unas aguas que habían demostrado alta capacidad de resistencia a las presiones.

Pese a estar protegido por casi todas las figuras de protección que puedan aplicarse a un ecosistema (Lugar de Interés Comunitario, ecosistema incluido en la Red Natura 2000, Zona Especial de Protección de Aves, Área de Protección de Fauna
Silvestre, humedal de Importancia Internacional incluido en el Convenio Ramsar, zona especialmente protegida de Importancia para el Mediterráneo y, desde el otoño de 2022, incluso ecosistema con personalidad jurídica propia y, por tanto, sujeto de derechos), la laguna salada más importante de Europa occidental se ha visto fuertemente afectada por casi todos los impactos antrópicos capaces de poner una masa de agua en riesgo.

Pero es el efecto en el agua subterránea y el regadío donde reside la mayor parte de la explicación al punto al que ha llegado este ecosistema. Hace décadas que científicos y ecologistas venían advirtiendo de que se avecinaba lo peor por los abusos cometidos con la laguna. Han sido necesarios varios episodios de sopa verde y mortandad masiva de peces y crustáceos en las orillas, un dictamen motivado de Europa, riesgo de sanciones por incumplir la Directiva de Nitratos, y una pandemia que le ha dado a España fondos gratis para invertir en medioambiente para que se tomen medidas drásticas.

Se han presupuestado 484 millones de euros para el llamado Marco de Actuaciones Prioritarias para la Recuperación del Mar Menor, cuyo plazo de ejecución se extiende hasta 2026 y del que por el momento se han ejecutado algo menos de 40 millones, aunque desde el Ministerio de Transición Ecológica aseguran que las actuaciones puestas ya en marcha suponen el 20% del plan (97,3 millones).

Efecto y procedencia de los nitratos

La llegada masiva por diversas vías de nitratos de los fertilizantes, que no son otra cosa que abono, ha sobrealimentado el fitoplancton reproduciéndolo hasta niveles en los que no deja pasar la luz al fondo, provocando eutrofización y anoxia, matando la pradera marina y asfixiando la fauna.

Buena parte de la entrada de nitratos procede del acuífero situado bajo el Campo de Cartagena y junto al Mar Menor. Se trata de un acuífero multicapa que se llama precisamente Campo de Cartagena. La CHS lo clasifica como una unidad pero bajo el suelo se dan realidades muy diferentes. Las capas inferiores están sobreexplotadas porque los regantes perforaron cada vez más profundo hasta llegar a ellas. La capa superior, del Cuaternario, no. Esta capa está conectada por el subsuelo con el Mar Menor. La extracción masiva de agua para el riego sí la sobreexplotó hace décadas, la vació, provocando que se rellenase por infiltración con aguas hipersalinas del Mar Menor. El agua salada no es apta para riego. Para usarla hay que desalobrarla o mezclarla con otra.

Pero en el acuífero Cuaternario no hay solo agua salada del Mar Menor. Tras décadas de regadío intensivo, los abonos se fueron filtrando con el agua de riego hasta contaminar gravemente con nitratos esa capa. Desde hace años, las mediciones arrojan cifras entre las más altas de todas las aguas subterráneas de España, multiplicando por varias veces el máximo permitido. Los objetivos para 2027 que iba dando la CHS Plan de cuenca tras Plan de cuenca, en lugar de descender como prueba de encaminarse hacia los objetivos medioambientales que marca Europa, se fueron elevando. Y no poco. Pasaron de 90 mg/l en el Plan de Primer Ciclo a 200 mg/l en el de Segundo Ciclo.

El 2 de julio de 2020, la Comisión Europea envió a España un dictamen motivado por incumplir la Directiva de nitratos. Le daba tres meses para solventar las deficiencias o procedería a denunciarla ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea con posibles sanciones.

Veinte días después, la Confederación Hidrográfica del Segura declaraba el acuífero del Campo de Cartagena, conectado a través de las ramblas y por el subsuelo con el Mar Menor, en riesgo de no alcanzar los objetivos de la Unión Europea de contaminación por nitratos (un máximo de 50 miligramos por litro en 2027). Después de tantos años, se activaba al fin el plazo para disponer de un Plan de Ordenación del acuífero. En la misma reunión de la Junta de Gobierno de la CHS, se tomaron medidas cautelares para reducir la llegada de nitratos a la laguna. Medidas relacionadas con la agricultura que hasta entonces se había defendido que eran exclusivamente competencia del Gobierno autonómico, como limitar los fertilizantes en las zonas más cercanas al Mar Menor o reducir el número de ciclos de producción.

