Reactivo ante la publicación de las terribles imágenes del interior de la macrogranja
Greenpeace exige el cierre inmediato de la macrogranja avícola de Llucmajor
- Además, Greenpeace exige una inspección urgente de todas las explotaciones intensivas de España
- La organización ARDE y Satya Animal han denunciado hoy las espeluznantes condiciones de la macrogranja avícola de Llucmajor y sus incumplimientos legales
- Desde que hay registros, no se ha medido nunca la contaminación del agua por nitratos de los pueblos cercanos a la macrogranja
- La empresa Avícola Son Perot SA. copropietaria de la explotación de Llucmajor, pretendía construir una macrogranja para 750.000 gallinas ponedoras en Sineu (Mallorca), que se ha parado
“¡Espeluznante! No puedo creerme que los seres humanos sigamos permitiendo este infierno”, ha declarado Luís Ferreirim, responsable de ganadería de Greenpeace España al ver las crueles imágenes de la macrogranja avícola de Llucmajor, Mallorca, desveladas por El Diario. “No podemos permitir que esta explotación siga abierta ni un solo día más. Desde Greenpeace nos sumamos a la petición de las organizaciones ARDE y Satya Animal y exigimos el cierre inmediato de la macrogranja de Llucmajor, en Mallorca”, ha añadido Ferreirim.
Greenpeace ha tenido conocimiento hoy de las nefastas condiciones en la que malviven los animales en la macrogranja de Llucmajor, en Mallorca (Islas Baleares), y de la total insalubridad en la que se producen los alimentos que están llegando al plato de muchas personas. Esta explotación industrial de aves de corral opera en total ilegalidad, tal como han manifestado las organizaciones denunciantes, ya que no cuenta con la Autorización Ambiental Integrada (AAI), un trámite obligatorio para las explotaciones de más de 40.000 plazas de gallinas ponedoras o equivalentes (esta tiene 135.696). Por este mismo motivo, la explotación no aparece en el Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes (PRTR).
Otro aspecto relevante es que se trata de una explotación en que parte de la producción es de gallinas supuestamente camperas, pero, según se ha tenido conocimiento hoy, no salen o apenas salen al exterior, tal como exige la normativa de este modelo de cría, lo que puede constituir un delito de fraude o estafa, que también deberá ser investigado.
En el ámbito ambiental, cabe destacar el inmenso vertedero de excrementos que la empresa tiene en las inmediaciones de las naves donde se hacinan los animales y que puede estar afectando a los acuíferos de Mallorca, ya altamente castigados por la contaminación por nitratos, además de la inherente generación de amoníaco. Esta ingente generación y acumulación de excrementos puede estar contribuyendo a los altos niveles de nitratos de los acuíferos en las Islas Baleares; por ejemplo, en Llucmajor, el pueblo más cercano con registros, donde según el Sistema de Información Nacional de Aguas de Consumo (SINAC), la concentración de nitratos está por encima de los 30 mg/l, habiendo alcanzado en algún caso los 43 mg/l (el máximo permitido son 50 mg/l). Pero la situación podría ser incluso peor en Badia Gran y Tolleric, las urbanizaciones situadas a menos de un kilómetro de la macrogranja, puesto que, desde que hay registros (2016), nunca se han hecho analíticas oficiales a su agua de consumo.
Según se ha revelado hoy, la empresa propietaria de esta macrogranja es Avícola Ballester (dentro de la cual está Avícola Son Perot S.A.), la compañía avícola de mayores dimensiones de las Islas Baleares, que pretendía construir una súper macrogranja para 750.000 gallinas ponedoras en Sineu (Mallorca) que hubiera sido la más contaminante de España en cuanto a emisiones de amoniaco, tal como denunció Greenpeace en su día, que finalmente se ha parado.
Ante esta situación, que según las denuncias reiteradas de los vecinos y vecinas del pueblo se arrastra desde hace varios años, Greenpeace exige también que las autoridades competentes, tanto a nivel estatal como autonómico, pongan en marcha una inspección urgente de esta y todas las explotaciones intensivas de España y actúen en conformidad y con mano firme.
“¿Es este un caso aislado más, como nos dice la industria denuncia tras denuncia? ¿Cómo es posible que una macrogranja como esta siga funcionando sin permiso legal? ¿Quiénes están permitiendo que nuestra comida se produzca así? ¿Quiénes son los cómplices de este negocio y permiten que este modelo insostenible, cruel e insalubre siga funcionando? Después de este nuevo caso, la rabia es inmensa y urge más aún parar el nefasto y destructivo modelo de ganadería industrial y sus macrogranjas”, ha concluido Ferreirim.