Desde que comenzaron, el pasado 7 de enero, las llamas continúan arrasando con consecuencias dramáticas: 24  personas han fallecido, 23 siguen desaparecidas, 150.000 personas desalojadas, más de 16.000 hectáreas afectadas, más 12.300 infraestructuras dañadas convirtiéndose en uno de los incendios más devastadores en la historia de la ciudad de los Ángeles.

Los incendios siguen activos y sin poderse contener. 

Mapa de los incendios en Los Ángeles  para consultar en directo el porcentaje de contención: https://www.fire.ca.gov/incidents

¿Cuáles son las causas?

Como en cualquier crisis incendiaria, ya se está barajando el origen de los incendios e incluso las motivaciones, cayendo en conspiraciones que se alejan mucho de los verdaderos debates. La estadística dice que el 85 % de los incendios están causados por el ser humano. Es lo que se llama la causa de la ignición. Es fundamental reducir este porcentaje porque sin ignición, no hay propagación. 

¿Si es de origen humano, por qué hablamos de cambio climático?

Independientemente de la causa que origina el incendio, estos son cada vez más dramáticos. Los ocho incendios más grandes en la historia de California han ocurrido desde 2017.

Esta crisis no es nueva. Recordemos que el Camp Fire en 2018 arrasó la localidad de Paradise, causando la muerte de 85 personas y destruyendo más de 18,000 estructuras. O en 2020, el incendio August Complex Fire, que es el más grande registrado en la historia del estado, quemando más de 417.898 hectáreas. 

¿Qué ha cambiado para que en los últimos años los incendios se propaguen de forma tan destructiva? Cambio climático y mucho más.

Los incendios comenzaron en la misma semana en la que el informe Copernicus confirmó que el 2024 ha sido el año más cálido registrado hasta la fecha y el primero en superar los 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales en la temperatura media global anual. Además, el año pasado también fue el más cálido en todas las regiones. Es importante recordar que aunque el límite del 1,5º del Acuerdo de París no se puede dar por superado hasta que se supere dicha temperatura durante 20 años, es la primera vez que se supera, e indica una trayectoria muy preocupante y tendente a superar dicho límite.

Este calentamiento explica sin duda, así como muchas publicaciones científicas, el agravamiento de los incendios forestales. En 2023, un estudio de NIDIS (National Integrated Drought Information System) confirmó que el cambio climático, impulsado por los combustibles fósiles, ha sido un factor clave en la intensificación de los incendios forestales en California. Si bien es cierto que en California hay ecosistemas dependientes del fuego, el cambio climático ha hecho que los incendios sean más grandes y se propaguen más rápido. El estudio concluyó que casi todo el aumento observado en las áreas quemadas durante el último medio siglo se debe al cambio climático provocado por el ser humano. Otro estudio publicado en la revista Nature en 2023 reveló que el cambio climático hace que los incendios forestales en California sean más explosivos y aumenta el riesgo de un crecimiento extremo diario de los incendios en un 25 %.

El cambio climático por tanto agrava (no origina) el cóctel de ingredientes para el desastre: 

• Aumenta el territorio y la vegetación que sufren sequías y altas temperaturas, (agravadas por el cambio climático) convirtiendo la vegetación en combustible muy inflamable. 
• Los vientos desempeñan un papel fundamental en la propagación de los incendios, y el cambio climático aumenta los vientos de velocidad alta y extremadamente secos que resecan la vegetación (Vientos de Santa Ana).
• Aumenta las temperaturas a lo largo de todo el año, aumentando por tanto la propagación y el agravamiento de los incendios. Hay que recordar que estos incendios terribles se están dando en el mes de enero, y no en pleno verano, que solía ser lo habitual.  
• En las últimas décadas están aumentando las zonas de densidad de población altísima afectadas por incendios forestales, porque está aumentando el contacto entre zonas urbanas y áreas forestales: la Interfaz Urbano-Forestal. Esto agrava la situación ante mayores necesidades de evacuación, protección a personas e infraestructuras. Cuando un incendio ocurre en una zona habitada, la preocupación inmediata debe ser garantizar la seguridad de las personas y apoyar los extraordinarios esfuerzos de los bomberos para controlar la situación, e impide controlar el incendio y evitar su expansión por otras partes.

