Entrada de blog por Greenpeace España - 09-07-2024


Una tierra arrasada: Gaza será inhabitable para las próximas generaciones

Farah Al Hattab  3 Julio 2024 

Además de las diversiones propias de la infancia en las montañas del sur de Líbano, la guerra y los bombardeos nunca estuvieron lejos. Aunque la ocupación israelí de la mayor parte del sur de Líbano terminó el 25 de mayo de 2000, dos años después de que yo naciera, las ocupaciones de Cisjordania, la Franja de Gaza, los Altos del Golán y las granjas de Shebaa continúan a día de hoy. En julio de 2006, cuando tenía ocho años, se libró una guerra de 33 días en el Líbano. Crecí con la convicción de que el destino de libaneses y palestinos está históricamente conectado y de que algún día Palestina será libre. Pero este artículo no va sobre mí.

Mientras escribo, la guerra israelí contra la Franja de Gaza dura ya 270 días, con al menos 38.430 muertos y 86.969 heridos desde el 7 de octubre, según el Ministerio de Salud de Gaza. Estamos siendo testigos de un genocidio que también tiene consecuencias nefastas para los ecosistemas y viola el derecho de muchas personas a disfrutar de un hábitat saludable y desarrollar su vida en él.

«Una de las graves consecuencias de la guerra en Gaza ha sido la violación masiva del derecho a un medio ambiente limpio, sano y sostenible… que representa un grave riesgo para la vida y el disfrute de todos los demás derechos. La región ya está experimentando graves impactos climáticos que podrían empeorar aún más». Astrid Puentes Riaño, relatora especial de la ONU sobre el derecho humano a un medio ambiente sano, en The Guardian, 6 de junio de 2024.

Desde el comienzo de la guerra, como investigadora jurídica y medioambiental, he estado leyendo y recopilando artículos e información sobre el devastador impacto de la guerra en el medio ambiente de Gaza. A continuación expongo una instantánea de lo que ha sido documentado hasta el momento.

El coste medioambiental de la guerra en Gaza

La actual guerra en Gaza ha infligido graves daños al medio ambiente, afectando al aire, el agua y la tierra, y a todas aquellas personas que dependen de ellos. Las emisiones de carbono directas derivadas de la guerra son asombrosas, con una estimación media de 536.410 toneladas de dióxido de carbono en los primeros 120 días de guerra, el 90% de las cuales se atribuyen a los bombardeos aéreos de Israel y a la invasión terrestre de Gaza. Esta cifra es superior a la huella de carbono anual de muchos países vulnerables al cambio climático. Se ha registrado contaminación por metales pesados como consecuencia de los intensos bombardeos.
El aire ha resultado contaminado con sustancias químicas procedentes de armas como el fósforo blanco debido al uso intensivo de explosivos y la exposición a municiones de fósforo blanco, a su vez, provoca una disminución de la productividad de las tierras agrícolas y puede dañar la vegetación existente.

Palestinos llenan botellas de agua para consumo doméstico en una fuente pública, en el campo de refugiados de Rafah, en el sur de la Franja de Gaza. © Anas Mohammed / Shutterstock

Los recursos hídricos se han visto gravemente comprometidos, con unos 60.000 metros cúbicos diarios de aguas residuales sin tratar que desembocan en el mar Mediterráneo. El sistema de agua potable de Gaza, ya insuficiente antes de la guerra, con un 90-95% de aguas subterráneas no potables, se encuentra ahora en un estado aún más crítico. De media, en abril de 2024, la población gazatí tenía acceso a entre dos y ocho litros por persona y día, frente a los 85 litros por persona y día antes de octubre de 2023. Las investigaciones indican que 20 litros per cápita al día es la cantidad mínima de agua potable necesaria para alcanzar los niveles mínimos esenciales para la salud y la higiene.

La degradación de la tierra y el suelo han devastado la sociedad agrícola de Gaza. La destrucción de granjas y terrenos agrícolas, unida a 17 años de bloqueo, que ha privado a la región de insumos agrícolas esenciales, ha provocado una grave inseguridad alimentaria. Teniendo en cuenta la intensidad de los bombardeos, es muy probable que los campos de Gaza estén contaminados con metales pesados y otras sustancias químicas asociadas a los equipos y municiones militares. En mayo de 2024, el 57% de las tierras de cultivo de Gaza habían resultado dañadas. Y según la ONU, Israel ha destruido el 70% de la flota pesquera de Gaza. El ganado se muere de hambre, incapaz de procurarse alimentos o ser fuente de ellos.
Los olivos, que son cruciales en Palestina por su profundo significado cultural y su importancia económica, ya que proporcionan sustento a muchas familias mediante la producción de aceite de oliva, han sido a menudo blanco deliberado de soldados o colonos israelíes, convirtiéndose en símbolo del sufrimiento de los palestinos desposeídos de su patrimonio e incapaces de acceder a sus tierras y cultivos. La destrucción de olivos forma parte de un patrón más amplio de daños a la tierra y a la propiedad -especialmente constatados en Cisjordania-, así como de restricciones que tienen importantes consecuencias para los medios de subsistencia, la seguridad alimentaria y el medio ambiente de la población palestina.

