Mal negocio para España: incrementa su compra de armamento un 266% en los últimos 10 años
- El gasto militar de los países de la UE que pertenecen a la OTAN ha aumentado casi en un 50%, mientras su PIB sólo ha aumentado un 12% y el empleo un 9%
- Invertir ese dinero dedicado a armamento a la economía verde generaría casi el doble de puestos de trabajo
- Este incremento de armas puede desestabilizar aún más el orden internacional y frenar el crecimiento de la economía y el empleo en Europa
- Greenpeace exige que las reglas fiscales europeas no incentiven una espiral de gasto militar perniciosa para los presupuestos sociales y ambientales
La compra de armamento en España se ha incrementado un 266% en los últimos diez años. Así lo recoge el informe “Armar Europa” que presenta hoy Greenpeace, con datos sobre el gasto militar en España, Italia y Alemania. Según la investigación, cada 1.000 millones de euros de gasto militar en España crean únicamente 6.500 nuevos empleos, mientras que una inversión equivalente en el sector del medio ambiente y la economía verde crearía casi el doble, unos 12.000 puestos de trabajo.
En la última década, el gasto militar en los países de la UE que pertenecen a la Alianza Atlántica ha aumentado un 48%, pasando de 145.000 millones de euros en 2014 a una previsión presupuestaria de 215.000 millones en 2023, una cifra más elevada que el PIB anual de Portugal. Espoleado por la guerra en Ucrania, se prevé que el gasto militar de este conjunto de países en 2023 aumente casi un 10% respecto a 2022. Atendiendo a cifras oficiales de la OTAN, los países de la UE miembros de la Alianza dedican ya el 1,8% de su PIB a gasto militar, muy cerca del objetivo pactado del 2%.
Estos últimos años, la propia Unión Europea se ha sumado a esta tendencia, embarcándose en exigentes programas militares, tales como el Fondo Europeo de Defensa de 7.900 millones para investigación y producción de nuevas armas en el periodo 2021-2027 o el Fondo Europeo para la Paz -así se llama- con 12.000 millones para ayuda militar exterior de la UE en el mismo periodo. Un aumento del gasto militar que contrasta con el estancamiento de las economías de la UE. El PIB de los países europeos miembros de la OTAN aumentó un 12% entre 2013 y 2023 (alrededor de un 1% anual) y el empleo un 9%, pero el gasto militar se incrementó de media cuatro veces más que el PIB, alcanzando un 46%. En particular, las adquisiciones de armamento aumentaron un 168%.
A pesar del argumento económico, empleado habitualmente para justificar el incremento del gasto militar, el negocio de las armas no es ni un motor de crecimiento económico, ni un gran generador de puestos de trabajo. La actual carrera armamentística mundial, de la que no escapan los países de la UE y de la OTAN, absorbe una gran cantidad de recursos públicos, y más allá de consideraciones éticas y geopolíticas sobre la eficacia de dichas inversiones, lo cierto es que produce incrementos del PIB y del empleo muy inferiores a los que se obtendrían invirtiendo en educación, sanidad y protección del medio ambiente. Sin embargo, en estos últimos sectores se detraen una gran cantidad de recursos para gastarlos en costosos sistemas de armamento. En definitiva, incluso desde la perspectiva económica, el incremento de los presupuestos militares supone un “mal negocio”.
En un contexto económico de inestabilidad financiera, este aumento del gasto militar se ha producido a expensas de otras partidas de gasto público. Algo que corre el riesgo de acentuarse si las reglas fiscales europeas, actualmente en negociación, otorgan facilidades de gasto en defensa sobre otras prioridades de seguridad humana. En España, el crecimiento del gasto en armamento entre 2013 y 2023 (+266%) supera incluso el gasto público para construir escuelas (+57%), hospitales (+65%) o plantas de tratamiento de agua (21%). Unas cifras preocupantes, considerando que la OMS ha estimado en 1,4 millones el número de víctimas mortales asociadas al cambio climático y la contaminación en Europa en 2021.
Esta enorme cantidad de recursos desviada a la compra de armamento muestra una balanza de importaciones muy desequilibrada, y exhibe un rendimiento económico muy inferior al que se obtendría si se invirtiera en otros sectores. Así, en España, por cada 1.000 millones de euros gastados en la compra de armas, el PIB lo hace sólo en 1.285 millones. Sin embargo, la misma cantidad invertida en la protección del medio ambiente observa un efecto multiplicador sustancialmente mayor, con un incremento de 1.828 millones de euros.
Por ello, Greenpeace pide al Gobierno español que ponga límite al incremento constante del gasto militar y frene la actual carrera armamentística, que lidere en la Unión Europea el establecimiento de unas reglas fiscales que incentiven la seguridad humana sobre la seguridad militar y que refuerce los fondos destinados a la acción climática y ambiental y al estado de bienestar.