«Soy Svieta Volochai, víctima y testigo del horror del accidente nuclear de Chernóbil hace casi 36 años, y no quiero que algo así vuelva a ocurrir en mi país por nada del mundo.

La guerra en Ucrania tiene que acabar de inmediato, es la única solución para evitar sufrir un accidente nuclear grave como el que viví yo cuando tenía 12 años. Por aquel entonces yo era muy pequeña, pero sabía que ocurría algo muy grave.

Una noche oímos un gran ruido de vehículos pasar por la carretera que lleva a Chernóbil. Luego, por la mañana, todo parecía tranquilo, hasta que empezaron a venir a nuestro pueblo vehículos del ejército, de los que salían militares con máscaras. Pero no se nos dijo nada hasta una semana después. Nuestra aldea, Orane, a 35km de Chernóbil, no fue evacuada, pero acogimos a gente de otros pueblos que sí lo fueron. Nos dieron ciertas precauciones básicas con las que íbamos a tener que vivir a partir de entonces: que no abriéramos las ventanas, que saliéramos a la calle lo menos posible o que las tiendas protegieran los alimentos con plásticos. En el colegio nos decían que con la radiación se puede vivir uno o dos años, y después mueres, así que empecé a planear qué hacer con los dos años de vida que me quedaban.

Por suerte han sido más de dos. Fui profesora y pude dedicarme a ayudar a sobrevivir a cientos de niños y niñas que, como yo, están afectados por el accidente nuclear de Chernóbil. Ahora vivo en Madrid, pero me aterra pensar que, por la invasión militar de Ucrania por parte de Vladimir Putin, un suceso así pueda volver a pasar. 

«Me aterra pensar que, por la invasión militar de Ucrania por parte de Vladimir Putin, un suceso así pueda volver a pasar»

Los 15 reactores nucleares de Ucrania dedicados a la generación eléctrica, entre ellos la planta de Zaporiyia, la más grande de Europa, están en riesgo de sufrir daños potencialmente catastróficos que podrían dejar parte del continente europeo, incluida Rusia, inhabitable durante décadas. La propia central de Chernóbil, que está en manos de las tropas rusas, ha sufrido un corte del suministro eléctrico que podría suponer una fuga radiactiva. Parece que no hemos aprendido nada.

A la gente que aún apoya la energía nuclear, les diría que es mejor vivir sin electricidad a tener reactores nucleares. De verdad. Si no lo creen, que intenten vivir medio año con radiación. Para nosotros tener un cáncer es como tener un catarro.

Desde España, quiero pedirle al Gobierno que, además de abandonar la peligrosa energía nuclear, cuya vulnerable seguridad tanto nos vuelve a mantener en vilo en estos días de guerra, acelere la transición energética abandonando también los combustibles fósiles que están alimentando la maquinaria de guerra de Putin. Afortunadamente, disponemos de fuentes de energía renovables abundantes, económicas, seguras y que no provocan ni alimentan las guerras.»

«Disponemos de fuentes de energía renovables abundantes, económicas, seguras y que no provocan ni alimentan las guerras»

Svieta Volochai, ucraniana superviviente del accidente de Chernóbil.

Svieta Volochai, ucraniana superviviente de Chernóbil.