Después de 26 días de tour del Rainbow Warrior recorriendo toda la península #EnMarchaporelClima hacemos balance de las cifras y los rostros que han marcado este viaje climático con el que hemos reclamado un cambio energético para superar la crisis climática en la que estamos inmersos.

Empezamos por las personas que han hecho posible este periplo por las costas de la península, 137 voluntarios y voluntarias han sido la espina dorsal de este tour haciendo labores de logística, guías en las jornadas de puertas abiertas, ayudantes de cocina y activistas en las acciones. Durante el mes de julio hemos atracado en tres puertos: Barcelona, Málaga y Vilagarcía de Arousa, hemos hecho tres acciones, nos hemos reunido con 24 grupos políticos en el barco y autoridades, han venido 68 medios a hacer entrevistas y conocer la campaña, 10.200 personas han visitado el barco y de ellas 1.200 eran parte de nuestras socios y socias de Greenpeace. Hemos hecho tres ruedas de prensa y compartido experiencias en talleres de energía ciudadana y cafés de innovación energética con 265 personas.

Con toda esta fuerza detrás y el empuje que da saber que hay muchas personas en marcha por el clima no nos olvidamos de los protagonistas de este viaje, nuestros voluntarios y voluntarias, que nos regalan su tiempo libre para hacer esta organización más fuerte y energética, para seguir luchando en la defensa del medio ambiente. Estos son algunos de los rostros de esta travesía climática:

Sara Freire tiene 28 años y es higienista dental en Vilanova de Arousa (Pontevedra). Sara lleva 11 años siendo voluntaria de Greenpeace. Empezó con 17 años en el grupo local de Pontevedra y ahora lleva la coordinación del grupo haciendo logística, salidas y trabajo local con otras organizaciones. Su motivación es conseguir cambiar cosas, poco a poco, y poder dejar un medio ambiente a la gente joven que cree que está cada vez más implicada. Es su primera vez en el Rainbow Warrior y reconoce que es muy emocionante poder estar aquí como voluntaria, especialmente en su tierra Galicia, haciendo rutas con visitas para enseñar el barco.

Con 58 años Ricardo Hartasánchez ha encontrado un nuevo camino en su vida, cansado de ver la contaminación plástica que asola el planeta hace un año decidió hacer algo más, y entró en el grupo de voluntariado de Greenpeace en Madrid, donde vive actualmente. Como es freelance tiene tiempo libre y lo dedica a la organización, haciendo labores de educación y participa en el grupo de teatro de Madrid. En este tour está haciendo también visitas guiadas por el barco y labores de logística. En este viaje ha navegado por primera vez y le ha parecido una oportunidad única: «Me siento cómodo aquí, he encontrado mi lugar, siento que puedo dedicar mi tiempo a ayudar al medio ambiente… Greenpeace es como una familia».

Entre líneas y cálculos arquitectónicos Mario Álvarez, de tan solo 22 años, decidió empezar a ser voluntario de Greenpeace. Estudiante de arquitectura en Sevilla lleva dos años en la organización y desde hace un año es coordinador del grupo local de su ciudad natal. Vio por redes sociales que podía ser voluntario de Greenpeace y no se lo pensó dos veces, dice que su motivación es estar en marcha contra el cambio climático, que le parece la peor amenaza a la que nos enfrentamos. Sus amigos no le siguen en sus iniciativas voluntarias, así que entró solo en Greenpeace, pero dice que ahora tiene un montón de amigos entre los voluntarios y voluntarias que están en la organización. Esta vez ha sido su primera navegación, y salvo algunos días de mucho mareo, está feliz de la vida.

La historia de nuestra voluntaria canaria Pino Alemán, de 60 años, es increíble. Cuando nuestro barco Arctic Sunrise fue a parar las prospecciones petrolíferas en Canarias ella estaba allí, junto a varias amigas amas de casa, siguiendo a nuestro barco y al que iba a perforar en un programa de internet. Teníamos allí a un equipo agotado y Pino fue la que se presentó en el hospital y nos consiguió comida y recursos para poder seguir trabajado 24 horas al día. Desde entonces se hizo voluntaria y en este tour es la ayudante de cocina. Un mujer fuerte que nos prepara unos platos de ensueño. Su horario es intenso ya que tiene muchos turnos en la cocina entre limpieza y cocina, y ha estado los 23 días de este tour alimentándonos a todos, en compañía de nuestro cocinero indio Willy. Ambos han fusionado la cocina canaria y asiática en los fogones del Rainbow Warrior durante este intenso mes.

El voluntariado de Greenpeace emociona, trabaja incansable sin esperar nada a cambio, cocinar, subir y bajar, hablar durante horas, bajo la lluvia o al calorazo, siempre dispuestos, siempre ahí para ayudar en lo que haga falta. Sin el voluntariado esta organización no tendría espina dorsal para sostener todo el trabajo que hacemos. ¡Gracias y mil veces gracias voluntarios y voluntarias de Greenpeace! ¡Sois grandes!