Negociaciones de la ONU - INC 5.2

Greenpeace lamenta la falta de acuerdo por un tratado global contra la contaminación por plásticos en Ginebra

15-08-2025

  • Fracasa la oportunidad de lograr un tratado global ambicioso: «Es frustrante, pero no aceptaremos un texto que repita los errores del pasado ni que ignore la raíz de la crisis», Julio Barea, responsable de residuos de Greenpeace
  • Los países de alta ambición han insistido en que la reducción de la producción de plásticos, la eliminación progresiva de sustancias químicas tóxicas y la garantía de una transición justa son puntos clave

Tras el cierre de las negociaciones de la ONU (INC 5.2) en Ginebra, la sociedad civil y un bloque de países ambiciosos, entre ellos la Unión Europea, han expresado su rechazo a un tratado débil, afirmando que es preferible no tener acuerdo antes que aprobar uno que no aborde la raíz del problema. A pesar de la fuerte presión y de un proceso caótico, estos actores se han mantenido firmes en sus demandas para poner fin a la crisis del plástico.

Greenpeace insiste en la necesidad de lograr un tratado jurídicamente vinculante que reduzca la producción de plástico, proteja la salud humana, garantice financiación justa y ponga fin a la contaminación desde la extracción hasta la eliminación. Los líderes mundiales deben escuchar. El futuro de nuestra salud y del planeta depende de ello.

Hemos sido testigos de cómo un pequeño grupo de países, impulsados por intereses industriales, ha intentado descarrilar el avance hacia un tratado significativo. La incapacidad de llegar a un acuerdo es frustrante, pero también envía un mensaje claro: no aceptaremos un texto que repita los errores del pasado ni que ignore la raíz de la crisis. Es hora de poner fin a la cultura del ‘usar y tirar’ y apostar por soluciones reales que protejan a las comunidades y al planeta” ha declarado Julio Barea, responsable de residuos de Greenpeace.

El resultado, tras varios días de reuniones, ha sido calificado como “profundamente defectuoso”, con duras críticas a la Presidencia y al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) por favorecer a una minoría de países de baja ambición, influenciados por la presencia de 234 cabilderos de la industria petroquímica. Frente a este escenario, la sociedad civil, de la mano de comunidades indígenas, recolectores de residuos y científicos, ha llevado al centro de las discusiones su conocimiento y experiencia, logrando que se reconozca la contaminación por plásticos a lo largo de todo su ciclo de vida.

Los países de alta ambición, una coalición intergubernamental de países que comparten la visión de proteger al menos el 30 % de la tierra y los océanos del mundo para 2030, han insistido en puntos clave como la reducción de la producción de plásticos, la eliminación progresiva de sustancias químicas tóxicas, la garantía de una transición justa, la creación de un nuevo fondo y la toma de decisiones por mayoría de dos tercios en ausencia de consenso. La imposibilidad de llegar a acuerdos en estos temas cruciales ha sido interpretada como una señal de alerta que refuerza el movimiento global para combatir la contaminación plástica y sienta las bases para futuras acciones decisivas.

Lo acontecido en Ginebra debe ser una llamada de atención para el mundo: acabar con la contaminación por plásticos significa enfrentarse de frente a los intereses de los combustibles fósiles. La gran mayoría de los gobiernos quiere un acuerdo sólido, pero se permitió que un puñado de actores negativos anulara esa ambición. La crisis del plástico se acelera y la industria petroquímica está decidida a enterrarnos en plástico por beneficios a corto plazo.


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