El nuevo acuerdo sustituye a la Declaración de Nueva York de 2014

COP26: Greenpeace critica que los líderes den luz verde a otra década de destrucción de bosques

02-11-2021

  • El nuevo acuerdo contra la deforestación sustituye a la Declaración de Nueva York sobre los Bosques de 2014, que Brasil no firmó
  • La declaración de 2014 ya incluía el compromiso de reducir a la mitad la pérdida de bosques para 2020; sin embargo, el ritmo de pérdida de bosques naturales ha aumentado drásticamente en los últimos años
  • Para Greenpeace, en este acuerdo faltan medidas para reducir la demanda de carne y productos lácteos industriales, una industria que está provocando la destrucción de los ecosistemas

 

La COP26 está siendo testigo de una oleada de anuncios sobre los bosques, entre ellos un nuevo acuerdo entre los gobiernos, incluido el de Brasil, para detener y revertir la deforestación para 2030. Pero Greenpeace critica el anuncio como una luz verde para otra década de destrucción de los bosques.

La directora ejecutiva de Greenpeace Brasil, Carolina Pasquali, ha respondido desde Glasgow al anuncio: «Existe una buena razón por la que Jair Bolsonaro se ha sentido cómodo firmando este nuevo acuerdo. Permite otra década de destrucción de bosques en Brasil y no es vinculante. Mientras tanto, los ecosistemas forestales de Brasil seguirán siendo destruidos y la Amazonia no podrá sobrevivir a más años de deforestación. Los pueblos indígenas piden que se proteja el 80% del Amazonas para 2025, y tienen razón, es lo que se necesita. El clima y el mundo natural no pueden permitirse este acuerdo».

El «nuevo» acuerdo sustituye a la Declaración de Nueva York sobre los Bosques de 2014 (aunque Brasil no la firmó entonces). La declaración de 2014 incluía el compromiso de que los gobiernos redujeran a la mitad la pérdida de bosques para 2020 y apoyaran al sector empresarial para que pusiera fin a la deforestación en las cadenas de suministro para 2020. Sin embargo el ritmo de pérdida de bosques naturales ha aumentado drásticamente en los últimos años. Los nuevos anuncios sobre las cadenas de suministro parecen carecer de fuerza y es poco probable que reviertan los años de fracaso empresarial en esta materia.

Las emisiones de gases de efecto invernadero de Brasil aumentaron un 9,5% en 2020, impulsadas por la destrucción de la Amazonia, resultado de las decisiones políticas deliberadas del gobierno de Bolsonaro. Teniendo en cuenta su historial, Greenpeace advierte que hay pocas posibilidades de que acate este acuerdo totalmente voluntario e impulse políticas que sitúen a Brasil en la senda del cumplimiento del nuevo compromiso. De hecho, actualmente está tratando de impulsar un paquete legislativo que aceleraría la pérdida de bosques.

Otra laguna en el paquete aprobado es la falta de medidas para reducir la demanda de carne y productos lácteos industriales, una industria que está provocando la destrucción de los ecosistemas a través de la producción ganadera y el uso de soja para la alimentación animal.

La responsable de bosques de Greenpeace Reino Unido, Anna Jones, ha declarado: “Mientras no pongamos fin a la expansión de la agricultura industrial, empecemos a avanzar hacia dietas basadas en plantas y reduzcamos el consumo de carne y lácteos industriales, los derechos de los pueblos indígenas seguirán amenazados y la naturaleza seguirá siendo destruida, en lugar de tener la oportunidad de restaurarse y recuperarse». 

Hoy también se ha anunciado la concesión de nuevos fondos a países con importantes zonas forestales, como Brasil y la cuenca del Congo. Anna Jones ha dicho: «Las sumas que se presentan son una pequeña fracción de lo que se necesita para proteger la naturaleza a nivel mundial. Teniendo en cuenta el historial de muchos de estos gobiernos, que no respetan o atacan los derechos de los indígenas y destruyen los bosques, tienen un largo camino que recorrer para garantizar que estos fondos no se limiten a llenar los bolsillos de los destructores de bosques. Los fondos comprometidos por los gobiernos en el marco del Compromiso Mundial de Financiación Forestal parecen proceder de sus presupuestos de ayuda, por lo que no está claro si se trata realmente de dinero nuevo. Y no hay garantías de que las donaciones del sector privado no se utilicen simplemente como compensaciones de las reducciones directas de emisiones».

El gobierno de la RDC levantó en julio una moratoria sobre nuevas concesiones de tala, y a los activistas les preocupa que la oferta de nuevos fondos no esté supeditada al restablecimiento de la prohibición.

Un portavoz de Greenpeace África declara: «El levantamiento de la moratoria pone en peligro un área de bosque tropical del tamaño de Francia, amenaza a las comunidades indígenas y locales y arriesga futuros brotes de enfermedades zoonóticas que pueden causar pandemias. Con tanto en juego, cualquier nueva remesa de dinero sólo debería ofrecerse al gobierno de la RDC si se restablece la prohibición de nuevas concesiones de tala».  


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