Hasta la comunicación del dictamen de Europa, los documentos iniciales de Tercer Ciclo de la CHS seguían dando como objetivo en el acuífero Cuaternario 200 mg /l de nitratos en 2027. Tras la comunicación y las medidas cautelares se pasó a fijar como objetivo 150 mg/l.

Los cinco caminos de los nitratos hacia el Mar Menor

Primera vía: agua superficial

A la laguna le han llegado nitratos de los abonos de forma superficial, por escorrentía, máxime cuando las lluvias torrenciales recurrentes en la zona cogen los campos recién abonados, preparados para uno de los ciclos de plantación. Pero incluso sin lluvias la propia agua de riego circula hacia la laguna favorecida por campos que fueron abandonando la estructura tradicional en terrazas, pensada precisamente para retener el agua, y fueron sembrados a favor de pendiente para que el agua no quedase retenida y pudriese las raíces.

Segunda vía: la conexión subterránea entre acuífero y Mar Menor

Los nitratos que ya están en el acuífero llegan al Mar Menor a través del subsuelo, donde tienen conexión con la laguna. Según los documentos de preparación del plan de tercer ciclo del Segura, “el Mar Menor recibe de forma directa 8,5 hm3/año del acuífero con una concentración media de nitratos de 204 mg por litro”. Diferentes voces del ámbito científico consideran que ese dato se queda corto o que, al menos, debería completarse el estudio del que se obtuvo con otros que muestren la variabilidad en el tiempo de la entrada de nitratos por el subsuelo.

Tercera vía: los vertidos de las desaladoras, el ‘caso Topillo’

Cuando la sequía de mediados de los noventa dejó el agua enviada desde el Trasvase Tajo-Segura en mínimos, ya había varios acuíferos sobreexplotados en la cuenca, aunque no se hubiera hecho la declaración definitiva. El acuífero Cuaternario, sin embargo, estaba ya a rebosar.

La Confederación Hidrográfica del Segura buscó una fórmula legal para permitir a los regantes sacar agua del Cuaternario, incluso aquellos cuyos pozos eran ilegales. Pero el agua de ese acuífero era demasiado salina por la infiltración del Mar Menor. No servía para el riego directamente. Se permitió instalar desaladoras privadas en las explotaciones que lograsen que el agua fuese apta para riego y se consideró que los pozos ilegales eran pozos de sequía, temporales, aunque se usasen antes y se siguieran usando cuando la sequía terminó.

El problema, conocido ya entonces, es que el proceso de ósmosis inversa que desala el agua genera un vertido de salmuera en la que se concentran los nitratos que se acumulaban en el acuífero por los abonos del regadío. Era una bomba de relojería. Ese vertido se envió al Mar Menor a través de una canalización de la propia CHS, conocida como salmueroducto, o se introdujo de vuelta al acuífero incrementando su contaminación.

Las plantas desaladoras, que requieren importantes inversiones, se autorizaron solo de forma temporal pero, ante un cambio legal que obligó a autorizar también los vertidos, la Confederación optó por quitarse de en medio. Ni renovar las autorizaciones ni controlar a los regantes. El primer expediente sancionador por desalar agua subterránea del Cuaternario sin autorización no llegó hasta 2014, dos años después de un cambio en la presidencia de la CHS y especialmente de la persona responsable de la Comisaría de Aguas. Dos décadas se había dejado que el problema se extendiese.

Hubo un intento de regularizar el enjambre de plantas bajo el suelo del Campo de Cartagena, pero estas se contaban ya por cientos. No ha sido hasta el llamado caso Topillo, fruto de la investigación del fiscal de Medio Ambiente José Luis Díaz Manzanera y la instrucción posterior del juez Ángel Garrote, cuando se empezó a conocer la magnitud de instalaciones, canales y máquinas que plagaban el subsuelo del Campo de Cartagena.

Casi 40 empresas y particulares han sido imputados y están a la espera de apertura de sendos juicios orales (la Audiencia Provincial de Murcia ha decidido dividir la causa) acusados de haber vertido al Mar Menor, las ramblas o el subsuelo 5.900 millones de litros de salmuera con nitratos entre 2012 y 2017. El auto de procedimiento abreviado, paso previo a la apertura de juicio oral, imputó al exconsejero de Agricultura, Agua y Medio Ambiente de la Comunidad, Antonio Cerdá; la expresidenta de la CHS Rosario Quesada, y al ex comisario de Aguas de la CHS Manuel Aldeguer por un presunto delito de prevaricación ambiental por no realizar los controles necesarios que evitasen el daño.

