Viajan al espacio por placer, se compran islas enteras, contaminan con sus jets y sus yates, cierran ciudades para sus eventos, promueven leyes que les favorecen, gobiernos autoritarios y, mientras llevan sus fortunas a paraísos fiscales, con sus motosierras recortan derechos de la ciudadanía. Esto es lo que hacen Elon Musk, Jeff Bezos, Donald Trump y el resto de sus amigos superricos. Y todo esto mientras hay personas que no pueden cubrir sus necesidades básicas y los costes de la crisis climática se nos disparan.

El vínculo entre la desigualdad extrema y la destrucción ambiental es más clamoroso que nunca y amenaza nuestra democracia y nuestro planeta. La riqueza de los ultrarricos se ha duplicado desde la COVID, mientras la mitad de la población mundial vive por debajo del umbral de la pobreza y mientras que a ti te cuesta llegar a fin de mes y apenas puedes permitirte alquilar un piso.

Por si fuera poco, en un solo año, sus jets privados emitieron tanto CO₂ como una persona en 300 años, y sus yates, lo equivalente a 860 años de emisiones. Si todos voláramos en jet para irnos de vacaciones en solo dos días nos quedaríamos sin margen para evitar el nivel de calor “huevo frito” y cumplir el Acuerdo de París. Más allá de su vida de derroche, los ultrarricos son también grandes accionistas de las empresas más contaminantes, de las que obtienen enormes beneficios a costa del planeta.

Para salvar nuestro planeta y a las personas que lo habitan, debemos abordar las causas profundas de la desigualdad. Y esto empieza porque aquellos que más tienen y que más contribuyen a la destrucción de nuestro planeta dejen de escaquearse y paguen por ello. Hay suficiente dinero para un mundo verde y justo, pero está en los bolsillos equivocados. ¡Es hora de hacer pagar a las élites ricas y contaminantes!

Exigimos al gobierno de España y al resto de gobiernos que impongan mayores impuestos a los superricos ahora y utilicen esos fondos para financiar servicios para apoyar a las personas y proteger el planeta.