Entrada de blog por Carlos Garcia Paret - 22-05-2025


El día en el que España empieza a necesitar dos planetas y medio

El 23 de mayo de 2025 es la fecha en la que España ha llegado a su día de sobrecapacidad. Esto quiere decir que, si todos los habitantes del mundo tuvieran los índices de producción y consumo que tenemos por aquí, en este día se habrían agotado todos los recursos que el planeta es capaz de disponer y regenerar en un año. O dicho de otro modo más sencillo: para mantener el “Spanish way of life” se necesitarían algo más de dos planetas y medio.

Injusticias futuras

Estos cálculos provienen de la Global Footprint Network, una organización internacional de investigación que lleva años recopilando las cuentas nacionales de huella ecológica y biocapacidad. La efeméride nos recuerda que la economía no es un sistema aislado que flota en el éter, sino que dependemos de un mundo con límites biofísicos y recursos finitos que se agotan más rápido de lo que pueden renovarse, generando injusticias presentes y futuras.

«Dependemos de un mundo con límites biofísicos y recursos finitos que se agotan más rápido de lo que pueden renovarse, generando injusticias presentes y futuras»

Hacia el bienestar colectivo

La ciencia nos señala que estamos entrando en “territorio desconocido”, con 6 de los 9 límites planetarios, subsistemas o procesos biofísicos de los que depende la vida, fuera de la zona de seguridad. Por eso es urgente reorientar el modelo económico hacia el bienestar colectivo, eliminar o transformar sus prácticas más dañinas e insostenibles, promover un uso racional y con visión de largo plazo de los recursos naturales, poner las bases de la revolución de la regeneración y exigir mayor responsabilidad a gobiernos, grandes corporaciones y élites económicas

Crece el PIB, pero vivimos en déficit (ecológico)

Cuesta entender la miopía de seguir pregonando el crecimiento del PIB a cualquier coste si en el primer semestre del año ya hemos hecho todo lo posible para lapidar la capacidad del planeta para regenerarse. La respuesta es que vivimos en déficit, endeudados con la Tierra, para entendernos. Mantenemos este déficit liquidando las reservas de recursos ecológicos – nuestra biocapacidad -, acaparando recursos de otros países – deuda ecológica – y acumulando residuos, principalmente dióxido de carbono en la atmósfera.

Vivir a costa de las generaciones futuras

La biocapacidad o reservas naturales se pueden y deben regenerar, pero no es algo ilimitado y mucho menos es algo que la naturaleza pueda hacer en los límites temporales, cortoplacistas, del sistema económico actual. A la capacidad de reducir, reciclar y almacenar residuos, ya sean sólidos, líquidos o gaseosos, le pasa igual. En definitiva, es un problema enorme vivir por encima de nuestras posibilidades a costa de otros países y de las futuras generaciones.

Qatar vs Uruguay

Aquí puedes consultar las fechas en las que cada país alcanza el día de sobrecapacidad. No te sorprenderá ver a Qatar encabezando la lista en febrero. Un modelo energético fósil y derrochador (con aire acondicionado en estadios de fútbol al aire libre), con un explosivo boom inmobiliario de rascacielos en el desierto e islas artificiales, una afluencia de ultrarricos llegando en jets privados…, hacen que consuma 9 veces más recursos de los que su territorio es capaz de generar en un año.

2,8 planetas para vivir como en la UE

En medio del calendario tenemos al conjunto de los países de la UE que alcanzaron este día el 29 de abril, consumiendo el equivalente a 2,8 planetas. La UE sigue siendo responsable de aproximadamente el 16% de la deforestación global y el consumo de plaguicidas que acaba con la biodiversidad no ha parado de crecer en los últimos 20 años.

A nivel mundial, con la media de todos los países, el último cálculo disponible, el de 2024, marcó el 5 de junio como día de sobrecapacidad global, es decir, 1,75 planetas consumidos. Si te preguntas cómo es posible consumir más de 1 planeta, a pesar de que solo tengamos uno, es porque, como te contábamos más arriba, vivimos lapidando las reservas de la Tierra.

El caso de Uruguay

Aunque la mayoría de los países que tienen baja huella ecológica son países empobrecidos, sí encontramos algunos ejemplos de países con alto desarrollo humano y bajo impacto ambiental, como es el caso de Uruguay. Este país combina uno de los niveles más bajos de desigualdad de ingresos en América Latina, una ausencia casi total de pobreza extrema y un 98% de producción de electricidad de fuente renovable.

La clave, años de inversión en energías renovables, salario mínimo e inversión suficiente en educación y sanidad gracias a un sistema fiscal redistributivo que ha ayudado a conducir su sociedad hacia el denominado espacio de seguridad, en el que los derechos básicos y límites del planeta son garantizados.

Elon Musk vs Pepe Mujica

Tampoco todas las personas consumen recursos de la misma manera. Según Oxfam, 50 de los multimillonarios más ricos del mundo, dueños de las mayores corporaciones, produjeron la misma cantidad de dióxido de carbono en sus vuelos en jet privado en un solo año como lo haría una persona promedio durante 300 años. Y sus yates emitieron el equivalente de 860 años de emisiones de carbono de una persona de media.

Por mucho que le pese a Georgina, si todos volásemos en jet para ir de vacaciones acabaríamos con el presupuesto de carbono todavía disponible en dos días y nos quedaríamos sin margen para evitar el nivel de calor “huevo frito” y cumplir el Acuerdo de París.