Lo que tienen en común California (EEUU) y España.

Hay que tener en cuenta que la realidad es diferenciada incluso dentro del territorio español. No es lo mismo la realidad de incendios en Valencia por ejemplo que en Galicia, pero indudablemente California (EEUU) y España comparten mucho de lo descrito anteriormente para que podamos vivir incendios tan dramáticos. De hecho, así se han vivido en la cercana Portugal.

• California tiene también bioma mediterraneo: inviernos suaves y lluviosos, y veranos cálidos, secos y prolongados. Este bioma se asocia principalmente con las costas de la cuenca del Mediterráneo, pero también aparece en otros lugares con climas similares, como California, el centro de Chile, el sur de Australia y partes de Sudáfrica.). Mismo calco que los grandes incendios forestales, independiente de los que ocurren para deforestar en bosque primario.

Fuente: About the Mediterránean Ecosystem

• Aumento de vegetación inflamable por una falta de gestión del territorio.
• California como España convive con los incendios como parte del funcionamiento del ecosistema. California tiene una temporada de incendios natural que es ecológicamente saludable y es una parte natural del ecosistema dependiente de los incendios de la región. De hecho, las quemas prescritas son parte de la solución para prevenir grandes incendios forestales. El cambio climático ha hecho que se pierda el régimen natural de incendios y que las ventanas temporales de quemas controladas sean cada vez más estrechas.
• Las cicatrices del fuego. Los incendios forestales destruyen la vegetación y hacen que el suelo sea menos capaz de absorber agua (hidrofóbico), lo que hace que las zonas que rodean las zonas quemadas por incendios forestales sean particularmente vulnerables a inundaciones y otros fenómenos hídricos extremos. También a incendios recurrentes.
• Un aumento de interfaz urbano forestal con poca preparación preventiva y de respuesta rápida. A pesar de los incendios pasados, se sigue sin estar preparado. Hace falta incorporar la cultura del riesgo, que es la más preventiva.

También se dan similitudes en la reacción social frente a los incendios:

• Muchas veces se centra el discurso en la extinción, con la demanda de más medios, frente a la prevención y la planificación de emergencia y autoprotección. Ya avisan los propios operativos, estos incendios son imposibles de apagar. Y no, no son voluntarios. El “Calfire” es un operativo eficaz y de hecho con esas imágenes, podría haberse dado muchas más personas fallecidas si no existiese dicho servicio.
• También se comparten los bulos y la politización de los incendios forestales frente a las soluciones.

¿Se puede prevenir el desastre de las llamas? Sí. Aquí y en California.

Las soluciones, como las causas, son complejas, y van desde la necesidad imperiosa de reducir emisiones, a la gestión del territorio, reducir la siniestralidad, ejercer una correcta planificación urbanística y desarrollar la cultura preventiva y percepción del riesgo. Ya vemos que sólo la extinción (también necesaria) no funciona.

• Reducir emisiones. Clave para evitar el agravamiento de los incendios. El paso fundamental es abandonar el uso de combustibles fósiles (carbón, gas y petróleo), y muchas de las medidas para conseguirlo, aplicadas de forma justa, beneficiarán a la sociedad. 
• Que las empresas contaminantes paguen los daños: las empresas fósiles consiguen beneficios mil millonarios cada año, pagar por las consecuencias desastrosas que tiene su actividad, y que estamos pagando la ciudadanía. 
• Gestión forestal, para reducir la carga combustible y tener masas forestales más resilientes. También gestión del territorio para generar espacios defendibles del fuego.
• Cuestionar la planificación urbanística en zonas de alto riesgo. ¿Tiene sentido poner casas e infraestructuras en zonas de riesgo y luego protegerlas? 
• Desarrollar una cultura del riesgo, y una cultura preventiva. Los gobiernos deben actualizar los códigos municipales y dedicar recursos públicos a las formas comprobadas de proteger los hogares y las vidas, incluidas las reformas de viviendas (reforzamiento de las viviendas) y el espacio defendible. Además, los municipios deben invertir en formas de preparar a los residentes y minimizar el impacto directo del humo (incluso mediante refugios contra el humo).