En la CHS comentan que, después de las diferentes operaciones desde el organismo de cuenca y con la colaboración del Seprona, el problema de las desaladoras ya no está entre los principales problemas del Mar Menor, aunque se siguen buscando.

Cuarta vía: el agua del acuífero que rebosa en las ramblas

A todas estas acciones se suma que, aunque se eliminase por completo el regadío del Campo de Cartagena mañana, el acuífero Cuaternario seguiría durante décadas contaminado y contaminando el Mar Menor. El nivel freático del Cuaternario está tan alto, la capa está tan llena de agua, que rebosa directamente en superficie por las ramblas, antes secas, y sus aguas altamente contaminadas circulan como un río desembocando directamente en el Mar Menor. “Las ramblas actúan en sus tramos finales como drenes del acuífero, recogiendo las aguas freáticas que incorporan parte de los retornos de riego y que se ven canalizados a través de los propios cauces hasta el Mar Menor”, explica la CHS.

La rambla del Albujón, unos metros antes de su desembocadura en el Mar Menor. Imagen tomada en septiembre de 2022

La rambla del Albujón, antes de su desembocadura en el Mar Menor, en septiembre de 2022 / Autor: DATADISTA

Quinta vía: los purines de la ganadería

Con la laguna desequilibrándose lentamente durante décadas por la agricultura, décadas de ecologistas y científicos advirtiendo de lo que estaba por venir y de señales de alerta tan claras como la proliferación de medusas en el Mar Menor, aún se permitió que se extendiera una nueva fuente de nitratos. Aunque “la agricultura es la principal fuente de contaminación”, explican los documentos de la CHS, “también afecta la ganadería de porcino, con 446 explotaciones y un censo de 786.864 cabezas que aportan 5.800 toneladas de nitrógeno al año procedente de los purines”.

El Plan Hidrológico 2015/2021 contemplaba 100 medidas para mejorar el Mar Menor de las que 56 se consideraban prioritarias. Solo 7 han sido finalizadas, 10 están en ejecución y el resto no se han iniciado. Además la mayoría se centraban en “reducir los vertidos urbanos o escorrentías de tormenta” cuando “la actual prioridad debería ser conseguir reducir la contaminación difusa por nutrientes de origen agrario”, reconoció la CHS en los documentos de preparación del plan de tercer ciclo.

El Colector

Para el proyecto de Plan 2021/2027, ahora ya aprobado, la CHS propuso la “extracción directa de las aguas subterráneas para el drenaje del acuífero con el fin de reducir la llegada de nutrientes al Mar Menor”, es decir, sacar agua del acuífero para bajar el nivel freático y que al menos deje de rebosar en superficie y entrar masivamente al Mar Menor.

Este plan es cualquier cosa menos nuevo aunque actualmente se contempla una versión muy reducida del mismo, huyendo del plan original de los años noventa, que acabó convirtiéndose en un aliado del desastre. Cuando se empezaron a autorizar temporalmente las desaladoras privadas, se recomendó desde la CHS que se utilizase para los vertidos un canal de construcción pública, el salmueroducto. En realidad aquel canal se había construido para recoger los retornos de riego de los campos y evitar que llegasen al Mar Menor. Sus aguas con nitratos debían llegar a una gran planta desalobradora situada en El Mojón que desnitrificaría el agua y enviaría lo sobrante por una tubería al Mar Mediterráneo. El salmueroducto se usó para verter la salmuera y la falta de mantenimiento provocó roturas que vertían sobre el terreno el avecrem de nitratos cuando no los encaminaban directamente al Mar Menor.

El episodio de ‘sopa verde’ en la primavera de 2016 hizo que en un mes la Dirección General del agua diera orden a la CHS de cegar la red pública de salmueroductos. Tuvieron que mandar efectivos de los antidisturbios para proceder al sellado dada la actitud violenta de los regantes, que veían que les cortaban de raíz una fórmula de riego admitida durante décadas.

En marzo de 2019, el Ministerio de Transición Ecológica hizo público el Análisis de soluciones para el Vertido Cero al Mar Menor proveniente del Campo de Cartagena, que planeaba inversiones superiores a los 600 millones de euros, entre las que destacaba la extracción de en torno a 12 hm3 al año de aguas del acuífero Cuaternario para bajar sus niveles, su canalización a través de un colector hasta una planta para desnitrificarlas, la del Mojón, la entrega del agua apta para riego a los regantes y el envío de la salmuera, ya desnitrificada, al Mediterráneo. Los regantes aplaudieron la vuelta de los planes del colector y mucho más la posibilidad de recibir agua para riego sacada del Cuaternario ya desalobrada por una planta pública.

