El borrador del nuevo Plan Nacional Integrado de Energía y Clima avanza en la lucha contra la emergencia climática (pero no lo suficiente)
- El objetivo de reducción de emisiones de efecto invernadero sube del 23% al 32%, aún así, es insuficiente para cumplir con el Acuerdo de París
- Para evitar un aumento de temperatura media global mayor a 1,5 ºC, las emisiones se deben reducir un 55% en 2030 respecto de las cifras de 1990, según indica la ciencia
- El nuevo borrador también mejora el objetivo de producción de electricidad con fuentes renovables al fijarlo en un 81%, que se acerca pero aún no llega al 100%, como propone Greenpeace para 2030
- España es uno de los países más afectados por la crisis climática, como muestra la sequía y las olas de calor actuales, y sus impactos se verán agravados si no se acelera la descarbonización a la velocidad que indica la ciencia
- Greenpeace alerta a la ciudadanía de la importancia de votar teniendo en cuenta el compromiso de los partidos con la acción climática
Greenpeace considera que el borrador del nuevo Plan Integrado de Energía y Clima (PNIEC) publicado hoy supone una mejora respecto al plan actual, pero que aún necesita acelerar la descarbonización a la velocidad indicada por la ciencia. El objetivo de reducir las emisiones un 32% en 2030 (con respecto a 1990) avanza en la dirección correcta, pero no tiene en cuenta la urgencia indicada por los estudios científicos, según los cuales es imprescindible reducir las emisiones un 55% en 2030. Echamos en falta también la definición de un objetivo de emisiones a más largo plazo: la ciencia indica que España debe alcanzar las cero emisiones netas en 2040.
La velocidad marcada en el nuevo borrador sigue siendo insuficiente para cumplir con el Acuerdo de París, por lo que Greenpeace, junto a las otras organizaciones demandantes, seguimos pendientes de la sentencia del Tribunal Supremo al litigio por falta de ambición en la acción climática, que debería forzar al futuro gobierno a fijar el objetivo de reducción de emisiones en, por lo menos, un 55% en 2030.
“Este plan es la concreción de la política climática y energética de un Gobierno. Ahora los partidos que se presentan a las elecciones tendrán que explicar qué piensan hacer: mejorarlo para hacerlo más ambicioso y alineado con la exigencias científicas frente al reto climático que enfrentamos, e impulsar así el bienestar de la ciudadanía, o bien dejarlo como está o incluso rebajarlo o aparcarlo. La ciudadanía tendrá que valorar qué trascendencia tendrá la acción climática en la próxima legislatura”, ha declarado Jose Luis García Ortega, responsable del área de clima, energía y movilidad de Greenpeace.
Considerando la actual crisis climática, energética y de desigualdad, se hace imperante cambiar cuanto antes el muy contaminante y peligroso sistema energético dependiente de combustibles fósiles y nuclear a un sistema 100% renovable. Greenpeace, siguiendo las recomendaciones científicas, demanda alcanzar en 2030 un sistema eléctrico 100% renovable (y no sólo el 81% indicado en el borrador del PNIEC) y llegar a que todo el sistema energético también lo sea en 2040 para conseguir que ese año las emisiones netas sean cero. Para lograr un sistema que no depende de los combustibles fósiles numerosas demandas energéticas deben transformarse a eléctricas, por lo que es necesario un desarrollo intenso y rápido de las renovables, que debe ser ordenado, respetuoso con la biodiversidad y las personas.
La ciudadanía debe ser protagonista
Es deber de los Gobiernos fomentar un desarrollo renovable que sea comprendido como una oportunidad para el bienestar de la sociedad y del medioambiente, así como una oportunidad irrenunciable para participar en la transición energética. Por lo tanto, es necesario seguir avanzando en el autoconsumo energético, especialmente en el colectivo así como en las comunidades energéticas; asegurar una correcta participación de la población afectada en el desarrollo de nuevos proyectos de energías renovables; y conseguir lo antes posible una cartografía detallada y vinculante de lugares de exclusión de dichos proyectos por efectos sobre la biodiversidad y la población local. También se deberían designar espacios prioritarios por su bajo impacto negativo y su implicaciones para el adecuado desarrollo técnico, algo a lo que obligará la directiva europea de renovables a punto de ser aprobada en Bruselas. Los criterios de Greenpeace para impulsar la protección de la biodiversidad y el desarrollo intenso y rápido de las renovables están recogidos en el documento Desarrollo renovable necesario para el clima y respetuoso con la biodiversidad y las personas.
