Con motivo del cierre de la campaña de incendios, el 15 de octubre

Greenpeace alerta: ante los buenos datos de incendios forestales, no se puede bajar la guardia

14-10-2024

  • Este verano termina con un 46 % menos de superficie afectada respecto a la media de los últimos 10 años en España 
  • Los 17 grandes incendios forestales de los 5.663 incendios totales fueron responsables del 40 % de la superficie afectada por las llamas 
  • A pesar de las buenas cifras, los intensos incendios en Portugal demuestran que hay que seguir trabajando en prevención para no depender de la metereología y de los esfuerzos de un operativo exhausto

La campaña de incendios del verano, que tiene lugar del 1 de junio al 15 de octubre, termina en 2024 con un 46 % menos de superficie afectada respecto a la media de los últimos 10 años en España1.

Esto ha ocurrido debido a distintos motivos. Por un lado, las condiciones de temperatura, humedad y viento han sido y son favorables para prevenir la propagación de grandes incendios. Por otro lado, por la reducción del número de incendios, 5.663 en total (un 33 % menos respecto a la media del decenio), entre ellos 17 grandes incendios que han sido responsables del 40 % de la superficie quemada. El incendio con mayor superficie forestal afectada del año, sin embargo, tuvo lugar fuera del verano: fue el ocurrido a finales de enero en Arredondo-Soba, Cantabria, con 2.410 hectáreas afectadas. Y otro dato clave: el 70 % de los incendios ha quedado en fase de conato, es decir, con menos de 1 hectárea afectada, lo que se explica por la efectividad de los operativos de extinción. 

“A pesar de que esta reducción del número de incendios y de la superficie afectada puede traer consigo una menor percepción de riesgo ante los incendios, no debemos bajar la guardia.  Es necesario reducir la siniestralidad y la propagación de las llamas a través de la gestión de las masas forestales y el cumplimiento de las planificaciones. Por otro lado, es clave la dinamización del medio rural, así como acercar al conjunto de la sociedad la cultura forestal y la realidad de los incendios forestales en nuestro país. Los buenos datos no pueden hacer perder el interés por nuestros bosques”, declara Mónica Parrilla de Diego, portavoz de Greenpeace España.

Para la organización resulta preocupante que baje la percepción del agravante que supone el cambio climático para los incendios forestales. De hecho, en 2010 y 2011 las cifras fueron buenas, y la organización alertó frente a los recortes y la despriorización en prevención y extinción con el informe No podemos bajar la guardia. Entonces llegó el fatídico 2012. Esto debe ser un aprendizaje. 

Un verano más fresco y húmedo tampoco puede cuestionar la realidad del calentamiento global. Los datos muestran lo contrario. En concreto, el tiempo de este verano en España se ha visto influido por el calentamiento acelerado del Ártico, producto del deshielo y de efectos de retroalimentación que calientan más rápido esta región en comparación con el resto del planeta. Esto debilita los vientos de la corriente de chorro polar que habitualmente retienen el aire frío en latitudes altas. Como consecuencia del debilitamiento de la corriente de chorro, las masas de aire frías han descendido más al sur de lo habitual y otras más calientes han ascendido al norte. Este verano en España ha sido más fresco, mientras otros sufrían altas temperaturas y, por tanto, mayor riesgo de incendio forestal.

Y de esta forma, se vio una reducción del riesgo de incendios en la Península, mientras tanto, por ejemplo, en Grecia las llamas se acercaban a Atenas, lo que obligó a evacuar a más de 50.000 personas.

También a Portugal el 5 de septiembre le tocaron unas temperaturas más frescas y, sin embargo, la semana pasada hubo una oleada de incendios que ha arrasado más de 135.000 hectáreas y se ha llevado por delante siete vidas. Esto ocurrió en unos días en los que parte de España compartía un riesgo extremo de incendios en muchos puntos del territorio. 

“Lo que ha ocurrido recientemente en Portugal podría haber ocurrido aquí. Es cierto que los operativos de extinción en España son muy profesionales y efectivos: de hecho, el 70 % de los incendios acaban en conato (menor de 1 hectárea) porque los operativos llegan y apagan, pero también es cierto que no se puede depender de la meteorología ni de la eficacia de la extinción: hay que preparar y gestionar las masas forestales, igual que a la población, para prevenir el desastre”, destaca Mónica Parrilla.

Riesgo de incendios en Portugal el pasado 17 de septiembre. Fuente: IPMA

Riesgo de incendio en España, 17 y 18 de septiembre de 2024. Fuente: AEMET

Tras el dramático año 2022 -el peor de los últimos 28 años, con 268.000 hectáreas afectadas, 30.000 personas desalojadas y 4 personas fallecidas-, se generaron diferentes espacios de trabajo con expertos y expertas para abordar el gran reto de los grandes incendios, de los que nació la Declaración sobre la gestión de los grandes incendios forestales en España  en la que se consensuó que es urgente gestionar anualmente, como mínimo, el 1 % de la superficie forestal a escala nacional para preparar el territorio frente al paso de los grandes incendios forestales, y para ello, es imprescindible destinar alrededor de 1.000 millones de euros  para gestionar el paisaje forestal a escala nacional. 

También se presentan oportunidades en los planes nacionales en los que se traducirá la Ley europea de Reglamento de la Restauración de la Naturaleza, aprobada el pasado 17 de junio. Por ejemplo, restaurar espacios degradados por el fuego es una oportunidad: su abandono supone masas forestales poco naturales, muy alejadas de la madurez y muy vulnerables ante plagas e incendios recurrentes, ya que donde hubo fuego se homogeneiza el paisaje, generando un entorno más proclive a arder.  Por eso, ante el riesgo de grandes incendios forestales, es importante establecer estrategias de restauración.

Otra solución para prevenir el riesgo de incendios de alta intensidad es la gestión de los bulos, sobre todo los que apuntan a culpar a las áreas protegidas y al excesivo conservacionismo del agravamiento de los incendios en España. En este sentido, Greenpeace presentó este verano el informe No, las áreas protegidas no arden más. “Será clave analizar en profundidad la afección de los incendios forestales en áreas protegidas en las distintas comunidades autónomas, coordinar e integrar la planificación de las áreas protegidas y las de defensa y extinción de incendios forestales. Y para ello, proporcionar los recursos económicos y humanos para garantizar la gestión y conservación de las áreas protegidas, y gestionar con eficacia los instrumentos de planificación”, concluye la portavoz de Greenpeace. 


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