Solo hicieron una protesta pacífica en una mina de carbón, pero estuvieron seis días detenidos. Ha ocurrido en Eslovaquia, donde los 12 activistas que participaron el pasado 28 de noviembre en una acción de Greenpeace han estado en prisión hasta hoy.

Los activistas se habían encaramado a la torre minera de la empresa HornaUpper Nitra Mines para denunciar que la minería y la quema de carbón son uno de los principales impulsores del cambio climático y la contaminación local, según sostiene la propia ONU en su último informe del IPCC.

A pesar de ello han sido acusados ​​penalmente de amenazar las «operaciones de una instalación de interés público», lo que podría haber llevado a una sentencia de prisión de 1 a 5 años. Unos cargos arbitrarios, ya que los activistas no pusieron en peligro ni las operaciones ni la seguridad de los mineros y cooperaron con las autoridades en el lugar.

Por fortuna, tras las numerosas muestras de apoyo dentro de Eslovaquia y la presión internacional, el fiscal les ha puesto en libertad, aunque no les han quitado los cargos.

Los 12 activistas han estado seis días en prisión por advertir valientemente al mundo sobre una empresa de carbón cómplice de dañar nuestra salud, el medio ambiente y alimentar el cambio climático. Presentar cargos penales contra manifestantes no violentos que actúan en representación de muchas personas es totalmente irrazonable y cuestiona el derecho a protestar pacíficamente en una democracia. La verdadera amenaza es ceder ante los intereses de la industria del carbón.

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