Entrada de blog por Greenpeace España - 16-05-2020


Repensando el comercio en tiempos de COVID-19

Desde mi casa, mirando por la ventana, me siento frustrada (bueno enfadada, aunque según parece las mujeres no deberían estarlo) con nuestra clase política y los que toman decisiones. Si durante las últimas décadas no hubieran abrazado de tal forma el neoliberalismo, si aquellos que se llaman progresistas no se hubieran encogido de hombros dando por hecho que no había otra alternativa, hoy podríamos haber tenido muchas más opciones disponibles para actuar.  

Si no hubiéramos actuado como si los bosques fueran sólo un recurso más para explotar, tal vez la diversidad de la vida silvestre que vive cómodamente en sus hábitats no alterados podría haber frenado la propagación de enfermedades zoonóticas a los humanos. Si nuestros gobiernos no hubieran permitido la existencia de fisuras legales para que las corporaciones no paguen sus correspondientes impuestos, podríamos haber financiado y gestionado mejor el sistema sanitario, protegiendo a los trabajadores de este sector para que ellas y ellos nos cuiden. Si no nos hubiéramos centrado únicamente en tener más cosas y más baratas, tal vez nuestras cadenas de suministro podrían haber estado mejor preparadas para obtener lo que necesitamos cuando lo necesitamos. 

Bosque Galicia

A medida que más personas se suman a la petición de una relocalización de la producción o la reorganización de las cadenas de valor, también suben el tono las habituales voces del liberalismo que claman “proteccionismo”. Aparentemente, les preocupa que esta crisis deje en evidencia lo absurdo de su estrategia económica de búsqueda de beneficios a toda costa

Seamos claros, estamos hablando de la protección de todo lo que apreciamos. El principio de precaución, utilizado por muchos gobiernos para orientar su respuesta rápida, ha salvado probablemente innumerables vidas durante esta pandemia. Entonces, ¿por qué la Comisión Europea parece estar trabajando de la mano con potencias como Estados Unidos para desmantelar este principio a través de la política comercial de la UE? 

Entonces, ¿qué es la relocalización?

No se trata de cuestionar la necesidad del comercio. Desde Greenpeace hacemos un llamamiento para establecer una política comercial racional que tenga en cuenta el impacto social y ambiental de la forma en que consumimos, con el objetivo de que todos vivamos de manera sostenible. Como dice La Vía Campesina, debemos basar el comercio en la solidaridad en lugar de la competencia. 

La deslocalización de la producción ha sido una carrera desbocada; desde los trabajadores mal pagados que fabrican productos que son vendidos a bajo precio, hasta el ocultamiento de los costes ambientales durante su fabricación. La llamada a la relocalización no tiene por qué ser una defensa del aislacionismo o el nacionalismo. Acortar las cadenas de suministro puede ayudar en futuras crisis al permitir que los países tengan un acceso más fácil y rápido a lo que necesitan. Y también puede ayudar a llamar nuestra atención sobre el verdadero coste de lo que estamos comprando. La relocalización puede ser una oportunidad para colocar a los trabajadores y trabajadoras en el centro de cadenas de suministro más cortas, pagándoles salarios justos y tratándolos bien. Hacer cadenas de suministro más cortas puede crear oportunidades para la construcción de la comunidad. 

Sin embargo, la relocalización debe abordarse de manera integral, ya que una mayor cantidad de alimentos producidos localmente puede aumentar su precio, lo que dificulta el acceso de colectivos en situación de precariedad. Los precios suben porque la mano de obra se vuelve más cara, a menudo debido al aumento de los costos de la vivienda. El acortamiento de las cadenas de suministro debe ir de la mano de políticas de acceso asequible a la vivienda e ingresos básicos suficientes para garantizar la accesibilidad a los alimentos. Así como las políticas extractivas obsesionadas con el crecimiento allanan su vínculo destructivo entre la deforestación, la crisis climática y la falta de atención médica adecuada y accesible, también una transición justa debe tener en cuenta las diversas políticas necesarias para garantizar el bienestar, la vida digna y la armonía con la naturaleza.