La organización reitera la necesidad de acabar con la dependencia de los combustibles fósiles y nuclear, que tiene múltiples consecuencias negativas: perjuicios a la salud, responsabilidad en la crisis climática, déficit de la balanza comercial, etc. En este sentido, es imprescindible fijar objetivos claros de abandono progesivo del uso de gas fósil, comenzando por eliminar su uso para la producción eléctrica en 2030. El borrador, tal y como está redactado, permite aún construir nuevas infraestructuras de combustibles fósiles y que estos tipos de combustibles reciban subvenciones. El nuevo PNIEC debería eliminar los subsidios fósiles – que en 2022 alcanzaron € 3.000 millones – y proponer nuevos impuestos a estas industrias fósiles que sirvan para financiar la acción climática, para reparar los efectos del cambio climático, provocados en gran parte por los combustibles fósiles.
Si bien el plan mantiene el calendario de cierre progresivo del parque nuclear acordado entre el Gobierno y las compañías eléctricas, debe considerarse la necesidad de un adelanto de los cierres a medida que la entrada de energías renovables exija aumentar la flexibilidad del sistema eléctrico.
Greenpeace considera que el PNIEC debe contemplar un objetivo de ahorro energético para que España reduzca progresivamente su demanda energética total en un 50%, manteniendo o mejorando las prestaciones y evitando consumos inútiles (implementando eficiencia energética) y suprimiendo consumos derrochadores o suntuosos mientras se garantizan los servicios energéticos básicos a toda la población (implementando la suficiencia).
Junto a las necesarias medidas de ahorro y eficiencia, llamamos de nuevo la atención de que, además de transformar el sistema energético, es imprescindible igualmente transformar los sistemas de movilidad y agroalimentario para conseguir la neutralidad climática. El nuevo borrador incluye mejoras en movilidad, como la ya aprobada Estrategia de Movilidad Segura, Sostenible y Conectada 2030, aunque no contempla medidas como el abono universal T-lleva, propuesto por Greenpeace, que daría un gran impulso a un transporte público asequible, atractivo y accesible a toda la población.
El borrador apenas incluye medidas dirigidas al sector agroalimentario, aparte de algunos puntos para mejorar su eficiencia energética. Sin duda, se requieren medidas más ambiciosas en este sector, como por ejemplo reducir de forma progresiva la cabaña ganadera en intensivo, al menos un 50% en 2030.
Necesidad de un proceso participativo real
Reclamamos al futuro Gobierno que salga de las urnas el 23 de julio que realice un proceso participativo real, tal como establece el Reglamento de Gobernanza y por el Convenio de Aarhus: “con modalidades prácticas en lo relativo a su participación”. Greenpeace, como parte de la Alianza por el Clima en la que participan numerosas organizaciones de la sociedad civil, reclama la creación de este proceso de participación pública en el que se desarrollen mesas de trabajo sectoriales y cuyas conclusiones sirvan para mejorar la versión actual del borrador.
Pedro Zorrilla Miras, portavoz de cambio climático de Greenpeace ha declarado: “España carece en su territorio de fuentes de combustibles fósiles o nucleares, pero sí somos privilegiados en recursos de sol y viento y otras renovables. Tenemos el conocimiento, la experiencia, la capacidad técnica e industrial y a una mayoría de la opinión pública a favor de una rápida y ambiciosa acción climática. Además, como hemos visto en el contexto de guerra, la transición energética es buena para el bolsillo y para crear puestos de trabajo. Por lo tanto, tiene la oportunidad de ser un país referente a nivel internacional de ser neutral climáticamente en 2040, y alcanzar un bienestar y prosperidad mucho mayor que con el modelo energético del que venimos. El cambio climático ya está aquí y no hay tiempo que perder.”