A medida que los molinos de viento y los paneles solares se instalan en toda Europa, el debate sobre dónde deberían y no deberían implementarse estas tecnologías verdes se vuelve más acalorado. También existen ciertas fricciones sobre cómo agilizar el desarrollo de las renovables asegurando, al mismo tiempo, la protección de la naturaleza y la participación ciudadana.
Si bien la transición a la energía renovable conlleva beneficios transversales que superan con creces sus impactos (si los comparamos con los de los combustibles fósiles), esto no significa que pueda implantarse sin ninguna precaución.
Por eso, es esencial respetar los siguientes pasos:
#1 Participación pública de las comunidades locales y transparencia desde el principio del proceso para garantizar el éxito y pertinencia de los proyectos.
#2 Respeto por la naturaleza como factor esencial para la aceleración de la energía eólica y solar.
#3 Una planificación y cartografía adecuadas para identificar los emplazamientos de menor impacto y mayor potencial para el desarrollo de energías renovables.
#4 Desarrollo de los proyectos en terrenos degradados y preservando las zonas protegidas.
#5 Contratación de más personal en la administración y apuesta por la digitalización para agilizar la aprobación de nuevos proyectos.
#6 Más apoyo de la administración para fomentar las comunidades energéticas, vitales para acelerar con éxito el despliegue de las renovables.
#7 Asegurar el acceso de los proyectos ciudadanos a la red de evacuación.
La distribución de las renovables debería hacerse de acorde al consumo de electricidad. Allí donde más se consume, como las ciudades y las áreas industriales, debe haber una mayor presencia de renovables. Mientras que en las zonas naturales protegidas, donde no se consume apenas energía, sólo tendrían cabida pequeñas instalaciones de autoconsumo para cubrir esa demanda.
La importancia de las zonas protegidas
A pesar de que a priori no existe una incompatibilidad entre energías renovables y biodiversidad, no hay necesidad alguna de correr el riesgo de alterar el valioso estado ecológico de los lugares protegidos con otra actividad humana para llevar a cabo la transición energética. Por esto pedimos que se prohíba la instalación de renovables de gran tamaño en zonas protegidas.
Deben evitarse los nuevos desarrollos de renovables en las áreas estrictamente protegidas, las áreas bajo el proyecto Natura 2000 y las zonas destinadas a la restauración de la naturaleza, debido a la alta probabilidad de impactos adversos en estas áreas y la presencia de suficiente potencial renovable fuera de estas zonas.
A la hora de evaluar la viabilidad de proyectos renovables en estas áreas se debería priorizar la restauración de la naturaleza en lugar de las necesidades energéticas. Para 2030, el 30% de la tierra y el mar de la UE deberán estar protegidos. Estos lugares altamente sensibles desde el punto de vista medioambiental ya acogen muchos otros usos humanos, pero allí la prioridad es la restauración de la protección de la naturaleza, por lo que la implantación renovable tendrá que ser en modalidad de autoconsumo (en tejado o en suelo).
Además, el diseño actual de la Red Natura 2000 es insuficiente para garantizar la conservación de los valores naturales para los que fue planteada, ya que la planificación se hizo en muchos casos sin disponer de la información necesaria para realizar un diseño adecuado. En especial, en algunas comunidades autónomas como Galicia, con una deficiente red de espacios protegidos, se hace necesaria su ampliación.
Para más detalles sobre la propuesta de modificación de la zonificación ambiental del Miteco para el despliegue de las renovables, consulta la página 18 de nuestros criterios para asegurar un desarrollo renovable necesario para el clima y respetuoso con la biodiversidad y las personas.