Greenpeace, 20 años después del Prestige: “Es desolador ver que no hemos aprendido nada. Hoy mismo podría repetirse”

10-11-2022

  • Miles de buques con millones de toneladas de mercancías peligrosas como el petróleo siguen pasando frente a nuestras costas cada año
  • Greenpeace demandó desde el primer momento que se refugiase el buque para trasvasar el fuel, pero el Gobierno decidió alejarlo de la costa, lo que provocó una catástrofe de dimensiones continentales
  • Tras el suceso la movilización de la sociedad fue heroica y logró mitigar y convertir la catástrofe en el mayor acto colectivo de amor por la naturaleza que se recuerda en España
  • Para conmemorar el trágico aniversario la ONG ha vuelto a los lugares más afectados y ha realizado un documental testimonial con voces que lo vivieron en primera persona

10 de noviembre de 2022-. El accidente, peregrinación forzada y hundimiento del petrolero Prestige en noviembre de 2002 originó el desastre ambiental más grave de nuestra historia, que alcanzó dimensiones continentales a causa de la deficiente gestión de las autoridades. Estas fueron responsables de un encadenamiento de errores críticos y de alimentar la desinformación sobre las dimensiones de la catástrofe.

Para conmemorar el trágico aniversario del Prestige la ONG ha vuelto a los lugares más afectados por el “chapapote” y ha realizado un documental testimonial con voces que vivieron en primera persona el desastre y actuaron para poner soluciones. También ha realizado en su página web un especial en el que recorre la cronología del desastre.

Además veinte años después, Greenpeace ha recordado que las condiciones para que se produzca otro evento catastrófico de similares características siguen presentes. Por el Corredor de Fisterra, frente a Galicia, siguen pasando más de 36.000 barcos al año, un 35 % con mercancías peligrosas como el petróleo. Aproximadamente el 70 % del transporte marítimo de petróleo en la Unión Europea, cifrado en más de 800 millones de toneladas, se realiza frente a las costas del Atlántico y del Mar del Norte.

La gestión de la crisis
Para la ONG entre lo más reseñable de aquel desastre originado por la enorme grieta en el buque el 13 de noviembre de 2002, estuvo la negligente actuación de las autoridades antes durante y después del accidente, así como la desinformación que fue constante durante la gestión. Galicia había sufrido hasta cuatro catástrofes similares en las tres décadas anteriores y, a pesar de ello, no existían ni medios ni un plan de contingencia mínimamente eficaz para abordar el naufragio.

Greenpeace demandó desde el primer momento que se refugiase el buque para trasvasar el fuel que transportaba, pero la decisión del Gobierno fue alejarlo de la costa, lo que provocó una catástrofe de dimensiones continentales. Cerca de 3.000 kilómetros de costa contaminada, algo insólito hasta entonces. Por otro lado, se tardó mucho en desplegar las medidas anticontaminación de las que se disponía que, además, resultaron escasas. La desinformación oficial fue una de las principales características de esta catástrofe de repercusión internacional: fue escasa, insuficiente y, en ocasiones, falsa. Un ejemplo fue la falta de recomendaciones a la población ante el posible impacto del fuel en la salud de las personas que accedían a las playas. Posteriormente, la organización ecologista afirma que el mayor juicio por daños medioambientales de la historia de España, que ocurrió 10 años después del vertido, no sentó a todos los culpables en el banquillo.

El impacto del vertido
Las sucesivas mareas negras del Prestige contaminaron gravemente casi 3.000 kilómetros de costa, desde Portugal y Galicia hasta Francia. Se tuvieron que parar las actividades pesqueras durante meses y muchos ecosistemas y especies fueron arrasadas, incluyendo hasta 200.000 aves marinas muertas, así como delfines, nutrias, tortugas y hasta focas. Greenpeace llama la atención sobre la falta de una evaluación del impacto ambiental a corto, medio y largo plazo que caracterizase, evaluase y cuantificase todos los impactos de la marea negra del Prestige, así como los efectos de aquel fuel tóxico en las personas.

Blanco sobre negro, la movilización social
Por último, la organización ha querido recordar también lo bueno que nos trajo la catástrofe. Fue la sociedad civil, con el desplazamiento espontáneo a las costas de más de 300.000 personas voluntarias, y el movimiento cívico Nunca Máis quien se puso al frente del desastre, logró mitigarlo con eficacia y exigió medios y responsabilidades cuando más hacía falta.

La movilización de la sociedad civil durante la catástrofe del Prestige fue absolutamente heroica, el mayor acto colectivo de amor por la naturaleza que recordamos. Cientos de miles de personas voluntarias, gentes del mar y un movimiento cívico de dignidad como Nunca Máis se pusieron al timón ante la ausencia del Estado. Sin ese liderazgo colectivo las sucesivas mareas negras del Prestige hubiesen tenido un impacto aún más devastador”, ha comentado Manoel Santos, coordinador de Greenpeace en Galicia.

La industria fósil
Los combustibles fósiles, desde su extracción, transporte y consumo, generan enormes emisiones de gases con efecto invernadero e irreparables daños ambientales. Son los principales responsables de la crisis climática en la que estamos inmersos. Su papel en el sistema energético debe ser sustituído con urgencia por alternativas renovables, más limpias, más baratas y más justas. Además de esto, la industria fósil continúa actuando con total impunidad y opacidad, creando redes de sociedades fantasmas de toda índole para proteger sus peligrosos cargamentos y eludir responsabilidades en caso de accidente. Ese fue el caso del Prestige, en el que la batalla judicial continúa veinte años después. Para Greenpeace debe existir un mecanismo claro que haga que la industria petrolera, que aprovecha los recursos naturales, se haga responsable de las consecuencias derivadas de su lucrativa actividad económica.

El desastre del Prestige revela como ningún otro la impunidad con la que actúa la industria de los combustibles fósiles. La regulación del transporte marítimo está diseñada a la medida de una industria que trata de sacar beneficio hasta las últimas consecuencias. Una industria que nunca se hará cargo de los 4.442 millones de euros en los que la Fiscalía española cifró los daños económicos y ambientales de la catástrofe y de la que sólo se ha cobrado un 4 %”, ha afirmado Sara del Río, responsable de investigaciones de Greenpeace.

Demandas de Greenpeace 20 años después
Lamentablemente muchas cosas deben cambiar para que otro Prestige no sea posible. Greenpeace plantea una serie de demandas recogidas en su especial para que no vuelva a repetirse una catástrofe como la vivida hace ya dos décadas.


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