Destrucción a toda costa 2025: impactos del urbanismo y el cambio climático en el litoral

Greenpeace denuncia que la gestión de la costa vasca no tiene en cuenta el cambio climático y tiene que hacer frente a la desaparición de varias playas

17-07-2025

  • A pesar de los impactos climáticos, se siguen promoviendo en Euskadi nuevas construcciones y normativas que facilitan la urbanización de los últimos tramos libres del litoral, incluso en zonas de riesgo
  • El turismo está aumentando en la costa vasca y el 60% de la población de Euskadi vive en municipios costeros, lo que expone a miles de personas a los impactos del cambio climático en el litoral. Para 2050 se espera que el mar entre unos 26 metros en tierra, haciendo desaparecer completamente playas como la de Gaztetape o Muriola
  • La organización reclama medidas de mitigación y adaptación al cambio climático que reduzcan la vulnerabilidad de la costa y su población
  • Tan sólo con una reducción moderada de las emisiones de gases de efecto invernadero se podría evitar el 40 % del retroceso de las playas de todo el mundo

“Mientras los impactos climáticos nos muestran su crudeza, la administración vasca mira hacia otro lado, recuperando modelos pasados que ya están obsoletos y ponen al límite los ecosistemas costeros que nos protegen. Con estas contundentes palabras resume Elvira Jiménez, coordinadora de campañas de Greenpeace, la situación del litoral vasco en la presentación, hoy, de una nueva edición del informe Destrucción a toda costa, que viene señalando, desde el año 2000, el imparable deterioro de las costas españolas. En esta nueva entrega, se detallan los impactos del cambio climático y el urbanismo en el litoral de Euskadi, que se pueden visualizar en un mapa satelital, también elaborado por Greenpeace.

El informe Destrucción a toda costa 2025: impactos del urbanismo y el cambio climático en el litoral es una exhaustiva investigación de la organización ecologista que pone de manifiesto que protegernos de los impactos del cambio climático es uno de los principales desafíos sociales, económicos y ambientales a los que se enfrenta el país. La elevación del nivel del mar, el incremento de la temperatura del agua, el aumento en la frecuencia e intensidad de fenómenos meteorológicos extremos, la erosión del litoral y la pérdida de biodiversidad costera y marina son algunas de las consecuencias que ya se están manifestando a lo largo de la costa. 

El litoral vasco en peligro

En los últimos años, las comunidades autónomas del norte de la península ibérica han sufrido un aumento significativo de la presión turística. Por un lado, se incrementan las llegadas en los meses de otoño y, por otro, las pernoctaciones hoteleras de extranjeros aumentaron con mayor intensidad, respecto al período prepandemia, en las regiones del norte de España, en comparación con los archipiélagos y el sur peninsular. 

Las estrategias de marketing institucional obvian los impactos climáticos a los que se enfrentan y apuestan por aumentar el número de turistas a costa de la creciente saturación de espacios naturales, un incremento del turismo estacional y una pérdida de autenticidad en muchas localidades. Este fenómeno es especialmente alarmante en zonas costeras que ya habían sido profundamente degradadas por décadas de actividad industrial donde el frágil equilibrio ecológico continúa deteriorándose. Se repite así un patrón de tensión de los servicios públicos, saturación de tráfico, elevado el coste de la vivienda que contribuye a procesos de gentrificación que desplazan a la población local y dificultan la convivencia, repitiendo los mismos errores que han deteriorado otros territorios.

La presión turística sobre la costa de Euskadi ha experimentado un notable aumento, con un incremento de visitantes en los últimos años que alcanzó cifras récord en 2024 con 4,7 millones de turistas. Las zonas costeras en particular han concentrado una parte sustancial de este turismo, que ha venido acompañado de proyectos que desprecian el medio donde se quieren asentar. El plan para construir una segunda sede del museo Guggenheim en la reserva de la Biosfera de Urdaibai es el más negativo, no sólo de Euskadi sino de todo el Estado español. Plantea construir dos sedes, una de ellas en los Astilleros de Murueta, ubicados en terrenos ganados a la marisma que gozan de protección internacional. Resulta especialmente grave que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico haya modificado la Ley de Costas mediante una Orden Ministerial que aprueba la reducción de la servidumbre de protección del dominio público marítimo terrestre en Murueta, para permitir que las instalaciones se construyan a 20 metros (y no a 100 metros como debería ser) de las marismas de Urdaibai, una zona protegida por su gran valor ecológico y que se vería muy impactada por la turistificación. Greenpeace y la plataforma Guggenheim Urdaibai STOP han denunciado esta lamentable maniobra ante la Audiencia Nacional.

Bilbao actúa como un potente motor turístico de la región y se extiende también a enclaves costeros más pequeños como Lekeitio (especialmente la isla de Garraitz) o Mundaka. En Gipuzkoa, la ciudad costera de Donostia es uno de los ejemplos más representativos de la tendencia del aumento de la presión de visitantes y sus consecuencias. Con una población de poco más de 188.000 habitantes, la ciudad recibió más de un millón de turistas en 2024 y una creciente saturación de espacios públicos, un alza sostenida en el precio del alquiler y conflictos vecinales relacionados con la proliferación de pisos turísticos. Otros municipios cercanos como Getaria, Zumaia y Zarautz son lugares de gran afluencia, incluídos los espacios naturales cercanos, como el Flysch de Zumaia, lugar patrimonio geológico mundial que ha tenido que limitar el acceso de visitantes en periodos de marea baja.

El 60% de la población de Euskadi vive en municipios costeros, lo que expone a miles de personas a los impactos del cambio climático en el litoral. Para 2050 se espera una subida del nivel del mar de 26 cm de media en un escenario de reducción moderada de emisiones, lo que significa que el mar se comerá aproximadamente 26 metros de arena. Por la morfología de la costa vasca, las playas y estuarios son las zonas más afectadas. 

