Las ZBE se regulan según el distintivo ambiental de la DGT: un sistema único a nivel estatal que clasifica a los vehículos según su tecnología (eléctrico, híbrido, combustible…) y su nivel de emisiones (normas EURO). Con estas pegatinas colocadas sobre el parabrisas, los ayuntamientos pueden limitar el acceso a los vehículos más contaminantes y dar ventajas a los más limpios, como tarifas reducidas por aparcar.
Clasificar a los coches según sus emisiones era una medida necesaria y positiva. Sin embargo, los fabricantes de automóviles han aprendido a aprovecharse de un sistema hecho a su medida. Así, cualquier coche nuevo tiene distintivos “verdes”, incluso los de alta gama o los más pesados e ineficientes, como los SUV.
La etiqueta ECO se ha convertido en un coladero para algunas tecnologías que no tienen nada de ecológico, como el gas fósil. También son ECO los falsos híbridos que con una pequeña batería ya logran un distintivo mejor que otros turismos de gasolina más pequeños y eficientes.
Los agujeros de este sistema van más allá: la etiqueta CERO emisiones que llevan los vehículos eléctricos puros (de batería o de hidrógeno) también vale para los híbridos enchufables, unos coches con motor de combustión que pueden funcionan con gasolina cuando no están recargados. ¡Sí, hay coches «cero emisiones» con tubo de escape!
Pero además tenemos un nuevo desafío. Como ya hemos dicho, las Zonas de Bajas Emisiones son clave para reducir las emisiones de CO2. Pero las etiquetas de la DGT no consideran el CO2 emitido, sino únicamente las sustancias contaminantes locales (como NOx o partículas). Y ciertos coches, sobre todo los más grandes, pueden emitir muy poco NOx pero son muy ineficientes con el CO2.
Nuestra propuesta ecologista para el etiquetado ambiental
Estos fallos del etiquetado son bien conocidos desde hace tiempo. La DGT se comprometió en 2020 a revisar y actualizar los criterios. Pero las presiones de los fabricantes de coches han terminado bloqueando este proceso para que así cualquier coche nuevo tenga mejor etiqueta, aunque sea menos eficiente. Es decir, para vender más coches, que es lo que buscan.
Las nuevas Zonas de Bajas Emisiones pueden resultar una medida inútil si permiten circular a vehículos más contaminantes de lo que dicen ser.
Por eso desde varias organizaciones ecologistas (ECODES, Ecologistas en Acción, Greenpeace, Transport & Environment y Fundación Renovables) hemos elaborado una propuesta para mejorar los distintivos ambientales, acabando con los agujeros del actual sistema y estableciendo unos criterios que garanticen que solo los vehículos más limpios obtienen la mejor clasificación.
Esta propuesta se basa en el rigor técnico y la objetividad, priorizando el impacto ambiental sobre los intereses de los fabricantes, las petroleras y las gasísticas.
Porque cuando una persona compra un vehículo, tiene el derecho de obtener una información transparente y asegurarse que, si se compra un vehículo “ecológico”, no le estén dando gato por liebre.
Sin embargo, la DGT ha preferido ignorar la propuesta y ceder al chantaje de los fabricantes de coches, bloqueando la revisión del etiquetado a la que ellos mismos se comprometieron. Tal es el nivel de opacidad, que incluso nos han negado el acceso a los informes que justifican esta decisión cuando han sido requeridos por Ley de Transparencia.
¿Qué tiene que ocultar la DGT?