Greenpeace señala al BBVA como ejemplo de las empresas que hacen “trampas al clima”
- El banco BBVA ha sido señalado como uno de los “trileros del clima”, junto a Campofrío, Coren, Ecoembes, Endesa, Iberia, Naturgy, Real Madrid C.F., Repsol y Santander
- Greenpeace ha denunciado que tras la narrativa del “cero emisiones netas en 2050” que la entidad ha divulgado existe una política empresarial continuista llena de argucias y falsas soluciones
- La organización ha identificado siete estrategias empresariales que son un obstaculo para la reducción de emisiones de CO2
02 de diciembre de 2020.- El Grupo BBVA ha financiado en la última década el auge del carbón en Turquía y ha brindado un importante apoyo financiero a la privatización de cuatro centrales eléctricas de carbón existentes, lo que ha significado la extensión de su vida útil. Además no quiere que el nuevo marco regulatorio exija a las entidades financieras el cálculo correcto de su huella de carbono en alcance 3, lo que le obligaría a incluir en su haber las emisiones de gases de efecto invernadero de su cartera de préstamos e inversión. Así lo ha asegurado hoy la organización medioambiental Greenpeace España, que ha publicado hoy el informe “Haciendo Trampas al Clima. Resistencias y malas prácticas del sector empresarial ante el reto de la descarbonización” un análisis de las diferentes estrategias de lucha contra el cambio climático y alineamiento con los compromisos del Acuerdo de París por parte de un grupo de diez empresas “marca españa” pertenecientes a muy diferentes sectores económicos: financiero, aviación, energía y electricidad, agroalimentario, gestión de residuos y deportes. Acompañando al informe, Greenpeace ha lanzado un vídeo y una colección de memes que muestran a CEO de distintas empresas jugando una partida de mus “por el clima” con cartas marcadas.
La principal conclusión del informe es que estas empresas, que representan a sus respectivos sectores económicos, están eludiendo los cambios sistémicos necesarios para reducir las emisiones brutas de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en el horizonte de 2050, como recomienda la comunidad científica que asesora a Naciones Unidas. Así, el mundo empresarial ha optado por elaborar una narrativa que bajo el eslogan de “cero emisiones netas en 2050” tiene como objetivo mantener el actual modelo económico, pero que nos aleja del objetivo de evitar la agudización de la actual crisis climática.
Entre las empresas seleccionadas destaca el BBVA y su retórica de banco verde mientras sigue apoyando la quema de carbón en Turquía. Desde el año 2017, el BBVA es propietario del 49,85 % de las acciones del segundo mayor banco privado de Turquía, Garanti (ahora Garanti BBVA), que en 2019 supuso la quinta vía de ingresos en la cuenta de resultados del BBVA, con un 8,4 % de las ganancias del grupo. Hablar de Garanti BBVA es hablar del sector del carbón en Turquía, de la agudización del cambio climático. BBVA Garanti ha financiado en la última década el auge del carbón en Turquía, ha participado directamente en la financiación de seis proyectos de centrales eléctricas de carbón y ha brindado un importante apoyo financiero a la privatización de cuatro centrales eléctricas de carbón existentes, lo que ha significado la extensión de su vida útil.
“El BBVA no quiere que el nuevo marco regulatorio exija a las entidades financieras el cálculo correcto de su huella de carbono en alcance 3, lo que le obligaría a incluir en su haber las emisiones de gases de efecto invernadero de su cartera de préstamos e inversión”, ha señalado Lorea Flores, coordinadora de Greenpeace en País Vasco.
“Son unos trileros. Están haciendo trampas con el Acuerdo de París, jugando con el lenguaje y la comunicación mientras siguen sin asumir que la transición ecológica implica cambios en los modelos de negocio, en las cadenas de valor, en las pautas de consumo o en el comportamiento empresarial” ha añadido Flores.
A través de un análisis pormenorizado de los discursos, las memorias de sostenibilidad y los compromisos de reducción de emisiones de estas diez grandes empresas, Greenpeace ha detectado siete trampas y falsas soluciones sin base científica a través de las cuales las empresas quieren mimetizarse con el mainstream de la transición ecológica y el compromiso con el Acuerdo de París o los Objetivos de Desarrollo Sostenible:
- Parecer. El buenismo corporativo es la práctica de firmar, suscribir y adherirse a pactos, principios y estándares voluntarios (1) sin medir los progresos ni cambiar las prácticas empresariales.
- Apelar a la neutralidad tecnológica, teoría según la cual todas las tecnologías sirven para luchar contra el cambio climático y todas tienen que ser tratadas en igualdad de condiciones en la regulación y en el reparto de fondos económicos, sin criterios discriminatorios, incluso aquellas que son importantes fuentes de gases de efecto invernadero o sean peligrosas.
- Uso y abuso de los prefijos eco, bio y verde en productos y servicios, con objeto de confundir al consumidor. Esta publicidad engañosa en materia de emisiones o de cambio climático supone el incumplimiento de las normas de Autocontrol en lo referente a la publicidad y engaño continuado a la sociedad.
- Trucar la contabilidad de emisiones de CO2 o falsear la huella de carbono, eludiendo contabilizar las emisiones procedentes de toda la cadena de valor o de la cartera de inversiones y préstamos en el caso de las entidades financieras.
- Comprar energía con certificado verde como forma de compensar las emisiones y evitar mejoras y reducciones en otros. Dada la regulación actual, la energía verde es un concepto confuso sin avances en la producción de energías renovables.
- Plantar árboles con la ilusoria idea de “compensar” las emisiones, pese a la controversia científica sobre la capacidad de muchas regiones de albergar más árboles o los cambios que se están produciendo en los bosques como efecto del cambio climático, lo que está mermando su capacidad de influir positivamente sobre el ciclo del carbono.
- Posponer la descarbonización en espera del desarrollo de la captura y almacenamiento de carbono, una tecnología que no estará disponible de manera comercial antes de 2040 y forma parte del paquete de expectativas de las empresas energéticas del gas y el petróleo que persiguen el “balance cero neto” (no las reducciones brutas) a través de tecnologías cuyo desarrollo y viabilidad económica están todavía por demostrar.
“El tiempo de la voluntariedad y de la falsa Responsabilidad Corporativa ha quedado atrás. No podemos aceptar el discurso empresarial de las “emisiones cero netas” que busca mantener el actual status quo para no abordar los profundos cambios que demanda la comunidad científica”, ha recordado Flores respecto al BBVA.
El informe de Greenpeace pide al Gobierno y la UE condicionar las ayudas, el reparto de fondos y los rescates al cumplimiento de la hoja de ruta para la descarbonización de la economía; un órgano de control y regulación independiente en materia de política energética; la obligatoriedad en el reporte de huella de carbono e indicadores de reducción de las mismas; una ley de Debida Diligencia sobre medio ambiente y derechos humanos; el desarrollo reglamentario de la Ley de Información No Financiera y Diversidad; un Tratado vinculante sobre empresas y derechos humanos en el marco de Naciones Unidas y, finalmente, la prohibición de la publicidad y el patrocinio por parte de la industria de los combustibles fósiles.
Resumen ejecutivo AQUÍ
Informe completo AQUÍ
Notas
- La investigación ha detectado que acuerdos voluntarios como los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el Pacto Mundial (UN Global Compact), los Principios de Inversión Responsable o el Pacto por la Economía Circular están llenos de empresas signatarias que no están sujetas a ningún proceso de verificación de avances, ni existen informes públicos de progreso con indicadores estandarizados que permitan conocer el impacto real de estos acuerdos voluntarios y de la contribución de estas empresas al cambio de modelo.