5 de junio Día Mundial del Medioambiente
Código rojo: Greenpeace exige más ambición para cuidar el planeta
- Cuando se cumplen 50 años de la resolución de la ONU que estableció el Día Mundial del Medioambiente, Greenpeace recuerda los logros y los grandes asuntos pendientes en el cuidado del planeta
- Greenpeace señala cinco grandes desafíos: la emergencia climática; la pérdida de biodiversidad; la escasez y mala gestión del agua; la movilidad y la contaminación del aire, y, en la raíz, un modelo socioeconómico insostenible e injusto
- La solución: proteger bosques y océanos; apostar por las energías renovables; poner coto a la agricultura y la ganadería intensivas; desarrollar una movilidad sostenible; en definitiva, avanzar hacia un modelo que ponga a las personas y al planeta en el centro
En el 50º aniversario de la declaración del 5 de junio como Día Mundial del Medioambiente, Greenpeace España celebra los avances conseguidos durante este medio siglo, aunque denuncia que no han sido suficientes para evitar la actual crisis climática y de biodiversidad.
La mayor concienciación medioambiental de la sociedad, tratados internacionales como el Acuerdo de París y el desarrollo de estándares de protección para los ecosistemas son solo algunos ejemplos de avances que se han producido en los últimos años, gracias en gran medida a la presión social, en especial de jóvenes activistas, comunidades indígenas y organizaciones sociales. Sin embargo, el conjunto de medidas aprobadas, casi siempre de no obligada implementación, ha sido insuficiente para evitar la situación de emergencia medioambiental en la que se encuentra el planeta.
Para revertir esta situación de crisis climática es imprescindible repensar el modelo en el que vivimos e impulsar un nuevo sistema de producción y consumo que respete los límites planetarios, ponga la vida en el centro y esté basado en la justicia social.
En un día como hoy, Greenpeace España quiere poner el foco en estas cinco claves:
1. LA EMERGENCIA CLIMÁTICA: POR UN SISTEMA ENERGÉTICO 100 % RENOVABLE
La crisis climática presenta un reto sin precedentes y esta es la década clave para frenarla.
Sus efectos son evidentes: la subida del nivel del mar a un nuevo máximo global en 2021, el aumento de la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos, con veranos más largos y sequías más frecuentes. De hecho, hace pocos días España ha vivido probablemente la ola de calor más temprana de la historia1.
La causa está en gran medida en la quema de combustibles fósiles. El 79 % de las emisiones de gases de efecto invernadero en la Unión Europea son debidas a la quema de combustibles para usos energéticos o de transporte, según datos de Eurostat. En España, las grandes eléctricas —encabezadas por Endesa, Iberdrola y, Naturgy, a las que se han unido petroleras como Repsol o Total— siguen abusando de su posición de dominio en el mercado eléctrico para favorecer sus negocios vinculados a combustibles fósiles, a la vez que utilizan el discurso de la sostenibilidad para hacer campañas de lavado verde.
En estos meses, la guerra de Ucrania ha mostrado la falta de independencia energética de Europa y, concretamente, de España. Más del 10 % del gas que importa España viene de Rusia, que financia de este modo la guerra. Pero esta situación no puede servir como excusa para buscar otras fuentes de combustibles fósiles ni para invertir un solo euro en la construcción de nuevas infraestructuras de gas, carísimas e inútiles a corto plazo, y que mantengan al país atado al consumo de estos combustibles altamente contaminantes.
Existen las soluciones para reducir al menos a la mitad las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero de aquí a 2030, con un bajo coste o incluso beneficios económicos. En España es el momento de acelerar la transición energética hacia las energías renovables y la eficiencia, y abandonar cuanto antes los combustibles fósiles. Hay que reformar el mercado eléctrico, poner fin al poder del oligopolio energético e impulsar las alternativas que permitan a la ciudadanía beneficiarse de las ventajas económicas y ambientales de las energías renovables, como el autoconsumo y las comunidades energéticas.
2. LA CRISIS DE LA BIODIVERSIDAD: PROTEGER LOS BOSQUES Y OCÉANOS
La biodiversidad regula el clima y la temperatura del planeta, y sus ecosistemas suministran alimentos, energía, agua y nutrientes de los que depende cualquier tipo de vida, también la de los seres humanos.
