España y sus humedales se secan, y lejos de cuidar el poco agua que nos queda, las administraciones están permitiendo y alentando que unos pocos hagan negocio con ella. 

¿Cuál es el problema?

Vivimos en un país lleno de vida y con una amplia biodiversidad. Y el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel era uno de los grandes ejemplos de esa vida única. Pero tras décadas de abuso de las aguas subterráneas y de los ríos de los que bebía el parque, sus humedales se han secado.

La mayor parte de las lagunas de las Tablas ya no tienen agua, y la única zona inundada que queda sobrevive a base de parches artificiales: trasvases y bombeos de pozos que no solucionan el problema, sino que lo convierten en crónico. 

¿A dónde se está yendo el agua?

Se estima que casi el 80% del agua consumida en España va a parar a regadíos intensivos, que están en gran medida en manos de grandes empresas. Y el caso de las Tablas de Daimiel no es una excepción. Han ido convirtiendo los tradicionales cultivos de secano de la zona en regadíos descontrolados, y para alimentar esa expansión, han ido vaciando el acuífero que alimentaba al parque y los ríos cercanos. Durante décadas, se ha permitido extraer millones de litros de agua para regar olivos, maíz, trigo y viñas. Y el Parque ha pagado las consecuencias. 

Los Ojos del Guadiana, hace años un oasis donde nacía el río Guadiana, llevan años completamente secos, ocupados ya por campos de trigo. El mismo río que nacía aquí nace ahora a kilómetros de distancia, y las Tablas de Daimiel es ahora un parque artificial, ya que la poca vida que le queda se mantiene con tuberías y grifos. Y no es un caso único. El Parque Nacional de Doñana sigue el mismo camino, y otros grandes humedales de nuestro país ya se han secado para ceder su agua a regadíos intensivos industriales.

¿Qué podemos hacer?

Las administraciones están permitiendo que la agroindustria y sus grandes corporaciones dejen sin agua a ecosistemas enteros, a agricultores y ganaderos que sí hacen bien las cosas y a cada vez más ciudades y pueblos. En su mano está pararlo. 

Por eso, demandamos de ellos que:

• Localicen y cierren los cientos de miles de pozos ilegales que existen por toda España.
• Prohíban las nuevas concesiones que aumenten la presión sobre el agua.
• Establezca un objetivo de reducción del regadío para 2030.

El agua es un derecho, y sin agua no hay vida. Alza la voz y salvemos el agua. ¡Firma la petición!

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