Greenpeace considera la autorización de vertido de la mina de San Finx una temeridad que pone en peligro la ría de Noia
- La organización apoya la movilización convocada por las cofradías de pescadores en la alameda de Noia el próximo sábado, 4 de marzo, y hace un llamamiento a la ciudadanía para secundarla
- Considera sorprendente que se permita el vertido de 889.885 m3 de aguas contaminadas con metales pesados y más cuando la mina carece de evaluación de impacto ambiental
- El vertido, siete kilómetros aguas arriba de la ría, y la futura explotación de la mina, podrían poner en grave riesgo ambiental la red Natura y uno de los mejores bancos marisqueros del país, del que viven unas 1600 familias
Galicia, 2 de marzo de 2023-. La organización ecologista Greenpeace se solidariza con los colectivos ecologistas, vecinales y productivos de la ría de Muros y Noia y manifiesta su apoyo a la movilización que tendrá lugar en la alameda de esa localidad el próximo sábado 4 de marzo a las 11:00 de la mañana.
La manifestación, convocada por las Cofradías de Pescadores de Noia y de Portosín y secundada por otros colectivos como la Federación Ecoloxista Galega, Plademar, Ecoloxistas en Acción, Greenpeace o el Sindicato Lagrego Galego, así como por el tejido productivo noiés, demanda que la Xunta retroceda en la autorización del vertido a la red fluvial de la ría de cientos de miles de metros cúbicos de achiques de mina, cargados con metales pesados como el cadmio, cobre y zinc, procedentes de la antigua mina de volframio y estaño de San Finx, en Lousame.
El vertido, previsto a siete kilómetros de la ría, podría dañar irreparablemente el Estuario del Tambre, Zona de Especial Conservación de la Red Natura 2000. Además, está zona cuenta con uno de los mejores bancos de berberecho del mundo, que extraen de manera sostenible miles de mariscadoras y mariscadores, por lo que el vertido causaría un impacto ambiental, social y económico sin precedentes en toda la comarca. Se pondrían en riesgo especies icónicas y comerciales, como las almejas fina y babosa, la ostra y sobre todo el berberecho, pues de Noia procede el 70% del que se extrae en Galicia.
A principios del febrero pasado Augas de Galicia autorizó a la empresa Tungsten San Finx, S.L., filial de la mercantil australiana Pivotal Metals, para vaciar un total de 889.885 metros cúbicos de «aguas residuales depuradas» al arroyo de As Rabaceiras, que forma parte de la red fluvial que alimenta la ría de Muros y Noia. Pivotal Metals no cuenta con ninguna mina operativa en ningún lugar del mundo y a la otra mina que tenía en la Galicia, la de Varilongo (Santa Comba), le fue denegada a finales del año pasado otra autorización de vertidos similar a la que ahora se concedió en San Finx.
El vertido implica extraer mediante bombeo las aguas ácidas que inundan las galerías de la vieja mina de volframio de San Finx, cerrada en 1989 y que la empresa pretende volver a explotar, a pesar de que el yacimiento carece de un proyecto minero válido y evaluado ambientalmente. Aunque la Xunta afirma que el vertido continuado será previamente depurado y estará sujeto al cumplimiento estricto de las normas de calidad ambiental, la Cofradía de Noia presentó un estudio en el que se evidencia el fracaso de la prueba piloto en la que se basa la planta de tratamiento de aguas de la mina, que no fue capaz de controlar los niveles perjudiciales de muchos metales pesados.
“Parece evidente que la Xunta ya tiene decidido, sin evaluación ambiental y contra la opinión de una amplia mayoría social, reabrir la mina de San Finx y ponerse a jugar con metales pesados en la ría de Noia. El resultado de los vertidos puede ser catastrófico. La credibilidad de la Xunta para hacer cumplir a las empresas las normas ambientales está muy en cuestión cuando llevamos años sin solucionar la grave amenaza de las balsas y escombreiras de Lousame”, ha afirmado Manoel Santos, portavoz de Greenpeace en Galicia.
Por último Greenpeace quiere recordar que la contaminación por metales pesados procedentes de actividades extractivas como la minería es uno de los mayores problemas ambientales por su persistencia y toxicidad. Pueden permanecer en el ambiente cientos de años y se acumulan con facilidad en animales y plantas. Afectan a todos los organismos vivos y la totalidad de cadenas tróficas, además de ser un riesgo de primer orden para la salud humana, incluso con consecuencias fatales.