Salud pública y crisis climática: los asesinos silenciosos

La crisis de la sanidad pública y el aumento de la vulnerabilidad ante el empeoramiento de los efectos del cambio climático son consecuencias silenciosas pero mortales de la guerra. La región de Oriente Medio y Norte de África se está calentando casi el doble de rápido que la media mundial. Este año, al menos 1.300 peregrinos del Hajj en La Meca han muerto por enfermedades relacionadas con el calor debido a las temperaturas extremas.

Gaza, ya de por sí una región climáticamente vulnerable, se enfrenta a un empeoramiento de las condiciones a causa de la guerra. Las proyecciones indican que las temperaturas podrían aumentar 4 °C para finales de siglo, lo que agravaría la irregularidad de las precipitaciones, las olas de calor y las sequías. Una reciente ola de calor en abril puso de manifiesto las terribles condiciones de la población desplazada, y varias personas murieron a causa del calor.

La infraestructura de salud pública, ya debilitada por años de bloqueo, se está derrumbando por el peso de la guerra. Los sistemas e instalaciones de alcantarillado, tratamiento de aguas residuales y gestión de residuos sólidos están colapsados. Miles de toneladas de residuos sólidos se acumulan en vertederos informales por toda Gaza, y las aguas residuales sin tratar fluyen libremente hacia el mar. La propagación de enfermedades como infecciones cutáneas, hepatitis A y diarrea va en aumento, con una epidemia potencial que amenaza miles de vidas. Los ataques a hospitales y los bloqueos de suministros médicos han paralizado el sistema sanitario de Gaza, dejando a millones de personas con necesidad urgente de ayuda humanitaria. La presencia de cadáveres en descomposición aumenta aún más el riesgo de brotes de cólera. Los niños y niñas, con un sistema inmunitario debilitado por la falta de alimentos, están especialmente expuestos a este riesgo.

Voluntarios de Greenpeace Reino Unido con una pancarta en la que se lee «Alto el fuego ya» en la Marcha de Solidaridad con Palestina en Londres.

Las consecuencias medioambientales de la guerra en Gaza también perjudican a los países vecinos

El impacto medioambiental de la guerra se extiende más allá de Gaza, afectando a países vecinos como Egipto, Jordania y Líbano. 

Egipto está experimentando un aumento de la contaminación en el norte del Sinaí y a lo largo de su costa mediterránea, lo que puede perjudicar a las poblaciones pesqueras, la vida marina y las reservas de aguas subterráneas. La calidad del aire también ha disminuido, lo que afecta a la salud pública. Jordania también se enfrenta a un aumento de la contaminación atmosférica debido a su proximidad a la Franja de Gaza. 
El Líbano, especialmente en sus áreas fronterizas meridionales, sufre daños agrícolas relacionados con la guerra, contaminación química y contaminación por restos de explosivos. También allí, una evaluación preliminar ha señalado que los bombardeos con fósforo blanco han causado grandes daños medioambientales, afectando a los ecosistemas naturales y a la calidad del agua y suponiendo una amenaza para la salud humana y el ganado.

Israel debe asumir los costes de la devastación medioambiental según el derecho internacional

Aunque el entorno natural está protegido por el derecho internacional humanitario, sigue siendo una «víctima silenciosa de la guerra». La devastación medioambiental en Gaza viola múltiples leyes y convenciones internacionales diseñadas para proteger el medio ambiente durante los conflictos armados. El Estatuto de Roma y los Convenios de Ginebra señalan que la destrucción intencionada del medio ambiente puede constituir un crimen de guerra

Conceptos como «ecocidio» han sido utilizados por expertos y organizaciones no gubernamentales para describir la actual destrucción deliberada del medio ambiente de Gaza. Un reciente análisis por satélite revela que «la escala y el impacto a largo plazo de la destrucción han dado lugar a llamamientos para que se investigue como posible crimen de guerra y se clasifique como ecocidio, término que abarca los daños causados al medio ambiente por acciones deliberadas o negligentes».
El derecho internacional exige que Israel asuma el coste de la reconstrucción de Gaza, dada su responsabilidad reconocida como potencia ocupante.

Greenpeace España y “Unmute Gaza” muestran en el museo Reina Sofía de Madrid una ilustración del artista visual estadounidense Shepard Fairey “Obey” para pedir un alto el fuego inmediato en Gaza. © Mario Gomez / Greenpeace

La reconstrucción de Gaza requerirá decenas de miles de millones de dólares durante varias décadas

Informes recientes han intentado cuantificar los daños sufridos, el tiempo necesario y el coste de reparar y reconstruir la economía, el medio ambiente, los edificios y las infraestructuras primarias de Gaza, entre otros. 
Una evaluación provisional de daños realizada por el Banco Mundial afirma que el coste total de los daños a finales de enero de 2024 era de aproximadamente 18.500 millones de dólares; los daños ya sufridos en el sector del agua, el saneamiento y la higiene se evalúan en más de 500 millones de dólares; otros 629 millones de dólares en el sector agropecuario, y 411 millones de dólares en el sector medioambiental (incluida la retirada de escombros).

