La madera de ipé, la maldición para los bosques y los pueblos de la Amazonia
En España, una de las maderas tropicales más demandadas es la del árbol de ipe o lapacho, de nombre científico Tabebuia ssp. Este árbol habita las zona tropical en Centroamérica y América del Sur. En el caso de Brasil, además, debido a su floración espectacular que la hace destacar por encima de los árboles de la selva, el ipé es un símbolo nacional.
La madera de ipe es de gran resistencia y dureza, tanto que se la conoce en algunos lugares como iron wood (palo de hierro). Por sus características, se utiliza para exterior en la construcción de jardines, bordes de piscinas, puertos deportivos, pasarelas, puentes, caminos, etc.
Su alto valor económico es el motor de la exploración y aprovechamiento forestal de la selva amazónica. Aunque no está todavía en peligro de extinción, la demanda creciente de su excelente madera no para de crecer. Para talar y vender ipe se mata. Como el coltán, el uranio o los diamantes, su extracción y comercio internacional está teñido de sangre. Así, se ha convertido en una maldición para los habitantes de las regiones selváticas donde vive esta especie.
Ya dijimos en 2014 que el ipe era la nueva caoba. Como el wengué o el ébano africano o la teca de birmania. El interés económico por estas maderas preciosas está asociada a graves problemas sociales y ambientales, conflictos que promueven la destrucción de las selvas y el asesinato de las voces que osan alzar su voz contra estas atropellos.
La densidad de este árbol en la selva es muy baja, por lo que hay que abrir muchos caminos en la selva para acceder a esta madera. ¡Se estima que hay un árbol de ipé en una superficie de 10 campos de fútbol! Pero los madereros encuentran muchas formas de engañar a las autoridades brasileñas. Como inflar los inventarios y decir que hay más madera de ipe que la que existe realmente y robarla en tierras indígenas o espacios protegidos.
Desde hace ya 20 años Greenpeace ha expuesto como la tala industrial, frecuentemente ilegal, es la avanzadilla de una degradación de la selva amazónica que, aunque silenciosa, es igualmente dañina: es la antesala a la deforestación, una primera vía para la total eliminación de la superficie forestal. Y a partir de 2014, hemos expuesto las maneras en las que se realiza esta tala de manera fraudulenta e ilegal. En nuestro informe “Amazonía, crisis silenciosa”, expusimos con cinco casos de estudio de ilegalidades que muestran cómo la madera amazónica llega a distintos países entre los que se encuentra España, como uno de los principales importadores de Europa.
Hace algunos años, España se significaba dentro de los países europeos como cuarto país importador en Europa y quinto a nivel mundial. A pesar de la crisis de la construcción que afectaba a nuestro país, el sector seguía “liderando” la demanda de esta especie controvertida.
Pero algunas de las empresas señaladas en nuestro informe de 2014 siguen haciendo lo mismo, importando y transformando madera de ipe procedente de las talas ilegales y la destrucción de la selva.
Y esto es posible porque el Gobierno Español no está haciendo su tarea. El Reglamento de la Madera (conocido como EUTR, European Timber Regulation), que prohíbe la entrada de madera ilegal en la UE, entró en vigor en marzo de 2013. Hubo que esperar dos años a que hubiera un Real Decreto para su aplicación concreta y práctica en España. Todavía hoy, pese a varias denuncias de Greenpeace y otras ONG extranjeras, no se conoce una infracción a una empresa española por incumplir dicho reglamento.
Con esta sensación de impunidad, no es difícil entender que el ipe siga entrando en la Unión Europea a través de puertos españoles. Ipe manchado de sangre y destrucción.