Anoche en Seúl realizamos una proyección ante la reunión del panel intergubernamental de expertos sobre cambio climático de Naciones Unidas (IPCC) donde los científicos han estado reunidos, junto con representantes de los países de todo el mundo, terminando de cerrar su informe especial sobre lo que se debe hacer para alcanzar los objetivos de París y no superar 1’5 °C de temperatura y sobre cuáles serán las terribles consecuencias de no conseguirlo.

El cambio climático ha dejado de ser una futura amenaza, está aquí y está empeorando rápidamente. Muestra de ello son los terribles sucesos que han tenido lugar solo en este año, desde las olas de calor récord o los incendios forestales que han sufrido el círculo polar ártico, el Mediterráneo o la costa oeste de Estados Unidos, hasta las informaciones sobre el abrupto deshielo del permafrost, la muerte repentina de baobabs milenarios, la desaparición de la Gran Barrera de Coral o cómo el ritmo del deshielo de la Antártida se ha triplicado en solo cinco años. Estos acontecimientos nos recuerdan de forma alarmante y dolorosa que con solo 1°C de calentamiento por encima de los niveles preindustriales nos hemos adentrado considerablemente en la zona de peligro

El mensaje fue claro: La ciencia climática dice NO al carbón. El cambio climático necesita una acción inmediata y necesitamos liderazgo político para ponernos al día con los esfuerzos mundiales para acabar con el carbón. El Informe Especial del IPCC sobre 1,5 ºC muestra que las emisiones globales deben reducirse a la mitad para el año 2030 antes de reducirse a emisiones netas cero a mediados de siglo a más tardar. Se espera que el calentamiento global supere los 1,5 ºC entre 2030 y 2052 si se continúa con los ritmos actuales, lo que refuerza la urgencia de reducir las emisiones.

Para alcanzar el objetivo de 1,5 ºC, el consumo mundial de carbón tendría que reducirse al menos en dos tercios para 2030 y caer hasta casi cero para 2050. El petróleo y el gas también tendrán que disminuir rápidamente. Un camino que no dependa de tecnologías de absorción de CO2 necesitaría que el uso de petróleo se redujera a la mitad para 2030 y el de gas en un tercio.

Limitar el calentamiento a 1,5°C en lugar de a 2°C supondría una gran diferencia tanto para la vida en los océanos como en la tierra. Se evitaría que cientos de millones de personas sufran olas de calor extremas de forma frecuente y se reduciría a la mitad el porcentaje adicional de población que tendría que enfrentarse a la escasez de agua, asimismo serviría para lograr los objetivos sobre desarrollo sostenible y sobre la erradicación de la pobreza. Medio grado marca una diferencia importante para millones de personas, seres vivos y ecosistemas.

Los próximos años son cruciales, debemos pensar a lo grande en todos los niveles y todo el mundo debe estar de acuerdo.
Con los objetivos climáticos actuales de los países, superaremos con creces los 3°C. Europa actualmente está revisando sus compromisos de reducción de emisiones y es un momento clave para alinearlos con esta última información científica. La reciente apuesta del gobierno de eliminar el impuesto al sol es un paso en la buena dirección, ahora debe seguir apostando por la máxima ambición climática y eliminación de las subvenciones a los combustibles fósiles a nivel Europeo y presentar una la ley de cambio climático que establezca el cierre del carbón y la nuclear no más tarde del año 2025.
Necesitamos llevar a cabo transiciones rápidas y de gran alcance en la sociedad y en los sistemas en materia de energía, tierra, alimentos, urbanos, consumo e industrial.

Todas las personas del mundo tenemos un papel que jugar y las personas con mayor capacidad y responsabilidad deben asumir el liderazgo y apoyar a las otras en su viaje. Nadie debe quedarse atrás.
Más información sobre qué dice el informe especial del IPCC 1’5 °C

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