Nuevo revés político al tranvía en Barcelona
Cuando imaginamos las ciudades del futuro siempre nos viene a la cabeza ciudades verdes, saludable, con gente caminando, bicicletas, tranvías, y sin apenas coches. Ciudades en las que podemos respirar sin miedo alguno. En esto consiste el imaginario colectivo, y con este objetivo muchas ciudades van poco a poco avanzando. Entre nuestras ciudades, una de las que mejor representaban esa actitud de mirar hacia el futuro era Barcelona.
Una ciudad que siempre nos evocaba iniciativa e intención por atreverse a poner en marcha las políticas más avanzadas que nos llegan desde otras partes del mundo. Por eso Barcelona fue de las primeras ciudades del Estado en introducir el sistema público de bicicletas, y tras el tremendo éxito cosechado lograr vincular su imagen de ciudad a la bicicleta. En políticas de movilidad urbana, Barcelona, para el resto de nuestras ciudades siempre ha sido un referente, y sin que eso excluya los enormes retos que tiene por delante, relacionados principalmente con los elevados niveles de contaminación que registra la ciudad por el todavía excesivo uso del automóvil.
Barcelona era en todo caso un referente, hasta hoy…cuando el pleno del Ayuntamiento ha rechazado la conexión de los dos ramales de tranvías actualmente existentes por la emblemática Diagonal. Un proyecto que habría vuelto a situar a Barcelona en el primer plano de las ciudades que se esmeran por implementar políticas de movilidad pensadas para sus ciudadanos y no para los coches. Un proyecto que habría supuesto una transformación vital de la ciudad, rescatando una de las principales arterias de la ciudad del actual colapso de los coches para permitir que miles de ciudadanos se desplazaran cómoda, rápidamente y en un medio no contaminante por su ciudad. Un proyecto incuestionable técnicamente y avalado por todos los estudios y planes de movilidad que llevan realizándose para la ciudad desde hace más de 10 años.
Por eso, cuando dentro de unos años veamos el tranvía por la Diagonal, porque lo acabará haciendo, como algo normal e incuestionable, como un símbolo de la ciudad y de lo que implica la movilidad sostenible, a algunos también nos vendrá el recuerdo del fatídico día de hoy, y de los continuos bloqueos cortoplacistas que lo tuvieron paralizado durante tanto tiempo. Y con el de hoy suman ya más de 10 años.
Y el día de hoy quedará tristemente grabado en la historia de la ciudad porque simboliza lo más oscuro y el mayor veneno contra los avances en movilidad que requieren nuestras ciudades, no solo para reducir sus niveles de contaminación sino también para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero: el uso partidista y electoral de las medidas de movilidad. Su aprobación o no atendiendo únicamente a cálculos electoralistas, e incluso su manipulación para utilizarlo como ariete contra el Ayuntamiento que pretende implementarlas.
Que se haya rechazado el proyecto habiendo una correlación de fuerzas mayoritaria en el Ayuntamiento de Barcelona, de fuerzas políticas que llevaban en sus programas electorales la conexión del tranvía, resulta inexplicable. A ojos de las personas que deseamos y anhelamos la conexión del tranvía, porque sabemos que tendrá claros beneficios sociales y ambientales, resulta incomprensible la negativa de hoy. Y no podemos comprenderlo, porque sus razones utilizan el lenguaje inintelegible para nosotros del fango político. Por eso no entendemos ni a ERC ni a Ciudadanos cuando tratan de explicarnos por qué han votado en contra. Y difícilmente les entenderemos mientras su lenguaje solo se base en sus propios registros y no con los que desean y anhelan la mayor parte de la sociedad, que observamos perplejos sus vanos intentos para justificar lo injustificable.
La conexión del tranvía verá en todo caso la luz, y cuando lo haga todas estas maniobras y bloqueos políticos no serán más que un mal recuerdo y una lección de lo que implica el uso partidista e interesado de medidas necesarias para la ciudad, y de los percances que ocasionan a sus habitantes. Y desde Greenpeace estaremos ahí, junto con nuestros compañeros de la plataforma Unims el Tranvies para lograr que los políticos barceloneses abandonen su dialecto partidista para hablar en el lenguaje de sus habitantes y cumplir así con sus deseos y promesas electorales, y recuperar de paso la imagen e iniciativa de Barcelona perdidas en el día de hoy.