El próximo domingo Greenpeace, como parte integrante de la Coordinadora Estatal Stop Ganadería Industrial, se unirá a la Fiesta de la Trashumancia para reclamar la urgente necesidad de poner fin a las macrogranjas en España y apoyar una ganadería verdaderamente sostenible y de pequeña escala, socialmente justa y que permita un mundo rural vivo.

Las macrogranjas provocan un elevado deterioro ambiental en los territorios, y contribuyen al cambio climático, al cambio de usos del suelo, a la deforestación y pérdida de biodiversidad, al agotamiento de los recursos de agua dulce y la contaminación de los ecosistemas acuáticos y terrestres a través de la escorrentía de nitrógeno y fósforo de la aplicación de fertilizantes y estiércol y la inmensa emisión de amoníaco a la atmósfera.

A pesar de todo ello, el boom de macrogranjas en España no tiene paragón. Los proyectos de nuevas macrogranjas y ampliación de las existentes emergen como setas en el otoño. Algunos son faraónicos,l como la granja de las 23.520 vacas que pretenden construir en Noviercas, Soria. ¡Tenemos muchas razones para oponernos a la macrogranjas!

© Elsa Palito / Greenpeace

Felizmente, asociado a este boom que está haciendo que en España haya cada vez menos granjas pero más y más grandes (ya hay más cerdos en España que personas), surgen movimientos vecinales por todo el territorio allá donde hay un nuevo proyecto de macrogranja. Están siendo muy exitosos porque, sencillamente, las personas quieren otro modelo de desarrollo, un modelo verdaderamente sostenible y, sobretodo, duradero. Este boom responde al incremento de la demanda externa, pero, cuando baje o termine (sabemos que no podemos consumir tanta carne ni otros derivados animales, por la salud planetaria y la nuestra), la burbuja explotará y aquí nos habremos quedado con el dinero pero también con todos los daños ambientales y sociales. Como decía Einstein, “una persona inteligente resuelve un problema, un sabio lo evita”.

Pese a que en España tenemos uno de los consumos más elevados de carne de Europa (más de 90 kilos por persona y año según los últimos datos de la FAO), este está bajando paulatinamente, con extraordinarios beneficios para el medio ambiente y para nuestra salud. En 2017 el consumo de carne en España se redujo un 5% respecto a 2016 y eso significó un ahorro de la emisión de casi 2 millones de toneladas de CO2. ¡Casi tanto como emite la central térmica de Meirama, en A Coruña, al año! Y eso que no es de las más pequeñas.

Pero tenemos que seguir reduciendo, y mucho, el consumo de carne y otros derivados animales, porque una alimentación sana para las personas y el planeta, como la tradicionalmente mediterránea, es una alimentación donde predominan los alimentos de origen vegetal y tiene pocas carnes y otros derivados animales. Así, si conseguimos esta reducción y decidimos seguir consumiendo alimentos de origen animal, estos pueden provenir de una ganadería de pequeña escala, extensiva, ecológica y local que preserva modelos tan importantes como la ganadería trashumante que se enfrenta a la desaparición debido al incremento de la ganadería industrial y que tiene enormes beneficios ambientales y sociales. Si dejamos de comer tanta carne barata podremos comer carne de calidad, porque menos es más. Más salud, mejor clima, más y mejor agua, más biodiversidad, más tierras disponibles…

Así que desde Greenpeace te invitamos a que te sumes a la Fiesta de la Trashumancia y que además muestres tu rechazo ante la ganadería industrial y las macrogranjas firmando nuestra petición. ¡Te esperamos!

¡Actúa!

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