¿Por qué comer de temporada?

Es importante favorecer el consumo de las frutas y verduras locales y de temporada por su sabor, pero también para reducir nuestro impacto en el medio ambiente. Además, si son de producción ecológica aún mejor. Sin embargo, no siempre es fácil orientarse e imaginar recetas. Por eso, hemos elaborado una guía práctica muy completa, especialmente para ti.

Manos con fruta
© Caner Ozkan / Greenpeace

4 razones para consumir frutas y verduras locales y de temporada, en lugar de productos importados:

Manos con cerezas
© Peter Caton / Greenpeace

1. Consumir alimentos de temporada significa aprovechar todos los beneficios nutricionales

Los alimentos de estación responden a una necesidad del cuerpo humano. En invierno, con el frío y la falta de sol, nuestro cuerpo reclama más nutrientes y vitamina C. Tanto mejor, porque es la temporada de las verduras ricas en minerales (puerros, coles, espinacas) y de los cítricos llenos de vitamina C (naranjas, mandarinas, caquis, etc). En verano, con el calor, nuestro cuerpo gasta menos calorías, pero requiere más agua: ¡Todas las frutas y verduras de la temporada están repletas de ella: melones, tomates, calabacines, sandías, etc!

Otra ventaja de las frutas y verduras de temporada es la mayor probabilidad de que hayan madurado al sol y estén recolectadas en su punto óptimo de maduración, y por lo tanto, que sean más sabrosas que las frutas y verduras que maduran durante el transporte o que están producidas en invernaderos. Podrás disfrutar de su sabor, sus vitaminas y de todos sus beneficios.

Agricultora con cesta
© Tomas Halasz / Greenpeace

2. Consumir alimentos de temporada es favorecer la producción local

Consume de temporada para favorecer la producción local y para tener un menor impacto en el planeta. Para saber qué frutas y verduras son las de temporada y de producción local debes fijarte en estas tres cosas:

  1. En el supermercado fíjate en el origen y la estacionalidad de las frutas y verduras. Cuantas más frutas y verduras compres producidas de manera ecológica, local y de temporada, más limitarás la huella de carbono, es decir, más contribuirás a la reducción de las emisiones y menos probable será que procedan de grandes invernaderos (un desastre ecológico1).
  2. Compra en tiendas ecológicas y/o supermercados cooperativos. Preocupados por el medio ambiente, suelen ofrecer alimentos frescos y locales y, claro está, de producción ecológica.
  3. Acude a mercados de productores y grupos de consumo. Puedes asociarte al grupo de consumo más cercano a tu casa y obtener tus frutas y verduras directamente de las personas productoras, así evitas los grandes sistemas de distribución y ayudas a romper su dominio de los mercados. En ambos casos compras directamente a las personas productoras, ayudando a que estas obtengan un precio justo por su cosecha y reduciendo los residuos (normalmente estos productos suelen venderse a granel o con poco embalaje). A veces incluso te puede salir más barato cuando puedes recogerlos en su finca.

1) Los invernaderos industriales no respetan los ciclos de la naturaleza y por lo tanto, para mantener sus altos niveles de producción, pueden hacer un gran uso de energía - para mantener la temperatura deseada, por ejemplo -, de insumos como fertilizantes y plaguicidas, así como de agua. Su gran implantación genera una gran presión sobre los acuíferos, no solo por la gran demanda de agua, incluso en zonas donde a veces escasea, sino también por todos los contaminantes que llegan a los acuíferos. Además, como muchos están hechos de plástico y utilizan muchos insumos de este material, son grandes generadores de residuos de plástico. Su concentración también genera un importante impacto en el paisaje.

Manzanas
© Richard Lutzbauer / Greenpeace

3. Consumir alimentos locales y de temporada es proteger al medioambiente

Las frutas o verduras fuera de temporada e importadas suelen ser transportadas en avión o en barco (productos congelados o latas de conserva) y luego en camión, en condiciones que permitan su conservación (refrigeración, aire acondicionado). Estos tres medios de transporte son muy contaminantes para el planeta. Además, para evitar que las frutas maduren demasiado rápido durante el transporte o se estropeen, se recubren con productos químicos que permiten su conservación. A esto hay que sumarle el uso de plaguicidas en la agricultura industrial, productos que destruyen la biodiversidad - matan incluso a las abejas y otros polinizadores (esenciales para la biodiversidad y la seguridad alimentaria) - contaminan el agua y suelen estar (sobre)envasados para protegerlos durante el transporte. Los productos fuera de temporada, aunque se produzcan en España, suelen proceder de cultivos industriales que usan plaguicidas y calefacción para garantizar las producciones.

Comer productos locales y de temporada ayuda también a reducir el uso de insumos - combustibles, fertilizantes, plaguicidas, agua… - en nuestros campos, además, las frutas y verduras locales se pueden comprar sin ningún envase, directamente del agricultor o pasando por muy pocos intermediarios. Menos envases significa menos residuos.

Agricultora con cajas de fruta
© Mitja Kobal / Greenpeace

4. Consumir alimentos ecológicos, de temporada y locales es reducir el desperdicio alimentario

El desperdicio alimentario es una de las consecuencias graves de nuestro complejo sistema alimentario. Por ejemplo, durante la recogida y selección de frutas y verduras en producción industrial para su puesta a la venta se desecha parte del producto por tener un aspecto que se considera no atractivo, aunque tenga los mismos valores nutricionales. Además, durante el transporte (en especial cuando recorren largos trayectos) parte de las frutas y verduras se estropean y tienen que ser también desechadas. Por este motivo, si consumes verduras y frutas de producción local y de temporada o directamente del agricultor, reduces el desperdicio alimentario.

Para seguir minimizando el desperdicio alimentario puedes consumir verduras y frutas ecológicas, que no contienen plaguicidas ni fertilizantes sintéticos y te permiten poder aprovechar todas sus partes, incluidas, por ejemplo, la piel de las manzanas y de las zanahorias; o las hojas de la coliflor y del brócoli, que tienen tantas vitaminas y minerales como las partes usualmente consumidas, ya sea en crudo o cocinadas. Además, como los productos ecológicos suelen ser un poco más caros que los convencionales, es más importante la planificación y buen aprovechamiento de todas sus partes.