La dieta es sin duda una de las mejores herramientas, y al alcance de todas las personas, que tenemos para contribuir positivamente a salvar el planeta y a mejorar nuestra salud. ¡Pásate a la alimentación sostenible!

#1
Come alimentos de verdad

Evita en lo posible los productos elaborados y precocinados (si tiene ingredientes impronunciables, pregúntate si son alimentos de verdad).

#2
No desperdicies alimentos

Más del 30% de los alimentos producidos en el mundo terminan en la basura. Con lo que se tira se podría alimentar a toda la población de la Tierra actualmente y la que se espera que seamos en 2050.

#3
Consume productos ecológicos

Respetan el medio ambiente y tu salud, ya que se cultivan sin plaguicidas, fertilizantes artificiales ni transgénicos. Los métodos de producción agrícola y ganadera provocan menos emisiones de gases de efecto invernadero, incrementan la agrodiversidad, la fertilidad de la tierra y son la única forma de garantizar un medio rural vivo y la soberanía alimentaria. Puedes apuntarte a un grupo de consumo, comprar en tiendas especializadas o directamente a los productores en los mercadillos que proliferan por toda la geografía española. La mayoría de los productos ecológicos están identificados con un sello inconfundible, pero las relaciones de confianza con los agricultores y agricultoras son otra forma de certificación.

#4
Adquiere productos locales

Uno de los grandes causantes de la emisión de dióxido de carbono y otros gases nocivos es el transporte. Y una de las cosas que más compras es comida. Por tanto, si intentas que tu comida sea local, evitarás producir una cantidad ingente de dióxido de carbono, y así ayudarás a frenar todas las cosas negativas que acarrea. Y no es solo una cuestión de emisiones, ¡es que además los alimentos saben mejor! Al reducir su tiempo de transporte, están más frescos, han soportado menos frío y conservan más nutrientes. Una tercera ventaja: estarás apoyando a la economía local y al desarrollo de tu región.

#5
Menos y mejor carne

Come sobre todo alimentos de origen vegetal. Además de ser bueno para tu salud, también lo es para la salud del planeta. La ganadería es la responsable de la emisión del 14,5% de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) y en particular la ganadería industrial es la responsable de la pérdida de biodiversidad en ecosistemas críticos como por ejemplo la Amazonia, de un elevado consumo de agua y de la contaminación de los acuíferos, de un consumo exagerado de antibióticos, de la destrucción del modo de vida rural y además no cuida el bienestar animal. Procura que la carne y otros derivados animales que consumas provengan de la ganadería extensiva, ecológica y local.

¿Quieres empezar ya? Mira estos 30 platos diferentes para no echar de menos la carne.

#6
Únete a un grupo de consumo

Los grupos de consumo facilitan la relación entre las personas que se dedican a la agricultura y las consumidoras, proporcionando productos locales, de temporada, y ecológicos directamente de las primeras a las segundas. De esta manera, el incremento en el coste de producción es compensado con la eliminación de intermediarios. Es imposible listar todos los grupos de consumo que existen, pero una rápida búsqueda en Google te ayudará a saber por dónde empezar. Su funcionamiento y forma de distribución varía en cada una de ellas, aunque generalmente suele consistir en una entrega semanal en un punto de recogida.

#7
Opta por productos de temporada

La naturaleza es sabia y nos da en cada estación lo que nuestro cuerpo necesita. Fuera de temporada, los productos de la huerta se conservan en neveras gigantes durante semanas o meses. Tanto frío supone generar unas cuantas toneladas de CO2, y además les hace perder el sabor.

#8
Rechaza los transgénicos

Generalmente desconocemos lo que hay detrás de un producto que hemos elegido consumir. Puede incluso que lo hayamos comprado por sus características saludables y que, sin embargo, provenga de un cultivo transgénico. Para garantizar una cadena alimentaria libre de transgénicos y de sus derivados, debemos seguir rechazando su empleo. Si compras sin darte cuenta un producto cuya etiqueta indica que contiene transgénicos (“modificado genéticamente”), devuélvelo.