Entrada de blog por Greenpeace España - 15-01-2018


Sobrevivir al carbón: un futuro menos negro para el valle de Laciana

Greenpeace me invita a Estrasburgo porque se votará en plenario la posición del Parlamento sobre la directiva de Renovables y también se presentará el informe sobre Mujeres, Igualdad de Género y Justicia Climática. Toda una oportunidad para conocer y dar a conocer mis experiencias como mujer nacida en un valle minero de carbón leonés que ha pasado de ser una de las zonas más ricas del país a la zona con más parados de España en los últimos años.

Soy del valle de Laciana, al noroeste de la provincia de León. Una comarca frondosa, bella, con una fauna y flora impresionante donde las minas de carbón fueron el motor económico principal durante décadas.

Allá por los 80 la población se multiplicó rápidamente ante la llegada de gentes de otras partes de España, de Portugal y hasta de Cabo Verde a trabajar en la próspera compañía minera M.S.P para extraer carbón. Todo el mundo tenía trabajo y prosperidad. ¿Todo el mundo? Sí, todo el mundo del género masculino.

Para las mujeres estaba reservado el papel de formar familias, tener hijos y casarte con un minero. Si decidías trabajar fuera de casa tenias pocas posibilidades. Podías ser limpiadora, camarera y poco más. Nadie se preocupaba por tus necesidades, eso estaba reservado única y exclusivamente para el mundo masculino y minero.

Pero, paradójicamente, Laciana está llena de mujeres fuertes y luchadoras. Mujeres que luchábamos una batalla que no era la nuestra, que salíamos a la calle en cada lucha minera y soportábamos heroicamente todas las desgracias que la mina ofrecía, que no eran pocas.

Ya en los noventa, cuando empezaron los problemas serios de huelgas, encierros, marchas mineras a Madrid, manifestaciones, enfrentamientos con  los antidisturbios, ahí estábamos nosotras fervientes defensoras de nuestro pan, nuestro futuro y nuestros puestos de trabajo. Un espejismo en el que no teníamos ni voz ni voto pero sí mucha fuerza con nuestra presencia. Había que defender nuestro sustento familiar.

Cuando pasaron los años gloriosos de la mina dejando un reguero de despilfarro, alcoholismo, drogodependencia, desesperación, despoblación, etc., dijeron que el carbón se acababa y llegaron las prejubilaciones y el sálvese quien pueda.

Había que reindustrializar la zona para progresivamente dejar las minas y encontrar alternativas. Había dinero de Europa y del estado español para ello, pero no llegó, se perdió o quizás se utilizó para otra cosa, porque nadie pensó en alternativas, el carbón sería eterno, y con él, el estilo de vida.

Ya estaban las minas de explotación a cielo abierto (ilegales) y con ellas, la destrucción del hábitat, la contaminación de las aguas, el caciquismo, el paro masculino (el femenino nunca importó), los conflictos sociales y una larga lista de desgracias y conflictos entre los habitantes que tan unidos habían estado en tiempos de abundancia. Abundancia que se esfumó dejando un valle destrozado ecológica, social y económicamente.

Los últimos años han sido realmente duros. Años donde afortunadamente ha habido personas de la zona que teníamos claro que no queríamos minería a cielo abierto sin permisos medio ambientales de los organismos correspondientes (por lo tanto ilegales).  

El empresario, apoyado por responsables políticos y parte de la población, campaba a sus anchas apurando el tiempo de extracción que le quedaba ante el fin del carbón y el valle se llenó de unas monstruosas máquinas que destrozaban montañas y que tras las brutales explosiones sacaban unos 10.000kg de carbón y tierra de cada palada. Una locura de destrucción y contaminación.

Llegaron chantajes, miedo, amenazas, agresiones. Hasta los animales sufrieron las consecuencias con muertes y desapariciones. Un horror inexplicable.

Afortunadamente hubo gente que se unió y luchó para poner fin a este desastre. El problema se conoció de montañas para fuera y llegaron luchadores y luchadoras de toda España que hicieron suya nuestra causa e hicieron un trabajo impagable.

Y ahora, en 2018, estamos sin minas a cielo abierto en el Valle de Laciana y, después de que aproximadamente el 60% de la población se haya ido, vivimos en una tranquila paz recuperando la confianza en nosotros mismos.

No olvidemos que Villablino es el pueblo con más parados de toda España y desgraciadamente para esto si que contamos las mujeres. Aunque para nosotras no es nada nuevo, siempre formamos parte de la lista de paradas de este país.

Después de haber vivido todo esto durante años me atrevo a decir en voz alta y sin miedo que no quiero mas carbón, ni muchísimo menos las minas a cielo abierto. Aquí ya se ha vivido todo lo vivible con el carbón y el final fue más negro que él mismo.

Laciana tiene los siguientes títulos: Reserva de la biosfera, Red Natura 2000, Lugar de interés comunitario, Zona ZEPA especial de protección de aves, Espacio Natural Alto Sil… Además está dentro de zona de recuperación de Oso Pardo y Urogallo.

Un  lugar increíble en el que ahora da gusto vivir a pesar de la precariedad económica. Y aunque se ha hecho un daño irreparable y se ha cometido un atentado ecológico brutal, también hay zonas que se recuperan poco a poco. Prueba de ello es la creciente población de oso pardo y otros animales salvajes que viven en un hábitat ahora sin explosiones y destrucción.

Queda mucho por hacer tras los gravísimos daños a todos los niveles que el carbón ha dejado en esta zona, pero hay que mirar al futuro con esperanza y centrarse cada día en poner un granito de arena para crear una Laciana nueva, con energías menos dañinas, menos machistas y corruptas donde haya más igualdad y seamos capaces de volver a estar tan unidos como hace años pero esta vez para valorar, defender, cuidar y saber enseñar nuestro increíble entorno natural.

Todo un sueño.

 

Eloina Camiña Pardo

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