Además de la vida de derroche, los ultrarricos poseen una buena parte del capital de las empresas más contaminantes que les proveen de enormes riquezas a costa del planeta. Recordemos que apenas 180 empresas han sido responsables de casi el 70% de las emisiones desde el inicio de la era industrial.

Además, algunos multimillonarios invierten masivamente en el negacionismo climático, se compran democracias y sueñan con huir a Marte en una nave espacial. Seguro que no te viene ningún nombre a la cabeza. Por ello es central hacer que paguen por el daño que ocasiona tanta futilidad y pararles los pies.

Más nos valdría seguir el ejemplo del recién fallecido Pepe Mujica que decía: “La felicidad no es una cuestión material. Necesitar poco es el camino más corto para tener libertad, para tener tiempo disponible para gastarlo en lo que a uno le gusta o le apasiona. A veces pueden ser los afectos, la relación con la familia, con los hijos… A veces, dedicar tiempo a un arte, una artesanía, un deporte”. 

Estamos frente a una gran oportunidad

España ha mejorado en los últimos años y se aleja unos pasos del “catapún”. En la época de la burbuja del ladrillo de la primera década de siglo, con las cementeras a todo gas y las centrales térmicas operativas, llegamos a requerir 3,2 planetas. Ahora son 2,7. En todo caso, estamos aún lejos de asumir nuestra responsabilidad colectiva. Sobrepasar la capacidad de regeneración en el mes de mayo nos indica que hay mucho por hacer y que debemos hacerlo ya. La buena noticia es que cambiar el “chip” supone una oportunidad para el bienestar y el sentido común. 

Sectores clave

¿Por dónde empezar? Hay que poner el foco principalmente en tres sectores clave: agricultura, energía en los hogares y transporte. Estos sectores generan el 50 % de las emisiones en todo el país. Impulsar soluciones que ya existen, son buenas para el bolsillo de las personas y reducen nuestra huella en el planeta. Además se podrían afrontar económicamente solo con un poco de coherencia presupuestaria y de justicia fiscal – y menos armas -.

Subvenciones tóxicas

Recientemente demostramos que con lo que gastamos de dinero público en subvenciones tóxicas podríamos doblar la acción climática y cumplir el Acuerdo de París con una inversión responsable de 23.000 millones de euros en áreas clave como la movilidad, energía en vivienda, agricultura y la restauración de ecosistemas. Todo ello en beneficio de la mayoría social.

«Con lo que gastamos de dinero público en subvenciones tóxicas podríamos doblar la acción climática y cumplir el Acuerdo de París»

Energía y movilidad

Si miramos el modelo energético, podemos hacer de la necesidad virtud. Bajar la factura energética, respetar el planeta y desengancharse del gas de Putin y de Trump es posible, ¿quién da más? Para ello, la ola de la revolución de la rehabilitación de nuestros hogares debe ver la luz (solar) y rehabilitar energéticamente 600.000 de viviendas al año.

Otra forma de avanzar es cambiar la forma en la que nos movemos. Ahora mismo, más del 30% de las emisiones de GEI de España provienen del sector del transporte.

Es urgente apostar por el transporte público para revertir esta situación, por ejemplo, aumentando la disponibilidad de transporte público de calidad a la mayor parte de la población o con un abono único asequible, que facilite la intermodalidad y elimine las barreras tarifarias y administrativas entre regiones y comunidades.

Con ello garantizaríamos nuestras necesidades de movilidad a precios asequibles y de manera racional, reduciríamos las emisiones y disminuiríamos la polución en las ciudades que mata al año unas 30.000 personas en nuestro país. ¿Te parece una buena idea? Pues que sepas que no estás sola.

Agricultura y dietas

Por otro lado, un cambio de las prácticas agrícolas y ganaderas es clave para aumentar nuestra biocapacidad, regenerar suelos, el ciclo del agua y la biodiversidad. También lo es el cambio de dietas, pues la ganadería concentra el 63% de las emisiones agrícolas, con una enorme huella internacional, como es el caso de la importación de soja vinculada a la deforestación amazónica.

Hay que recordar, que la economía española es la segunda mayor importadora de soja brasileña en la UE que abastece, principalmente, las macrogranjas de cerdos que se exportan en gran parte a China. La pequeña y mediana producción y los consumidores de América del Sur y de España son los mayores perjudicados. 

Además, tenemos recursos para restaurar ecosistemas clave para la sociedad como Doñana, el Mar Menor, la Albufera, etc. Los estudios nos señalan que más de la mitad del PIB mundial depende de la naturaleza y que por cada euro invertido en restaurar hay un retorno que oscila entre 8€ y 38€. Sin naturaleza no tenemos clima seguro, alimentos saludables y agua disponible. Nuestro patrimonio natural es un activo esencial que debemos cuidar en favor de las generaciones futuras.

«Los estudios nos señalan que más de la mitad del PIB mundial depende de la naturaleza y que por cada euro invertido en restaurar hay un retorno que oscila entre 8€ y 38€»

Todas estas soluciones contribuyen a saldar nuestra deuda con el planeta con una mayor democratización de la economía y generando más bienestar. Hasta ahora nadie ha demostrado científicamente que el colapso de nuestra sociedad sea inevitable. Somos muchas las personas que creemos que un cambio de sistema es posible y necesario y que además nos hará más felices a nosotras y a las que vengan detrás. ¿Te unes?

Carlos Garcia Paret - autor del blog.
Carlos Garcia Paret
Economista por la Universidad Autónoma de Madrid, Master de Clima y Energía por la Universidad Paris Dauphine. Coordinador de Incidencia Política. Bluesky: @carlosparet.bsky.social
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