La visión de túnel de la Comisión Europea sobre la alimentación y la agricultura
- Si nada cambia, aumentará la vulnerabilidad de la agricultura europea ante el cambio climático
Los nuevos planes de la Comisión Europea para el sector agroalimentario europeo, publicados hoy, hacen poco por reducir las amenazas medioambientales, climáticas y socioeconómicas a las que se enfrenta la mayoría de los agricultores, e ignoran las conclusiones del propio grupo consultivo de la Comisión, ha advertido Greenpeace.
Tras el estallido de las protestas de los agricultores en toda Europa en 2024, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, creó un grupo consultivo sobre el sistema alimentario y agrícola de la UE, que reunió a grupos de agricultores, empresas alimentarias, minoristas, empresas de biotecnología, científicos, expertos medioambientales y grupos de consumidores, entre otros, para ayudar a desarrollar una visión de la agricultura europea. El director de política agrícola de Greenpeace en la UE participó en el grupo consultivo, que acordó por unanimidad que “seguir como hasta ahora, ya sea económica, social o medioambientalmente, no es una opción”.
El director de política agrícola de Greenpeace en la UE, Marco Contiero, declaró: “Cuando reunimos en torno a la misma mesa a sindicatos de agricultores, expertos medioambientales, científicos, comerciantes y empresas alimentarias, todo el mundo lo tenía claro: el sistema alimentario y agrícola europeo debe cambiar, pero la ‘visión’ de la Comisión Europea parece no verlo. La política agraria de la UE destina ingentes cantidades de dinero público a un modelo de agricultura que devora la naturaleza, recompensa a los terratenientes multimillonarios, arruina a las pequeñas explotaciones y arruina a las comunidades rurales. Si nada cambia, aumentará la vulnerabilidad de la agricultura europea ante el cambio climático y el deterioro del medio ambiente, poniendo aún más en peligro los medios de subsistencia de los agricultores y su propia capacidad para producir alimentos. Esta es la visión de túnel de la Comisión sobre la agricultura, reacia a cambiar de rumbo incluso mientras nuestro sistema alimentario se desmorona”.
A pesar de la promesa de la Comisión Europea de basar su plan agroalimentario en las recomendaciones del grupo consultivo, el anuncio de hoy se parece muy poco a ellas y no aborda la triple crisis del colapso climático, la destrucción de la naturaleza y la contaminación ambiental, advirtió Greenpeace.
Las principales preocupaciones de Greenpeace con respecto al plan agroalimentario de la Comisión Europea son:
- Ignora las recomendaciones unánimes del grupo consultivo para hacer frente a las dietas poco saludables y que consumen muchos recursos, y reequilibrar el consumo de proteínas de origen animal (carne, lácteos y huevos) hacia otras de origen vegetal. La Comisión sólo promete promover iniciativas que podrían adoptar las autoridades locales, como iniciativas comunitarias y consejos alimentarios.
- Debilita la propuesta del grupo consultivo de orientar mejor las subvenciones agrícolas de la UE a «los agricultores que más lo necesitan», al subrayar que las ayudas deben dirigirse «más a los agricultores que contribuyen activamente a la seguridad alimentaria, la vitalidad económica de las explotaciones y la preservación del medio ambiente», es decir, a todos los agricultores.
- Propone una mayor desregulación de las normas medioambientales que deben cumplir las explotaciones para recibir subvenciones agrícolas de la UE, tras la importante desregulación de abril de 2024, que hizo voluntarias muchas de estas normas.
- A pesar de reconocer que la acción climática es esencial en el sector agroalimentario, la Comisión sólo se compromete a «considerar vías» para la contribución del sector agrícola al objetivo climático de 2040, en lugar de esbozar planes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero del sector, empezando por reducir el número de animales de granja en zonas de alta concentración ganadera.
- No se menciona un fondo de transición justa, que proporcionaría ayudas a la inversión a los agricultores que quieran pasar a métodos más sostenibles, ni un fondo de restauración de la naturaleza, para apoyar a los agricultores que quieran restaurar y gestionar los hábitats naturales, a pesar del acuerdo unánime del grupo consultivo de que ambos fondos eran esenciales.