Dos niños de pie sobre un montón de basura en Gaza. Cientos de miles de toneladas de residuos rodean a los residentes de la Franja de Gaza. © Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (OOPS)

Según un análisis realizado por investigadores del Reino Unido y Estados Unidos, el coste en términos de CO2 de la reconstrucción de Gaza será superior a las emisiones anuales de gases de efecto invernadero generadas individualmente por 135 países. 

Según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), «la destrucción sin precedentes de Gaza requerirá decenas de miles de millones de dólares y décadas para revertirla». Un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) afirma que «el nivel de destrucción en Gaza es tal que la reconstrucción de las infraestructuras públicas requeriría ayuda externa a una escala no vista desde 1948». El informe también indica que Gaza necesitará aproximadamente 80 años para restaurar todas las viviendas que han quedado completamente destruidas, siguiendo los mismos patrones de reconstrucción de las dos últimas escaladas. 

Sin un alto el fuego permanente en el horizonte, los daños y el coste de la reconstrucción aumentarán inevitablemente, comprometiendo aún más la capacidad del pueblo palestino para volver a habitar la Franja de Gaza. 
Estoy asistiendo al desarrollo de un genocidio con mis propios ojos, a través de mi teléfono móvil: una documentación estremecedora de primera mano sobre el horror. Mientras Israel no rinda cuentas por la sangre que ha derramado en mi región, me temo que el destino al que está abocando a la población de Gaza es el mismo que nos espera también al resto de nosotros.

Demandas de Greenpeace para proteger a las personas, el medio ambiente y la paz en Gaza y la región

Medidas urgentes:

  1. Un alto el fuego inmediato y permanente.
  2. Un embargo mundial sobre todas las ventas y transferencias de armas.
  3. El fin de la ocupación ilegal de Palestina.
  4. El tránsito constante y seguro de camiones de ayuda humanitaria.
  5. Acceso de investigadores y especialistas en medio ambiente para realizar estudios sobre el terreno.

Medidas a largo plazo:

  1. Apoyo de donantes internacionales y regionales para el desarrollo de infraestructuras de abastecimiento de agua.
  2. Evaluaciones medioambientales exhaustivas tras la guerra.
  3. Esfuerzos de reconstrucción sostenible centrados en la mitigación del cambio climático, las políticas de resiliencia y la participación comunitaria.
  4. Medidas para exigir responsabilidades a Israel por los daños infligidos en Gaza en violación de sus obligaciones internacionales*.

* Basado en el principio de derecho internacional de que «el Estado responsable tiene la obligación de reparar íntegramente el perjuicio causado por el hecho internacionalmente ilícito». – Artículo 31(1) de la Responsabilidad del Estado por hechos internacionalmente ilícitos, Comisión de Derecho Internacional, 2001.

Para hacer frente a los graves daños medioambientales sufridos en Gaza se requiere tanto una actuación inmediata como una planificación estratégica a largo plazo que garantice una recuperación sostenible y una capacidad de recuperación en el futuro.

Greenpeace Aotearoa con una pancarta que dice “Alto el fuego ahora” en una marcha en Auckland, Nueva Zelanda, por la paz en el conflicto entre Israel y Palestina.

Acciones solidarias que puedes llevar a cabo

Estés donde estés, tu solidaridad puede marcar la diferencia. Estas son algunas de las cosas que puedes hacer:

AUTORA. Farah Al Hattab, activista e investigadora jurídica de Greenpeace Oriente Medio y Norte de África en Beirut. Nació y creció en el sur del Líbano.

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Comentarios

5 comentarios
Antxón 09/07/2024

Hay que pararle los pies a un tirano como es el Metanyu de los cojnes.Basta ya!!

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Omar Ospina García 09/07/2024

Si las ONU, CIJ o CPI no actúan ya contra Benjamín Netanyahu y su equipo de Asesores de Guerra, fallan humana, moral y jurídicamente en sus funciones y son cómplices de los criminales. Alguien debe detenerlos ya. COMO SEA.

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MARIAN 09/07/2024

Yo creo qué son todo intereses y nosotros podíamos hacer más entre todos, y qué parasen todas las guerras.

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Fran 09/07/2024

Ánimo!

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Roberto 10/07/2024

Por desgracia hay unos cuantos países de la UE que siguen vendiendo armas a Israel. Esto es una burla. Mientras USA y UK no den un golpe encima de la mesa esto va a seguir igual. Todavía recuerdo a los ingleses cuando estaban en la UE y decían que daban el dinero necesario pero que no le mandasemos inmigrantes. Así de hijos de puta son

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