08-11-2022

Los responsables del Prestige
Mariano Rajoy Brey
Vicepresidente del Gobierno (2000-2003), ministro de la Presidencia (2002-2003) y portavoz del Gobierno (2002-2003) en el momento del hundimiento del Prestige

Bajo su portavocía, la desinformación fue enorme, con falta de rigor y continuamente desmentida. Como ministro de la Presidencia no fue capaz de coordinar a los ministerios con competencias ante el desastre del Prestige.

Jaume Matas Palou
Ministro de Medio Ambiente (2000- 2003)

Como ministro, con la Dirección General de Costas adscrita al Ministerio de Medio Ambiente, se encargó de la evaluación del desastre y de las tareas de limpieza de la costa y de las playas. Como resultado de su actuación hubo ineficiencia en la limpieza de playas, así como ausencia de cualquier documento de evaluación integral de daños, ni consecuentemente planes para paliarlos.

Ana María Pastor Julián
Ministra de Sanidad y Consumo (julio 2002 – 2004)

El Ministerio de Sanidad actuó con poca diligencia al menospreciar el potencial tóxico vertido desde el Prestige y con irresponsabilidad al no recomendar a quienes accedían a las playas el uso del equipamiento de protección adecuado. Las poblaciones afectadas y los voluntarios trabajaron al principio sin medidas de prevención ante los tóxicos y otros productos peligrosos. Hasta el 29 de noviembre no se indica que las personas que participan en su retirada no pueden trabajar sin botas, sin guantes y sin protectores nasales. Las dificultades respiratorias de las personas que participaron en la recogida del chapapote persistieron más de cinco años después de la marea negra. Los impactos no se han evaluado de manera tan exhaustiva.

José Luis López-Sors
Director de la Marina Mercante en 2002, dependiente del Ministerio de Fomento

Fue el único cargo público acusado en el juicio, junto al capitán y jefe de máquinas del barco (Apostolos Mangouras, Nikolaos Argyropoulos). Asumió durante el juicio la responsabilidad de alejar el Prestige de las costas, exculpando así a Francisco Álvarez-Cascos, afirmando que “las decisiones tomadas por mí no necesitaban de ninguna aprobación”. La sentencia final le absolvió del delito contra el medio ambiente.

Arsenio Fernández de Mesa
Delegado del Gobierno en la Comunidad Autónoma de Galicia en 2002

Entre sus competencias se recogen las relativas a la dirección de la Delegación del Gobierno y competencias en materia de información a los ciudadanos. Fue la cara del Ejecutivo de Aznar en los primeros días. Sus comparecencias como delegado del Gobierno en Galicia dispararon el malestar de la ciudadanía por la poca e inexacta información que aportaban.

Ángel del Real
Capitán Marítimo de A Coruña en 2002

Entre sus competencias estaban las de seguimiento y control de los vertidos contaminantes procedentes de buques. Apoyó las decisiones de sus compañeros de Fomento de alejar el buque respaldándose en que los informes técnicos no se oponían al alejamiento del buque y acusa a los armadores del Prestige de no contactar con las autoridades españolas. Su cargo le otorgaba la función de toma de decisiones para prever la contaminación. Argumentó que él siguió “todas las órdenes” que se le dieron y cumplió “todas las funciones” que le correspondían como coordinador de las operaciones.

Javier Gárate Hormaza
Director general de la Sociedad de Salvamento y Seguridad Marítima (Sasemar), dependiente del Ministerio de Fomento, en 2002

Las competencias de Sasemar son la prestación de determinados servicios como la seguridad y el salvamento marítimo o la lucha contra la contaminación. Esta entidad pública tiene funciones de limpieza de aguas marítimas y lucha contra la contaminación. Fue uno de los cinco técnicos que asesoraron al ministro de Fomento en las primeras horas de la crisis, cuando se decidió alejar el barco de las costas.