Los datos son contundentes: solo el 15 % de los bosques permanecen intactos en todo el planeta y perdemos una superficie de bosque equivalente a un campo de fútbol cada dos segundos. Por otro lado, solo el 3 % de los océanos del mundo está libre de presiones humanas. Y junto a este mal uso y sobreexplotación, el ser humano no deja de contaminar: llenando el mar de plásticos (que se han multiplicado por 10 desde 1980), llenando el Sur Global de basura que el Norte rico no quiere ver, y de sustancias tóxicas nuestros suelos contaminando nuestras aguas.
Para frenar la pérdida de biodiversidad, hay soluciones al alcance de cualquiera, como exigir políticas que limiten la acción de las industrias depredadoras del medioambiente o cambiar nuestros hábitos de consumo, apostando por consumo local, ecológico y de temporada. Además, este año se podría conseguir la firma de un Tratado Global de los Océanos, que proteja el 30 % de los mares antes de 2030, con un plan claro y recursos suficientes para hacerlo realidad.
3. AGUA ESCASA, CONTAMINADA Y MAL GESTIONADA: PONER FIN A LAS MACROGRANJAS Y AL #AGUADEMIERDA
El primer factor de la disminución del agua disponible es su nefasta gestión, muy relacionada con un modelo agroalimentario inadecuado y depredador de recursos hídricos. Regadíos sobredimensionados, robo de agua, pozos ilegales, trasvases innecesarios, urbanismo desmedido, campos de golf en secano, cultivo de alimentos típicos de otros climas, y un largo etcétera que pone de manifiesto que la política de gestión del agua en España ha estado al servicio de cualquier demanda por insostenible que fuese.
Y a la mala gestión hay que sumar los impactos del cambio climático: ya llueve menos, y lloverá menos, según las proyecciones realizadas por la ciencia. España es ya el país más árido de Europa y el 75 % de su territorio está en riesgo de convertirse en desierto a lo largo de este siglo.
Pero además de escasa y mal gestionada, el agua en España está altamente contaminada. La ganadería industrial, con sus macrogranjas y sus excesivos excrementos, y la agricultura industrial, con su uso masivo de fertilizantes, son los responsables de un #AguadeMierda, que en muchos lugares del territorio ya no es potable. El último informe del Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD) señala que el 30 % de las estaciones de control de las aguas subterráneas y el 50 % de las superficiales indican una mala calidad debido a la contaminación por nitratos2. Por si hubiera dudas, la Comisión Europea llevará a España ante el Tribunal de Justicia de la UE por esta razón.
Para paliar esta situación, Greenpeace exige, en primer lugar, un plan para la reducción progresiva de la cabaña ganadera en intensivo hasta alcanzar un 50 % menos en 2030; segundo, no conceder autorizaciones para nuevos regadíos intensivos. Y, por último, fomentar y adoptar una “dieta de salud planetaria” que lleve a una reducción drástica del consumo de carne hasta alcanzar un máximo semanal de 300 gramos a la semana por persona.
4. UNA MOVILIDAD QUE CONTAMINA: CUIDAR EL AIRE QUE RESPIRAMOS
El modelo de movilidad en España es responsable del 29 % de las emisiones de C02, y la contaminación atmosférica causa 16.000 muertes prematuras al año en nuestro país.
Es imprescindible dejar atrás el actual modelo contaminante e individualista y avanzar hacia un modelo de movilidad basado en el transporte público, con más espacio para las personas y menos para los coches, y comprometido con el abandono del diésel y la gasolina antes de 2028; la implantación de Zonas de Bajas Emisiones que realmente sirvan para reducir la contaminación atmosférica, el ruido y las emisiones de gases de efecto invernadero, y la prohibición de vuelos cortos donde haya una ruta equivalente en tren, entre otras medidas.
5. LA RAÍZ ÚLTIMA DEL PROBLEMA: HAY QUE DARLE LA VUELTA AL SISTEMA
La crisis climática y la pérdida de biodiversidad son efectos directos del actual modelo socioeconómico, un sistema que no respeta los límites del planeta, que se ceba con las personas más desfavorecidas, permite un acceso y control desiguales a los recursos y perjudica más a las personas más desfavorecidas, y que, en definitiva, busca un crecimiento infinito en un planeta con recursos finitos.
Hacer frente a las crisis ambiental obliga a una radical y urgente transformación económica, social y política del sistema, que cambie las formas de producción, que pase por la reducción de las necesidades energéticas y del consumo, apueste por un modelos distinto de alimentación y movilidad y abandone definitivamente los combustibles fósiles. En definitiva, dejar de priorizar la visión cortoplacista y los intereses económicos y empresariales de un puñado de empresas y transitar hacia un modelo vertebrado en torno a la vida y que sitúe a las personas y al medioambiente en el centro.
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