En la actualidad, el plato sobre nuestra mesa depende de un sistema muy frágil, adicto de recursos importados de latitudes lejanas, lo que lo hace vulnerable y poco autosuficiente.
El sistema alimentario actual está desconectado del territorio, generando impactos negativos en los ecosistemas, el tejido rural y la salud, y no se está adaptando a condiciones del cambio climático como el aumento de temperaturas o la escasez de agua.

En términos generales, la alimentación en España tiene un cómputo de 107,2 millones de toneladas (Mt) de CO2eq, con sus mayores contribuciones procedentes de las emisiones de la producción vegetalͣ, donde se incluyen los productos vegetales destinados a alimentación animal, (35%, 37,9 Mt de CO2eq), las emisiones directas de la ganaderíaᵇ (24%, 25,9 Mt de CO2eq) y el transporte (21%, 22,2 Mt de CO2eq). Le siguen las emisiones del sector pesquero (8%, 8,6 Mt de CO2eq), los cambios de uso del sueloᶜ (5%, LULUCF, 5,4 Mt de CO2eq), y la industria (3%, 3,4 Mt de CO2eq).

Según el IPCC, si seguimos este rumbo, en 2050 la alimentación será el sector que genere más emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a nivel mundial, por delante de la producción de energía o el transporte.
En nuestro país esta senda peligrosa nos llevaría a emitir un 7 % más que en la actualidad, y las emisiones agropecuarias aumentarán un 11 %. Además, seguiremos perdiendo biodiversidad, se incrementarían las especies amenazadas un 6 % y se reducirán un 53 % las capturas pesqueras en caladeros nacionales.
Emisiones de importación
No olvidemos que, para los alimentos que consumimos en España, el 63% de sus emisiones (67,3 Mt de CO2eq) están vinculadas a actividades en el extranjero, y el 37% a emisiones dentro de las fronteras españolas (39,9 Mt de CO2eq).
Estas emisiones incluyen las asociadas a la producción de insumos, como fertilizantes o electricidad, así como las emisiones de la producción agrícola destinada a la alimentación animal; también debemos sumar las emisiones directas de la ganadería, que se producen principalmente por la fermentación entérica (proceso digestivo de los rumiantes que genera metano) y por la gestión del estiércol (que libera metano y óxido nitroso); y además, no podemos olvidar las emisiones y absorciones de estos gases resultantes de las actividades humanas relacionadas con el uso de la tierra, los cambios en el uso de la tierra y la silvicultura.
Pérdida de biodiversidad
Otro de los aspectos preocupantes del modelo alimentario es que, si seguimos el rumbo actual, se podría alcanzar en 2050 en el peor de los casos, un máximo de 563 especies terrestres amenazadas, es decir, habrá alrededor de 300 especies más en situación de amenaza.
En particular, destacan dos grupos: las plantas terrestres y los artrópodos. En las plantas terrestres se podrían alcanzar las 304 especies amenazadas y en los artrópodos las 211 especies amenazadas, representando el 52% y 39% de todas las especies amenazadas respectivamente.
Empleos
También es fundamental la cuestión sociolaboral y no la hemos descuidado. Hoy en día, menos de un cuarto de los empleos asociados a la alimentación en España se desempeñan verdaderamente en España. La baja rentabilidad, el vaciado del mundo rural y las dificultades para acceder a las tierras y/o a los caladeros hacen que el sector primario sea un sector envejecido y con falta de relevo generacional. La estimación total del empleo asociado a la alimentación en España resulta en 1,64 millones de personas, de las que solo 430 mil se encuentran vinculadas al territorio.
Demasiada proteína animal
El consumo cárnico en la actualidad es 4,6 veces superior al máximo recomendado en la “dieta de salud planetaria”. El consumo de lácteos duplica ese umbral y el de huevos lo multiplica por 2,2. Esto implica una dieta excesivamente proteica y alta en grasas saturadas de origen animal, con el perjuicio para la salud que ello supone. A esto hay que añadir el consumo de pescado, que excede en un 70% las recomendaciones saludables, lo que lleva también a una mayor exposición a productos nocivos derivada de este consumo exacerbado, principalmente asociados a algunas especies de pescado, en ejemplares de más de 1 kg.

Demasiado desperdicio
El modelo alimentario actual implica un desperdicio o una pérdida de alimentos del 25 por ciento a nivel mundial. Y la mayor parte de este desperdicio era comestible, estaba destinado al consumo humano. Hablamos de la escalofriante cifra de 20 millones de toneladas de materia fresca anual que se pierden o desperdician. En total, hablamos de unos 33 kg de desperdicio alimentario por persona y año en España.
Como veremos más adelante, todo esto puede cambiar. A mejor.