¿Qué pasa con los aranceles aduaneros?

Los aranceles pueden ayudar a apoyar la producción local y no siempre son algo malo, pero pueden ser un cuchillo de doble filo.

COVID-19

En este momento, a todas las personas nos parece una buena idea deshacerse de los aranceles aduaneros para el material médico. Pero, a medida que salimos de esta crisis y descubrimos cómo recomponerse de su enorme impacto, los aranceles pueden ser útiles para diversificar nuestras economías. Los aranceles podrían proporcionar ingresos muy necesarios para los gobiernos, especialmente para garantizar una transición justa en todo el mundo. Los gobiernos que imponen aranceles para diversificar sus propias economías también podrían usar sus recursos adicionales para ayudar a otros países a diversificarse. Las cadenas de suministro más localizadas también podrían ayudar a los países a ser más resistentes y estar mejor ubicados para ayudar a otros países cuando llegue el momento. 

La relocalización también favorece el fortalecimiento de la comunidad global. Las voces que reclaman una mayor relocalización y el establecimiento de cadenas de suministro más sostenibles no están llamando a la autosuficiencia. La crisis provocada por la COVID-19, como la crisis climática, ha demostrado cuán interdependientes somos del resto del mundo. La relocalización sólo funcionará si es de naturaleza internacionalista. Esta reivindicación es una invitación a repensar cómo estructuramos nuestras economías y cómo ser más resistentes. Y cuanto más podamos construir comunidades resilientes alrededor de las cadenas de suministro locales, cuando tenga sentido ecológico, más podremos construir comunidades a través de las fronteras. 

Cuando en Greenpeace pedimos un comercio justo y sostenible, a menudo nos encontramos con acusaciones de que estamos en contra del «comercio basado en normas» y el libre comercio. Sugerir que los aranceles pueden ser una buena idea podría aumentar esta percepción. Pero realmente no me importa, porque las personas abonadas a las consignas facilonas y a una cosmovisión en blanco y negro son las mismas personas que se han quedado sin argumentos sobre por qué debemos continuar con el modelo neoliberal de siempre. 

El actual marco internacional del mal llamado “libre” comercio favorece y funciona para las grandes multinacionales, cuyas cadenas de suministro representan el 80% del comercio mundial. Pero, hasta la fecha, este mercado ha supuesto una degradación ambiental y un agravamiento del cambio climático, sin contribuir a la mejora del bienestar de las poblaciones afectadas. Tomando prestadas las palabras de mi colega; la gente ahora compra sólo lo que es esencial, y la economía mundial se detiene por eso. Por lo tanto, está más claro todavía que es absurdo promover el crecimiento a través de más y más comercio.

Esto es lo que necesitamos de ti

Acción el planeta primero

Hagamos que nuestros gobiernos comprendan que no superaremos esta crisis bebiendo del mismo pozo envenenado de neoliberalismo, que fue quien primero enfermó el comercio internacional. 

Todos debemos asumir la responsabilidad de cambiar. Podemos animar el debate, ya sea con nuestro vecino o en Twitter, para comenzar a pensar fuera del marco mental en el que el neoliberalismo nos ha metido.

Hablemos libremente sobre los beneficios del consumo de cercanía y las cadena de suministro locales (y disfrutemos de esos beneficios comprando productos locales siempre que sea posible y cuando sea ambientalmente lógico).

Imaginemos qué tipo de industrias podrían prosperar si estuvieran protegidas de la competencia socialmente injusta y ambientalmente destructiva. ¿Cómo se verían estas industrias apoyadas por políticas de compra pública que favorecen a las empresas que respetan las normas sociales y ambientales?

Pidamos más cooperación y solidaridad a través de las fronteras.

Redefinamos las reglas del comercio internacional para que hagan de la dignidad humana una prioridad y apoyen una relación positiva entre la sociedad y la naturaleza

Shira Stanton es estratega política senior en Greenpeace Internacional

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