Manuel Nogueira Romero
Subdirector General de Tráfico y Seguridad Marítima y Lucha contra la contaminación en 2002

Su función era, entre otras, la lucha contra la contaminación en los términos del Plan Nacional de servicios especiales de salvamento de la vida humana en el mar y de la lucha contra la contaminación del medio marino (Real Decreto 1475/2000, de 4 de agosto). Fue uno de los que tomaron la decisión de alejar el barco y uno de los cinco técnicos que asesoraron al ministro de Fomento en las primeras horas de la crisis.

Serafín Díaz
Inspector de Capitanía Marítima en 2002

Fue el responsable de poner en marcha los motores del petrolero, pero también fue la principal fuente de información del Centro de Coordinación de Operaciones (CECOP) sobre el verdadero estado del buque. Estaba a las órdenes de Ángel del Real. Fue enviado al Prestige el 14/09/2002 a las 12:05 para examinarlo. Pese a no contar con un examen preciso de los daños estructurales del barco, desde la tarde anterior ya ordenó el alejamiento del buque y lo ratificó esa mañana.

Enrique César López de Veiga
Conselleiro de Pesca y Asuntos Marítimos en 2002

Se negó a trasladar barreras de protección anticontaminación a la zona, demandadas por los pescadores. «Estas barreras estarán en la zona norte y sólo se desplazarán a Arousa cuando se detecten las primeras manchas», aseguró en una comisión de urgencia en O Grove. Como consecuencia, son los propios marineros de la Costa da Morte los que tienen que asumir la responsabilidad de utilizar los escasos medios anticontaminación que tienen.

Xosé Cuiña Crespo
Conselleiro de Obras Públicas e Ordenación Territorial en 2002. Falleció en 2009.

Considerado el delfín de Manuel Fraga, era el conselleiro de mayor peso político. Fue el único cargo público que dimitió a causa del Prestige. Su dimisión ocurrió en enero de 2003 después de que se revelara que la empresa familiar Gallega Suministros Industriales, gestionada por la madre de Cuiña, vendió material de limpieza (trajes y palas) a la Xunta y a la empresa Tragsa (encargada de la limpieza de las playas) por valor de 40.000 euros.

Consecuencias políticas: haberlas, las hubo

Las gentes del mar, el voluntariado y el activismo bajo la bandera de Nunca Máis fueron las principales herramientas de la sociedad civil para afrontar la catástrofe del Prestige. Tarde, mal y arrastro llegaron los medios, pero no las responsabilidades políticas.

No es posible disociar la cercanía de las elecciones municipales de mayo de 2003 con la controvertida gestión de la catástrofe del Prestige, especialmente con la decisión de alejar el buque de la costa. Ningún responsable político estaba dispuesto a permitir que metiesen el barco en el puerto de su localidad. Aquellas elecciones llegaron y las cosas siguieron muy parecidas en Galicia –y en España–, causando cierta indignación en muchas de las personas que habían arrimado el hombro para limpiar la costa. La sensación de que el Prestige no tuvo consecuencias políticas se asentó en el imaginario popular. No hubo las que debiera, pero las hubo.

No pocos analistas, por ejemplo, han afirmado que con el Prestige y Nunca Máis se inició un ciclo de protestas, enfocadas contra la manipulación y la mentira, a la que siguieron las movilizaciones contra la Guerra de Irak y la del atentado de Atocha, que hicieron caer a Aznar en las elecciones de marzo de 2004 bajo un clima semejante.

Un año después, Nunca Máis había desaparecido del interés comunicativo en el Estado, pero en Galicia su espíritu siguió muy vivo y surgieron múltiples iniciativas, como ‘Hai que Botalos’ (hay que echarlos), para “hacer pagar” la mala gestión de la Xunta de Manuel Fraga, que había encadenado cuatro mayorías absolutas. Fraga no pudo retirarse con la quinta. El 19 de junio de 2005 Galicia le daba por primera vez en unas elecciones el gobierno a la izquierda. Hasta el día de hoy, y tras más de 40 años de autonomía, esto no se ha vuelto a repetir. Manuel Fraga acabaría marchando de Galicia para ocupar un puesto de senador en Madrid.

Galicia , petróleo , Prestige