En ese escenario las playas con mayor retroceso medio son:

  • Riesgo muy alto (20 a 30 m): Hondarribia, Ereaga 
  • Alto (10 a 20m): Zurriola, Zarautz, Santiago, Itzurun, Deba, Ondarbeltz, Ondar Gain, Karraspio, Isuntza, Plentzia, Muriola, Arrietara, Barinatxe, Gorrondatxe, la Arena. 

Por su extensión, el retroceso estimado podría suponer la desaparición casi total de las playas de Gaztetape o Muriola o la pérdida de cerca de la mitad de su extensión en el caso de Itzurun, Karraspio, Isuntza y Gorrondatxe. 

En términos de inundación debido a la subida del nivel del mar, el municipio con mayor impacto es Murueta (con más del 26% de su superficie en riesgo), lugar donde se localizaría la segunda sede del Guggenheim, lo que añade mayor insensatez a este polémico proyecto. En menores porcentajes, pero destacados, se encuentran Plentzia, costa de Bermeo y Mundaka y entorno de la ría de Urdaibai, Ea, costa de Lekeitio y desembocadura del río Lea, Ondarroa, Deba, Zumaia, Getaria, Orio e Irún. 

Contexto general

Tras años de haber explotado el litoral, se han dilapidado muchos ecosistemas costeros que nos protegen. Greenpeace señala las playas y zonas urbanas que se verán más afectadas para 2050 en un escenario moderado de reducción de emisiones según la información científica disponible (1).

Ante una costa artificial, la vulnerabilidad aumenta dramáticamente y con ello las consecuencias. Sin embargo, como denuncia Greenpeace, la gestión del litoral no está avanzando de forma paralela a esta realidad, y advierte que hay que acelerar las medidas de mitigación y adaptación que reduzcan la vulnerabilidad de la costa y de su población. También se observa la falta de coherencia entre las políticas de ordenación territorial y la necesidad urgente de aumentar la resiliencia de estos territorios. 

La situación es crítica y proyectos como el segundo museo Guggenheim supone un desprecio a la integridad de la costa cuando nos toca actuar urgentemente para protegernos” ha declarado Lorea Flores, delegada de Greenpeace en Euskadi. 

Soluciones para la costa 

Es urgente hacer frente a estos riesgos. Tan sólo con una reducción moderada de las emisiones de gases de efecto invernadero se podría evitar el 40 % del retroceso de las playas de todo el mundo. Para 2050, proteger y conservar las playas supondría un beneficio 150 veces superior a dejar que sigan deteriorándose. 

Las principales soluciones que plantea Greenpeace son:

  1. Acción climática urgente y ambiciosa. Proteger la biodiversidad y diseñar un nuevo sistema energético en el que se reemplacen los combustibles fósiles y el uranio por energías renovables.
  2. Proteger, restaurar y renaturalizar la costa. La naturaleza y sus procesos son los mejores aliados para mitigar, en las zonas costeras, los impactos de la subida del nivel del mar, de inundaciones y temporales. Las soluciones basadas en la naturaleza, que emplean los procesos naturales como remedio ante los impactos negativos, son eficaces y menos costosas que las clásicas medidas de infraestructura gris. Es imprescindible preservar los tramos de costa virgen que han sobrevivido, especialmente humedales, playas y dunas que actúan como barreras protectoras. Hay que restaurar todos los tramos posibles de costa, pensando en el futuro y en la necesidad de que nos protejan adecuadamente, y abandonar las medidas costosas que son sólo parches temporales, como la regeneración artificial de playas o el mantenimiento de infraestructuras obsoletas.
  3. Reducir la exposición al riesgo. Utilizar los datos y la cartografía sobre impactos y riesgos ante la inundación y la erosión. Evitar reconstruir y habitar zonas gravemente afectadas por inundaciones o temporales marítimos. Paralizar los proyectos urbanísticos en tramitación que contemplen edificar en zonas con riesgo de inundación e impedir el uso de medidas estructurales de mitigación de la peligrosidad de inundación como vía para generar espacios urbanizables. También hay que prohibir la calificación como urbanizable de los terrenos cuya peligrosidad se ha mitigado tras la construcción de una obra estructural.
  4. Adaptación transversal, local y participada. La adaptación al cambio climático tiene un fuerte componente local por lo que es necesario un análisis de los riesgos y vulnerabilidades en cada municipio, que deben traducirse en planes de adaptación. Son necesarias estrategias a nivel nacional y regional y deben contar con la financiación adecuada. La participación ciudadana es fundamental.
  5. Poner coto a la turistificación contando con la participación comunitaria. El sector turístico es un factor determinante en la gestión de la costa. Es urgente abandonar el discurso cuantitativo y la cultura del crecimiento continuo, por uno cualitativo que conduzca a una reforma estructural que aúne las necesidades de la población residente y los límites ambientales para poder desarrollarse en equilibrio. Hay que avanzar en la regulación con moratorias a las viviendas turísticas, erradicación de la oferta ilegal, reducción de la actividad aeroportuaria, limitación de la entrada de vehículos en las islas, refuerzo del transporte público y el control de aforo en espacios sensibles.

Enlace al informe AQUÍ

Mapa satelital de impactos urbanísticos y climáticos AQUÍ

Imágenes disponibles para medios AQUÍ

Infografía calentamiento del mar AQUÍ


Notas
  1. Los datos de impactos de cambio climático se han obtenido a partir de los visores cartográficos de las distintas comunidades autónomas, visores nacionales e informes publicados.

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