2018 ha sido el año en que hemos conseguido derrotar el impuesto al sol. Además hemos unido fuerzas con otras organizaciones y movimientos sociales en la mayor movilización de nuestro país contra el carbón. Como resultado, dos tercios de las centrales térmicas de carbón han anunciado su cierre.
Es de vital importancia actuar de forma contundente contra el cambio climático. Lo expresó en octubre el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC), en un informe que alertaba que el calentamiento global superaría los 1,5 ºC entre 2030 y 2052 si continúan los ritmos actuales de emisiones de CO2.
España será uno de los países más afectados por el cambio climático, con olas de calor, fenómenos meteorológicos extremos, especies invasoras o intensificación de enfermedades, según un estudio que publicamos en noviembre, de cara a la Cumbre del Clima de Polonia, que finalizó sin grandes acuerdos.
Pero es posible actuar, tal y como demostramos en el estudio Único sentido, donde demostramos la viabilidad del cierre de todas las centrales de carbón y nucleares en España en 2025.
En mayo realizamos Solar Maps, un mapa colaborativo de paneles solares en edificios gubernamentales, donde evidenciamos que los Ministerios aprovechan solo el 1,25% de su potencial solar.
También en mayo llevamos la oposición al impuesto al sol al propio Ministerio de Energía, en una acción donde colocamos placas solares en el edificio.
Las buenas noticias vinieron poco después: en junio la Unión Europea declaró ilegal el impuesto, e instó al Gobierno español a suprimir todas las barreras al autoconsumo renovable. Finalmente, en octubre el Gobierno anuló el impuesto al sol, terminando con una ley que venía lastrando la producción ciudadana de energía desde 2015.
En octubre bloqueamos el World Coal Leaders Network 2018, una conferencia internacional sobre el carbón celebrada en Barcelona, para denunciar las consecuencias de la quema del carbón. Una gran pancarta con el lema “El carbón destruye la vida” señala a los líderes de la industria del carbón allí reunidos como los principales contribuyentes al cambio climático y a la contaminación del aire.
En noviembre organizamos Enérgicas, una protesta musical que reúne a mujeres artistas para reivindicar una transición energética justa donde la mujer tenga un papel que no ha tenido hasta ahora. Más de 20 artistas actuaron durante siete horas en la sala Riviera de Madrid, entre ellas Rozalén, Tulsa, Soledad Vélez, Rebeca Jiménez, Melo Moreno o Carmen Boza.
Unas semanas antes, en septiembre, habíamos apoyado el manifiesto En energía, no sin mujeres, sumándonos al compromiso de revertir la situación actual en la que las mujeres son muy pocas veces invitadas en calidad de expertas a eventos, públicos o privados, como conferencias, debates, mesas redondas o comisiones en el sector de la energía.
En la última semada de noviembre, de cara a la Cumbre del Clima de Polonia, organizamos una serie de protestas para pedir el cierre del carbón. Por una parte, junto a la coalición «Un futuro sin carbón» llevamos a cabo en más de 20 puntos de España diferentes actividades, desde un flashmob, a concentraciones frente a centrales térmicas o representaciones del entierro del carbón.
El 26 de noviembre más de 70 activistas accedieron al puerto de la central térmica de Endesa en Carboneras (Almería) para exigir su cierre. Lo hacen a bordo de 45 kayaks para denunciar que el carbón es el principal responsable del cambio climático en el mundo y Endesa la empresa que más contribuye al cambio climático en España, además de la sexta compañía carbonera más contaminante de Europa.
Cuatro días después un grupo de activistas subió a la torre de refrigeración de la central térmica de Meirama (A Coruña), propiedad de Naturgy, para pedir el fin de la quema de carbón. Lo hacen pintando una grieta sobre la que asoma un sol naciente, símbolo de las energías renovables. Esta térmica es responsable de 55 muertes prematuras y unos costes en salud que superan los 150.000 euros por sus emisiones en 2016.