Entrada de blog por Nanqui Soto - 07-05-2018


La responsabilidad Corporativa en BBVA: donde dije digo, digo Diego

En febrero de 2018, hace apenas unos meses, el BBV hizo pública una nueva estrategia de cambio climático y desarrollo sostenible. En su “Compromiso 2025”, la entidad bancaria se fijó el objetivo de alinear su actividad con el escenario de calentamiento global y contribuir a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. El BBVA defiende el cumplimiento del Acuerdo de París y trabajará para no superar los 2º C de incremento de la temperatura media del planeta. Y no sólo eso. Esta entidad bancaria ha establecido normas sectoriales para la diligencia ambiental y social, normas entre las que destacan la prohibición de financiar la exploración y producción de arenas bituminosas.

Sin embargo, hasta la fecha no han prohibido explícitamente la financiación de proyectos de oleoductos de arenas bituminosas, infraestructuras críticas fundamentales y necesarias para la expansión del sector de las arenas bituminosas en Alberta (Canadá).

Las arenas bituminosas, tar sands en inglés, es una especie de alquitrán en cuyo tratamiento de extracción y filtrado se consume enormes cantidades de agua dulce y genera grandes cantidades de residuos tóxicos líquidos y sólidos, que se almacenan frecuentemente de manera inadecuada. Lo que se obtiene al terminar el proceso es un petróleo extra pesado, de peor calidad y más difícil y peligroso de transportar, que emite más sustancias contaminantes y genera más residuos en las refinerías que el petróleo convencional. Teniendo en cuenta todas las fases del proceso, las emisiones de gases de efecto invernadero en todo su ciclo de vida se estiman un 23% superiores a las del petróleo convencional.

La extracción, procesamiento y transporte de estas arenas bituminosas tiene unos enormes impactos ambientales. Su explotación se realiza principalmente mediante minería a cielo abierto, es decir mediante la deforestación de los bosques boreales. Por cierto, la nueva política de responsabilidad corporativa del BBVA también prohíbe expresamente la financiación de proyectos que utilicen estos métodos de extracción mineros.

La provincia canadiense de Alberta alberga las mayores reservas de petróleo de arenas bituminosas del mundo. Para evacuar y expandir la explotación de este petróleo extrapesado la industria necesita construir oleoductos. Y estas infraestructuras atraviesan territorios Indígenas. El Gobierno canadiense está obligado a realizar una consulta para obtener el permiso libre e informado de estas tribus, pero no lo ha hecho de manera correcta. 150 pueblos indígenas han firmado una Alianza contra la expansión de las arenas bituminosas (Treaty Alliance against Tar Sands Expansion)

Volviendo al BBVA, según su nueva política corporativa, tampoco podría financiar proyectos sin el consentimiento previo, libre e informado de los pueblos indígenas afectados. Sin embargo, a pesar de decir que no financiarán la producción ni la expansión de arenas bituminosas, el BBVA no ha hecho ningún comentario sobre la exclusión de oleoductos polémicos. Continúan financiando a empresas filiales de la empresa matriz Kinder Morgan, a través de su filial estadounidense BBVA Compass. Deben comprometerse a no extender ninguna financiación que pueda apoyar directa o indirectamente la construcción de estos oleoductos.

Además, a pesar de la polémica mundial en torno a esta energía sucia, BBVA Compass también continúa financiando a la empresa Energy Transfer Partners, la compañía que está detrás del oleoducto de Dakota, así como también con préstamo directos para proyectos asociados con este polémico gaseoducto.

El pasado mes de abril, Greenpeace USA y Waterkeeper Alliance publicaron un informe que detalla el historial de incidentes de la empresa Energy Transfer Partners (ETP) y sus subsidiarias, tanto durante la construcción de los oleoductos como en la ya existente red de oleoductos. El informe revela que desde 2002 hasta fines de 2017, ETP, Sunoco y sus subsidiarias informaron a la administración federal de 527 incidentes en sus tuberías de líquidos peligrosos, con un promedio de un incidente cada once días en sus instalaciones. Estos derrames liberaron un total de 87,273 barriles de líquidos peligrosos, incluyendo 66,515 barriles de petróleo crudo. Se informó que 67 de los incidentes con líquidos peligrosos tenían agua contaminada, de los cuales 18 incidentes contaminaron los acuíferos subterráneos.

En febrero el BBVA anunció una movilización de 100.000 millones de euros, de aquí a 2025, en financiación verde, infraestructuras sostenibles, emprendimiento social e inclusión financiera. El banco se comprometió a trabajar para mitigar los riesgos ambientales y sociales, minimizando los impactos directos e indirectos potencialmente negativos.

Todo lo que promete el BBVA suena bien. Pero ahora toca tomar decisiones. La primera decisión debería ser anunciar públicamente que no financiará, directa o indirectamente, a través de préstamos corporativos o de proyectos generales, ningún proyecto de infraestructura de arenas bituminosas, incluidos ninguno de los oleoductos proyectados actualmente para evacuar las arenas bituminosas. También, debe hacer público el compromiso de no financiar en el futuro ningún proyecto de oleoducto polémico que amenace los derechos de los indígenas, el medio ambiente o el clima, así como dar por concluida su relación financiera con ETP. Los principales bancos como BNP Paribas y HSBC ya han hecho nuevos compromisos en torno a estos oleoductos. Es el momento de que el BBVA haga lo mismo.

Nanqui Soto - autor del blog.
Nanqui Soto
Licenciado en Biología por la Universidad Complutense de Madrid, Postgrado en Ordenación del Territorio por la Universidad Politécnica de Valencia y Diplomado en Educación Ambiental por la UNED. Responsable de las campañas de Bosques y Empresas y DDHH en Greenpeace España. Twitter: @NanquiSoto
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