Biodiversidad
El cambio climático está afectando a procesos esenciales de muchos organismos, como el crecimiento, la reproducción y la supervivencia de las primeras fases vitales, pudiendo llegar a comprometer la viabilidad de algunas poblaciones.
Ecosistemas como los humedales están en riesgo de desaparecer totalmente, y especies como el oso pardo o el alcornoque están en peligro de extinguirse en nuestro país.
Por otra parte, nos encontramos con una proliferación de especies invasoras, como medusas o mosquitos tigre, en detrimento de otras autóctonas, como los caracoles marinos.
Las aves, además, están cambiando sus patrones migratorios, y se quedan en latitudes más cálidas.
En nuestros mares se observa una disminución de especies de algas, como las algas rojas en el Cantábrico. Los arrecifes de coral Mediterráneo están gravemente afectados. Además, el aumento de la temperatura del agua provocado por el cambio climático ha disparado las tasas de mortalidad de la posidonia.
Lo más importante no es si hay más o menos medusas sino que la gente entienda y piense que por qué es un problema, y que no se quede solo en que me molestan y ya está, sino por qué están ahí. Todas las causas son humanas y tenemos que ser conscientes de tomar medidas para que no vaya a más.
Macarena Marambio, coordinadora e investigadora del proyecto ‘Alerta medusas’ del Instituto de Ciencias del Mar
Incendios
El cambio climático transformará el régimen de incendios en los próximos años, provocando fenómenos más intensos y una deforestación mayor por la disminución de la capacidad de recuperación de los bosques mediterráneos.
El aumento de la temperatura media y la disminución de las precipitaciones crearán el caldo de cultivo ideal para los incendios, especialmente en las zonas de alta montaña. Además, cada vez superan con mayor frecuencia las 500 hectáreas (los denominados ‘Grandes Incendios Forestales’) y son más virulentos y difíciles de combatir.
2017 superó la media de la última década, con un mayor número de incendios forestales, de superficie afectada y de grandes incendios.
Lo más peligroso de estos nuevos incendios no son sus dimensiones, que también, sino su capacidad y velocidad de expansión. Por ejemplo, en los grandes incendios que asolaron Portugal el año pasado se llegó a contabilizar un recorrido de 18 kilómetros en 21 minutos. Es una carrera fuera del control para cualquier equipo humano. No teníamos registros en Europa de incendios de este calibre. Y además hay incertidumbres de hasta dónde pueden llegar.
Marta Miralles, de la Unidad Técnica GRAF (Grupo de Actuaciones Forestales). Ingeniera forestal y subinspectora del cuerpo de bomberos de la Generalitat de Cataluña
Deshielo
En nuestro país se han perdido ya más del 80% de los glaciares pirenaicos y para 2050 podrían desaparecer irreversiblemente. Monte Perdido ha decrecido de media 5 metros de grosor en las últimas décadas, aunque hay puntos en los que son hasta 14 metros menos. En general retrocede un metro al año.
De los 52 glaciares que había en 1850 han desaparecido ya 33, la mayoría de ellos después de 1980.
Las 3.300 hectáreas de lenguas de hielo que existían a principios del siglo XX en el Pirineo se han reducido a 390.
Los Pirineos en la única cordillera en todo el planeta donde la extinción de su hielo glaciar se producirá en una única generación, la nuestra. Jamás en la historia ningún grupo humano ha tenido ocasión de observar, ni la capacidad de documentar y divulgar cómo se desarrolla tan contundente regresión.
Jordi Camins, experto en glaciología y miembro del GECCC (Grupo de Expertos en Cambio Climático de Catalunya).
Subida del nivel del mar
Íntimamente ligado al problema del deshielo continental y el aumento de las temperaturas del agua marina está el de la subida del nivel del mar. En nuestro país, se espera una subida de entre 10 y 68 cm para final de este mismo siglo.
Habrá pérdidas de un número importante de playas, sobre todo en el Cantábrico y buena parte de las zonas bajas costeras se inundarán -deltas del Ebro, Llobregat, Manga del Mar Menor, y costa de Doñana.
Ciudades como A Coruña, Gijón, San Sebastián, Barcelona, Valencia o Málaga, por citar tan solo algunas de ellas, se enfrentarán al hundimiento de parte de su callejero.
Si la temperatura aumenta por encima de los límites del Acuerdo de París, las consecuencias de la subida del nivel del mar serán muy serias. No hay una fecha límite pero en la lucha contra el cambio climático es muy importante lo que se haga en la primera mitad de este siglo.
Jerónimo López, doctor en Ciencias Geológicas y profesor de Geodinámica Externa de la Universidad Autónoma de Madrid, ex presidente del Comité Científico Internacional de Investigación en la Antártida
Desertización
Si se sigue aumentando la temperatura media del planeta, en el año 2090 la península Ibérica será como el Sahara, según la revista Science.
A día de hoy el 20% de la Península se puede considerar desierto. Siete de las diez cuencas hidrográficas con mayor sequía crónica de Europa se encuentran en España, y casi el 75% del territorio español está en riesgo de convertirse en un desierto a finales de siglo.
España no solo sufrirá de una mayor desertización de su territorio sino que sufrirá los efectos económicos y sociales asociados, como una más que probable reducción del turismo porque en los países del norte de Europa tendrán condiciones climáticas más cálidas.
David Vieites, científico y director del departamento de Cambio Global del CSIC
Aumento de temperatura
La latitud en la que se sitúa nuestro país va a ser golpeada especialmente por el calentamiento global. Esto significa que las olas de calor en verano más implacables y duraderas.
Se prevé que las temperaturas suban hasta 6ºC en 2100, lo que provocará un incremento de las condiciones de aridez, así como más eventos extremos de precipitación.
El aumento de las temperaturas ha sido especialmente acusado en las tres últimas décadas (1975-2005), con una tasa media de calentamiento de unos 0,5 ºC por década.
Fenómenos metereológicos extremos
Superar el límite de 1,5ºC depararía un mayor incremento del calor extremo, las lluvias torrenciales y la probabilidad de sequías.
La tropicalización de los océanos conlleva un mayor índice de evaporación y, por tanto, un aumento de la nubosidad, lo que facilita la formación de fuertes tormentas y otros fenómenos meteorológicos.
Los inviernos más húmedos y un mar más caliente aumentará el riesgo de inundaciones súbitas en el Mediterráneo.
Los fenómenos extremos relacionados con el clima le están costando a España unos 1.000 millones al año desde 1980. La sequía es uno de nuestros problemas prioritarios.
En 2005 tuvimos la mayor actividad de huracanes que se recuerda en el Atlántico, pero en 2017 ha sido la primera vez que un huracán rozó las costas de Europa, y que se formó un huracán categoría 5 fuera del Caribe. Y esto es debido a que cada vez tenemos un océano más caliente.
Jonathan Gómez Cantero, climatólogo y “chico del tiempo” en Castilla-La Mancha TV