Entrada de blog por Elvira Jiménez - 05-08-2025


El mar está que arde: olas de calor marinas

¿Te imaginas una ola de calor de ocho meses? ¿Ocho meses de calor extremo, por encima de lo normal? Es inimaginable. Sería insufrible, insoportable. Pues está pasando, aunque no en tierra firme sino en el agua. El mar está que arde: olas de calor marinas

Temperaturas de récord

Bajo la superficie del mar, la temperatura está disparada. El Mediterráneo sufre una ola  de calor marina desde noviembre de 2024, con anomalías de más de 4 ºC por encima de la media por ejemplo, en el mar Balear o en el mar de Alborán. Incluso en los meses fríos, la temperatura llega a estar más de 2º C por encima de la media. 

El caso del Mediterráneo es especialmente grave, se calienta dos a tres veces más que la media global, aunque también en las aguas del Cantábrico y Atlántico se nota este impacto. De hecho todas las aguas que rodean a la península ibérica y las islas se están calentando un 67 % más rápido que la media mundial, a un ritmo de 0,25 ºC por década

«Todas las aguas que rodean a la península ibérica y las islas se están calentando un 67 % más rápido que la media mundial»

Dejando de lado los momentos de ola de calor marina, simplemente fijándonos en la temperatura media, el Mediterráneo lleva desde 2005 en una escalada de temperatura cada vez más acentuada. Ya son 20 años de fiebre en el mar.   

A esto hay que sumarle los impactos por décadas de urbanismo desenfrenado en la costa, y que pese a todo aún se siguen sepultando los tramos que quedan bajo el hormigón, y que dejan al litoral y a los ecosistemas marinos en una situación muy vulnerable para hacer frente a los impactos del cambio climático. 

Playa casi desaparecida en Montgat, Barcelona.
Playa casi desaparecida en Montgat, Barcelona.
¿Por qué es preocupante el calentamiento del mar?

Más allá que el agua no te refresque igual a la hora de darte ese baño que esperas que te alivie del calor veraniego, nos debe preocupar porque es una señal de alarma a todo volumen.

Los océanos absorben más del 90% del exceso de calor global, actuando como un amortiguador y protegiéndonos de ese calor que queda atrapado en la atmósfera por el efecto invernadero. Sin los océanos, la temperatura en tierra sería mucho más extrema.

El mar caliente afecta al clima

Esa capacidad de retener calor, llevada a los límites a los que estamos llegando debido al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, tiene graves consecuencias:  

  • Eventos meteorológicos extremos. Los océanos, el clima y los eventos meteorológicos tienen una relación estrecha. A mayor temperatura del agua, aumenta la cantidad de humedad que llega a la atmósfera. Más humedad supone una dosis extra de energía para los temporales, que se vuelven más intensos y virulentos
  • Alteración de las corrientes oceánicas. Los océanos regulan el clima gracias a sus corrientes, que se impulsan por la diferencia en la temperatura y salinidad del agua de las distintas masas de agua, permitiendo repartir el calor por el planeta. Pero cuando esta diferencia de temperatura disminuye, el mecanismo se ve afectado y contribuye a una meteorología más extrema y caótica
  • Aumento del nivel del mar. El agua más caliente se expande, y en el caso del mar esto supone que se acentúa la subida del nivel del mar y su impacto de inundación de la costa. Ejemplos claros de la pérdida de playas, agravados por la construcción en el litoral, son ya patentes por toda la geografía, como la playa de Matalascañas (Huelva), Guardamar del Segura (Alicante) o Montgat (Barcelona). 

MAPA

La biodiversidad marina sufre

Seguro que has oído hablar de la ‘tropicalización del mar’. Pues aunque te parezca positivo, como si fuésemos a tener algo parecido al Caribe más cerca, lo que implica es que la biodiversidad sufre dramáticamente. El aumento de la temperatura del agua afecta también a la disponibilidad de oxígeno.
El mar se convierte en un caldo caliente dificultando la supervivencia de muchas especies con terribles consecuencias para la fauna marina:  

  • Migración de las especies. Al igual que las personas intentamos huir del calor, muchas especies migran a otras latitudes donde encuentran condiciones más favorables para poder sobrevivir. No es casualidad que cada vez sea más habitual encontrar atún rojo del Mediterráneo en aguas del Cantábrico.
  • Especies invasoras. Del mismo modo, especies que son típicas de zonas más cálidas encuentran unas condiciones idóneas en nuevas zonas. Estas especies invasoras, al no tener depredadores, se extienden desplazando a las especies autóctonas y alterando la cadena alimenticia. 
  • Mortalidad de especies autóctonas. ¿Y las especies que no pueden migrar? Pues muchas mueren. Corales, moluscos, plantas marinas (como la Posidonia oceanica) pueden alcanzar su límite de tolerancia y morir. 

Y aunque la biodiversidad en sí ya tiene un valor intrínseco e incalculable, todos estos cambios afectan también a las personas que dependen de la pesca y el marisqueo. Especies comerciales que disminuyen, se desplazan o directamente desaparecen afectan a quienes dependen directamente del mar para vivir

Aún estamos a tiempo de actuar

El cambio climático está transformando nuestros océanos a un ritmo alarmante, pero todavía podemos actuar para reducir sus efectos. Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, proteger los ecosistemas marinos y costeros e integrar la adaptación al cambio climático en las políticas y gestión del litoral es clave para preservar el futuro de nuestros mares.

¿Qué más tiene que pasar para que las administraciones tomen medidas? No podemos esperar, tienen que actuar ya. Firma y exige medidas para frenar la crisis climática.

Elvira Jiménez - autor del blog.
Elvira Jiménez
Licenciada en Biología por la Universidad Autónoma de Madrid y Máster en Economía Circular y Desarrollo Sostenible por la Universidad Internacional de Valencia. Responsable de campañas y respuesta rápida de Greenpeace España. Twitter:@elvirajn
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