Todo cambió unos meses después. El 24 de octubre de 2019, 12 días después del episodio de anoxia que llenó por primera vez de peces y crustáceos agonizantes las orillas de la playa de Villananitos, el Ministerio de Transición Ecológica presentó una hoja de ruta de medidas urgentes para la recuperación del Mar Menor dentro de la comisión de seguimiento del Plan Vertido Cero, en la que también está representado el Gobierno de la Región de Murcia. De la hoja de ruta desapareció el colector, la planta y la tubería al Mediterráneo. Los regantes pusieron el grito en el cielo.

En la misma reunión, la CHS comunicaba oficialmente por primera vez que habían estimado mediante teledetección que había en torno a 9.000 hectáreas en riego ilegales. La cifra se acercaba mucho a la que habían calculado la asociación ANSE y WWF hacía tiempo.

Lo que está previsto ahora es la creación de cinturones verdes que tendrán la misión de desnitrificar el agua, tanto la superficial que llegue por la rambla y como sacándola del acuífero, pero en una cantidad muy inferior a la prevista en el Plan Vertido Cero y que no excederá los 5 hm3/año.

De la regularización a ‘descubrir’ el regadío ilegal

La del Campo de Cartagena es una historia de legalización recurrente de regadío ilegal que fue complicando la vida al Mar Menor, lo mismo que en Castilla-La Mancha, en el entorno de las Tablas de Daimiel, o en Andalucía junto a Doñana.

Hasta el Plan Hidrológico 2009-2015, para regularizar una concesión de agua era necesario acreditar la existencia del aprovechamiento antes del 1 de enero de 1986. El problema era enorme porque había decenas de miles de hectáreas en el Campo de Cartagena que se habían puesto en riego después de esa fecha y a las que se había permitido abrir pozos y extraer agua durante años. En aquel Plan Hidrológico se incluyó la figura del “regadío consolidado”. No era legal pero como los expedientes habían estado sin resolver durante años y años lo consideraron regularizable.

¿Se cortaron las extracciones? No. Se fueron dando concesiones de aguas de las desaladoras y regularizando a medida que había recurso.

Hasta que, justo tras el episodio de mortandad de peces de 2019, cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo, la CHS reconoció miles de hectáreas aún fuera de ordenación a pesar de los procedimientos de regularización. El regadío había seguido extendiéndose en vista del efecto de los hechos consumados.

Las distintas administraciones han seguido echándose la culpa de que se tarde en actuar frente al regadío ilegal incluso una vez reconocida su existencia. La dispersión de competencias hace que sea una administración la que detecta el riego ilegal, otra la que debe revertir el suelo a secano y de nuevo la primera la que debe ocuparse de cerrar el grifo, lo que facilita que entre unas y otras se tarde en poner coto al problema.

La CHS aprende a cerrar el grifo

El regadío ilegal no solo cogía agua subterránea que no le correspondía sino que contribuía a la contaminación de las aguas subterráneas. La CHS parece haber aprendido a cerrar el grifo a los ilegales. Así lo ha hecho ya en más de 7.000 hectáreas. Los expedientes sancionadores de 5.000 hectáreas han sido ya remitidos al Gobierno de la Región de Murcia pero el desmantelamiento de las infraestructuras de riego para hacer definitivo a futuro la eliminación y la restitución del terreno, de competencia autonómica, no llegaba en otoño pasado aún a las 1.000 hectáreas.

Según Pedro García, director de ANSE, “el cambio es significativo en la zona sur del Mar Menor. Hay zonas donde en 2022 se cultivó cebada por primera vez después de 30 años o girasol, que no había experiencia en siembra de girasol” en la zona. También “empiezan a verse los primeros setos en bastantes sitios”.

También señala las “cerca de 5.000 hectáreas de cultivos menos de regadío” por el cierre del suministro a los ilegales pero añade: “Para que eso sea creíble a futuro habría que desmantelar los sistemas de riego. Si no toda la red de tuberías sí los embalses, algo que debería hacer la comunidad autónoma”. E insiste en que lo avanzado “no es suficiente. Las medidas más eficaces aún no se han tomado. Las de restauración o las de reducción de impactos en caso de lluvias torrenciales están aún por ejecutar”.

Fotografía de portada: Campo situado junto al Mar Menor en la población de Los Nietos (Cartagena) con restos de abono orgánico que ha sido lavado por las lluvias torrenciales que afectaron al Campo de Cartagena en septiembre de 2022/ DATADISTA

contaminación del agua , Mar Menor , robo de agua