23-03-2022

Peligro nuclear por la guerra en Ucrania

El conflicto armado en Ucrania nos está permitiendo ver las enormes y profundas consecuencias humanitarias de las guerras y también la grave dimensión que supone el peligro nuclear.

El ataque de Rusia, una potencia con armamento atómico, contra Ucrania, un país cuya electricidad depende fuertemente de las centrales nucleares, y un contexto energético en el que Rusia es un exportador relevante de uranio y tecnología nuclear para Europa, nos recuerda la necesidad de superar la dependencia de esta energía sucia y de desmantelar el armamento nuclear mundial.

El botón nuclear

Según datos del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, Rusia cuenta con un arsenal de unas 6.200 cabezas nucleares (ojivas). Unas 1.600-1.800 de estas armas estarían ya desplegadas y listas para su uso estratégico, es decir, con capacidad ofensiva y pensadas para dañar grandes objetivos estáticos, como ciudades.

Greenpeace nació hace 50 años protestando contra los ensayos de estas armas nucleares, y llevamos desde entonces apoyando todos los esfuerzos de la comunidad internacional para prohibirlas y eliminarlas; hay muchos motivos, estos son algunos:

CAUSAN DAÑOS CATASTRÓFICOS Una guerra nuclear a gran escala, además de la capacidad de aniquilación de millones de personas en el instante de las detonaciones, sumiría el planeta en un “invierno nuclear” que tendría como consecuencia el colapso más o menos acentuado de la agricultura y la amenaza de hambrunas para la mayor parte de la humanidad, entre otras consecuencias.
SON INÚTILES. Las armas nucleares son obsoletas e ineficaces ante los desafíos de hoy en día (terrorismo, ciberataques, emergencia ambiental…). Por el contrario, lejos de mantener la paz, alimentan los temores y la desconfianza entre países, contribuyendo a la inestabilidad mundial.
ALTÍSIMO COSTE Y DERROCHE. Según ICAN (Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares), solo en 2020 – ¡en plena pandemia!-, los Estados con este tipo de armas gastaron 72.600 millones de dólares en mantener su arsenal nuclear, incrementando incluso en 1.400 millones de dólares la cifra del año anterior.
RIESGO DE PROLIFERACIÓN. El desarrollo de armamento nuclear por unas potencias es considerada como una amenaza por otras, que se suman a la carrera armamentística para asegurar un “equilibrio del terror” basado en la posibilidad de la destrucción mutua asegurada. Una balanza sumamente inestable, posada sobre un botón nuclear.
ESTÁN PROHIBIDAS (AL FIN). En enero de 2021 entró en vigor el Tratado de Prohibición de Armas Nucleares, que prohíbe a los países firmantes desarrollar, ensayar, producir, fabricar, transferir, poseer, almacenar, utilizar o amenazar con utilizar armas nucleares, o permitir el emplazamiento de armas nucleares en su territorio. Es hora de que el Gobierno cumpla sus promesas y se adhiera al Tratado de Prohibición de Armas Nucleares (TPAN). Una postura refrendada por la mayoría de países del mundo es un paso para motivar a que las potencias nucleares pongan fin a esta amenaza latente, y cada vez más real.

Centrales nucleares en el punto de mira

Desde el comienzo de la guerra en Ucrania, Greenpeace ha estado monitoreando de cerca las implicaciones para las instalaciones nucleares en todo el país. En el caso de un bombardeo accidental y ciertamente en caso de un ataque deliberado, las consecuencias podrían ser catastróficas.

Ucrania posee cuatro centrales nucleares operativas y un total de 15 reactores. La mitad de su electricidad proviene de la energía nuclear. Además, en los primeros días de la invasión, Rusia tomó la tristemente célebre central de Chernóbil y, días después, la de Zaporiyia, la mayor de Europa. Esto hace que estas infraestructuras sean de extrema sensibilidad, ya que se trata de la primera vez que un conflicto de esta naturaleza incluye ataques a un país con plantas de energía atómica. Parte del trabajo de seguimiento que hemos hecho desde Greenpeace se recoge en la publicación reciente del análisis técnico sobre algunos de los principales riesgos de la central nuclear de Zaporiyia, en el sur de Ucrania, que sufrió ataques directos a su recinto e instalaciones.

Situación de las centrales nucleares en Ucrania y del avance de las tropas rusas

Ucrania ocupada - marzo de 2022

© 2022 - Greenpeace

Una vez más, el mayor activo de las centrales nucleares, en Ucrania y en todo el mundo, es su equipo humano. Desde Greenpeace expresamos nuestro profundo respeto y agradecimiento a todos los trabajadores y trabajadoras de las centrales nucleares en Ucrania, especialmente a los de las centrales de Chernóbil y Zaporiyia, que trabajan en condiciones extremas para mantener la estabilidad de las plantas. No solo protegen la seguridad de su país, sino también la de gran parte de Europa.

Uranio, el otro combustible de la guerra que pagas de tu bolsillo

Como ya hemos explicado, este conflicto ha puesto en la cuerda floja un sistema energético europeo adicto a los combustibles fósiles, como el gas y el petróleo, dos de los grifos más caudalosos en manos de Putin. Pero el Kremlin también maneja otro combustible que es nuclear para muchos países europeos: el uranio y su tecnología asociada.

La UE importa de Rusia entre el 15 y el 20% de los concentrados de uranio (U3O8) que, después de ser enriquecido, usan las centrales nucleares europeas en sus reactores. Además, las importaciones de uranio ya enriquecido dependen en un 30% de Rusia.

Solo para España, los datos de ENUSA (Empresa Nacional de Uranio) sitúan nuestra dependencia de las importaciones de concentrados de uranio desde Rusia en el 38,7% para el año 2020. Otras fuentes indican que en 2018 esa dependencia era de un sonoro 53%. A la dependencia directa de Rusia hay que añadir otro factor geoestratégico: un 13% más del concentrado de uranio viene de dos países en la órbita del Kremlin, Uzbekistán y Kazajistán.

Fuente: ENUSA Descargar gráfico y/o datos

La dependencia nuclear global respecto a Rusia ha dejado paradojas preocupantes: la agencia Reuters desveló que mientras EEUU anunciaba que dejaba de comprar gas y petróleo de Rusia, el lobby nuclear maniobraba en Washington para no prohibir la importación de uranio.

En la UE, las medidas recientes, hasta el 4º paquete de sanciones, han castigado a muchas empresas rusas y a sus oligarcas, pero de manera muy llamativa las sanciones europeas han indultado a Rosatom, la poderosa empresa estatal que gestiona todo el negocio atómico de Rusia, un entramado de sociedades que ingresó en 2017 más de 6.000 millones de dólares solo con sus negocios internacionales.

La influencia nuclear rusa en medio mundo es tan imbricada que deja situaciones paradójicas: en plena invasión de Ucrania, los 15 reactores de Ucrania, que generan aproximadamente la mitad de su energía, son todos reactores VVER rusos que reciben la mayor parte de sus servicios nucleares y combustible… ¡de Rusia!

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