Greenpeace etiqueta productos en los supermercados para denunciar el peligro que sufre el futuro de la alimentación
- Personas voluntarias de la organización de 17 ciudades españolas están realizando esta actividad para concienciar a la ciudadanía sobre la urgencia de transformar el actual e insostenible sistema alimentario
- Una transformación del sistema alimentario podría reducir un 116 % las emisiones de gases de efecto invernadero y generar un 35 % más de empleo en 2050
- La sociedad civil es vital para la transformación del sistema alimentario, no sólo como consumidoras, sino ejerciendo también presión sobre la clase política
Durante estos días, personas voluntarias de Greenpeace están “etiquetando” alimentos en supermercados (como Mercadona, Carrefour, Día, Eroski, Alcampo, Lidl, Aldi, Hipercor, Bonpreu Alimerka, Gadis, Froiz, El Jamón, La Cesta, Más, Lupa, Superco…) en 17 ciudades* de la geografía española para concienciar a la población sobre la urgencia de transformar el actual e insostenible sistema alimentario. Para ello, están pegando etiquetas con un código QR que permite a las personas acceder al informe ”Revolución Alimentaria: Urge una transición del inviable sistema actual a un MODELO ALIMENTARIO SOSTENIBLE”, publicado la pasada semana por Greenpeace.
* Alicante, Barcelona, Bizkaia, Córdoba, Granada, León, Lleida, Madrid, Málaga, Ourense, Oviedo, Palma de Mallorca, Santiago de Compostela, Sevilla, Tarragona, Valladolid y Vigo.
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En este informe, Greenpeace propone una transformación sin precedentes del actual sistema alimentario. En él se analiza la situación actual, los impactos derivados del modelo imperante y qué ocurriría si seguimos en la misma trayectoria o si apostamos por efectuar una transición a un modelo alimentario sostenible tal y como propone la organización ecologista.
De seguir como hasta el momento, los impactos ambientales y sociales serían notorios. Por ejemplo, para 2050, las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la alimentación se incrementarían un 7 %, las especies amenazadas un 6 % y se reduciría un 53 % las capturas de pescado en caladero nacional. Por otro lado, para mantener este modelo altamente dependiente de insumos provenientes de otros países, habría que incrementar un 5 % la superficie cultivada total (España y países terceros).
Sin embargo, la transición alimentaria hacia uno verdaderamente sostenible, tendría beneficios sin parangón. Por ejemplo, también para 2050, se reducirían las emisiones en un 116 %, pasando el sistema alimentario español de ser un emisor neto a ser un sumidero de carbono. Las especies terrestres amenazadas se reducirían un 23 % y la contaminación del agua un 57 %, algo de extrema importancia sabiendo que sobre España pesa una sentencia condenatoria por incumplimiento de la Directiva de Nitratos. Se reduciría la superficie cultivada total un 38 % y se incrementaría un 22 % el potencial de capturas en caladero nacional debido al efecto de los espacios marinos protegidos de protección estricta, una de las medidas a poner en marcha. En el ámbito del empleo, la transformación es también muy beneficiosa, ya que con el modelo actual se podría incrementar un 6 % el empleo asociado al sistema alimentario frente a un 35 % con la propuesta de Greenpeace.
“La sociedad civil es un actor clave para la transformación del sistema alimentario”, ha declarado Helena Moreno, responsable de la campaña de Sistemas Alimentarios Sostenibles: “Por ello, este fin de semana, decenas de voluntarias de Greenpeace estuvieron etiquetando productos en supermercados para llamar la atención sobre la urgente necesidad de construir un nuevo modelo alimentario, sostenible, sano y justo tanto para quienes consumen como para quienes producen nuestros alimentos”.
Para que la transformación del sistema alimentario propuesta por Greenpeace se haga realidad, es fundamental que las personas modifiquen sus hábitos de consumo: que recuperen la verdadera dieta mediterránea adaptada al contexto climático, es decir, adaptarse a la dieta de salud planetaria, basada en alimentos de origen vegetal, ecológicos, locales y de temporada. Pero, sobre todo, que ejerzan su enorme poder como consumidoras, impulsando una auténtica revolución alimentaria con cada decisión de compra, una que sea escuchada por productores, distribuidores, empresas y responsables políticos.
Para lograrlo, es necesario construir un sistema que facilite y acompañe este cambio de hábitos. Esto implica impulsar mercados locales para productos ecológicos y sostenibles, equilibrando la oferta y la demanda a nivel estatal, y promoviendo la venta mediante herramientas tecnológicas y espacios como los mercados locales. Asimismo, es clave garantizar precios justos tanto para quienes producen como para quienes consumen, construyendo una cadena alimentaria alternativa que abarate los costes y genere rentas justas a aquellas producciones sostenibles.
Greenpeace hace un llamamiento a la ciudadanía a sumarse a esta transformación impulsando un cambio en sus hábitos de consumo y apoyando con su firma la demanda de un sistema alimentario justo saludable y sostenible dirigida a la clase política.