La pobreza energética no solo afecta en invierno. Millones de personas están sufriendo las consecuencias del cambio climático en sus casas con temperaturas que llegan a alcanzar los 45ºC en algunas zonas de sus casas.

Nuestras viviendas, que deberían ser nuestro primer y más importante refugio en un clima cada vez más cálido, se convierten en hornos permanentes en verano, lo que genera aún más desigualdad y pone en riesgo la salud de los más vulnerables, debido al mal aislamiento de las casas.

Esto nos obliga a elegir entre afrontar elevadas facturas eléctricas para intentar enfriarlas, con las consiguientes emisiones asociadas para el planeta, o a sufrir día y noche el insoportable calor de nuestras casas convertidas en hornos.

En España, las familias que no pueden mantener una temperatura adecuada en su vivienda durante los meses de verano son casi el doble que en invierno, un 33,6 % frente a un 17,6 %, dato que asciende al 53,3 % en el caso de las familias ya vulnerables, y además el 77% de estas vive en régimen de alquiler.

Por eso exigimos:

• En lo inmediato: garantizar a las personas que más lo necesitan el acceso a servicios básicos energéticos, con medidas como el bono social, tarifas sociales o la prohibición de cortes de suministro por impago.
• En el medio y largo plazo: fomentar una vivienda digna, garantizando el acceso a viviendas sostenibles para las personas y el planeta. Con una rehabilitación masiva de hogares para garantizar que todas las casas cuenten con condiciones dignas frente al frío y calor.