La sequía pasa factura
Cada día que pasa parece más evidente que la sequía está aquí para quedarse. Nuestras reservas de agua embalsada apenas llega al 37% de su capacidad, y sigue bajando. La falta de lluvia provoca impactos en todos los ámbitos y no solo en el medio ambiente. La agricultura, el abastecimiento urbano e industrial, la producción de energía, la salud, la conflictividad social y la seguridad pública son algunos de los principales perjudicados también.
Varios ejemplos, demuestran lo que está sucediendo. Los agricultores están sufriendo inmensas pérdidas y no recuerdan una situación peor desde 1992 en los cultivos de secanos (aquellos que ni siquiera se riegan). Los niveles de contaminación atmosférica en Madrid han superado el límite saludable para respirar. Más de 120 municipios españoles se están abasteciendo con camiones y cisternas, al carecer ya de agua para el consumo.
El clima está cambiando como consecuencia del cambio climático. Esto ya no lo pone en duda nadie. Un informe de la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica estadounidense), revela que el año 2016 ha sido el más caluroso en los últimos 137 años, desde que tenemos registros. Y 2017 lleva el mismo camino, batiendo récord de temperaturas cada mes. No es descabellado pensar que la Península Ibérica pueda estar entrando una de las sequías más severas de las últimas décadas.
A la falta de precipitaciones se le ha sumado la pésima gestión del agua que hemos hecho en los años de bonanza hídrica. Una total falta de previsión para afrontar periodos secos como el actual. Las sequías son cíclicas en nuestro clima y, por lo tanto, planificables. Pero parece que tampoco esto sirve para prevenir. Seguimos viviendo como si la Península Ibérica fuera rica en agua. Una muestra, hace escasamente una semana se anunciaba la construcción de la mayor playa artificial de Europa, en Guadalajara.
En este contexto, hoy hemos presentado reportaje va acompañado de un informe titulado: Sequía, algo más que falta de lluvia. Con ello se pretenden exponer los impactos de la sequía, sus consecuencias y las demandas para afrontar futuros periodos secos con garantías no sólo para los ecosistemas sino también para la sociedad y la actividad económica de España.