31-01-2023

Las Tablas de Daimiel, 50 años de un humedal que (casi) no existe


El 30 de julio de 1973, fecha de la que se cumple este año medio siglo, el Boletín Oficial del Estado recogió la declaración de Parque Nacional de las Tablas de Daimiel y la creación de una zona de reserva integral de aves acuáticas dentro del mismo. 50 años después, lo que fue el humedal de las Tablas prácticamente no existe. No como fenómeno natural surgido del encuentro y acumulación en llano del agua superficial y subterránea. No como sistema capaz de crear un hábitat teóricamente protegido de fauna y flora, que lo hizo merecedor no solo de ser Parque Nacional, sino también Reserva de la Biosfera, humedal incluido en el convenio Ramsar y parte de la Red Natura.

Ni las lluvias de diciembre de 2022, que tuvieron en alerta a la provincia de Ciudad Real durante días, lograron que la superficie inundada superase a principios de año el 15% con respecto a la superficie inundable. Tampoco el trasvase de emergencia iniciado el pasado mes de agosto utilizando el periodo de pruebas de la llamada tubería manchega. Ni la puesta en marcha una vez más de los pozos de sequía el mismo mes de diciembre pasado. Mucho tiene que llover para cambiar la situación del Parque, que lleva años convertido en una maqueta a gran escala a la que se le echa agua de forma artificial para mantener la humedad mínima que evite que la turba bajo el suelo entre en combustión, como ocurrió en 2009, o que los ecosistemas desaparezcan por completo en los periodos más secos.

Situación de las Tablas de Daimiel en enero de 2023. Solo se ha logrado inundar el 14,42% de la superficie.

Situación de las Tablas de Daimiel el 29 enero de 2023. A pesar de las lluvias, el trasvase de la tubería manchega y el agua de los sondeos, solo se ha logrado inundar el 14,42% de la superficie. / Autor: DATADISTA

En enero de 2023, las pilastras de las pasarelas tienen al menos de nuevo los pies metidos en agua pero basta con mirar alrededor para ver la escasa superficie que esta ocupa. La Laguna Permanente es más una sucesión de zonas encharcadas más o menos extensas en las que se acumulan las aves, y el agua ni siquiera llega a los medidores de profundidad, totalmente al aire sobre el suelo seco.

En este largo periodo sin lluvias, el subsuelo de las Tablas no ha ardido de nuevo porque se hacen transfusiones in extremis para humectar la turbera cuando la superficie queda incluso por debajo de las 30 hectáreas inundadas, menos del 2% de la superficie inundable.

Extensión del

acuífero 23

CASTILLA-

LA MANCHA

EXTREMADURA

Las Tablas

de Daimiel

Lagunas de

Ruidera

ANDALUCÍA

CASTILLA - LA MANCHA

Las Tablas

de Daimiel

EXTREMADURA

Extensión del

acuífero 23

Lagunas de

Ruidera

ANDALUCÍA

En mal estado cuantitativo
En mal estado más allá de 2027
Resto de masas
Masas de agua subterránea en mal estado cuantitativo. La mayor sobreexplotación se localiza en el acuífero que alimenta las Tablas de Daimiel. Fuente: CHG.

El Plan Rector del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, publicado en el Diario Oficial de Castilla-La Mancha el 18 de diciembre de 2017, fijó un “objetivo mínimo de inundación” para el Parque de “1.400 hectáreas inundadas a comienzos de primavera y 600 hectáreas a finales de verano”. Mínimo. El máximo se estableció en 2.200 hectáreas, aunque el cálculo mensual porcentual que realiza la CHG de la superficie inundada utiliza un total inundable en torno a 1.735 hectáreas.

Cifras en cualquier caso a años luz de la actualidad. Las descargas artificiales efectuadas desde la primavera de 2020 no han logrado que la superficie inundada pase de las 340 hectáreas. El suelo seco durante meses, que antes se encharcaba de forma natural, y la evaporación se han tragado rápidamente el agua enviada. Ha servido para humectar el cauce del Guadiana, que es donde están las turberas, para evitar el mal mayor, que la turba se contraiga por la falta de humedad, que se creen grietas en el suelo por las que entre el oxígeno y que en el proceso de oxidación se alcance una temperatura suficiente (superior a 200 grados) que provoque chispas que incendien la turba, fenómeno que se ve realimentado por el oxígeno generando un incendio que, al ser subterráneo, puede tardar tiempo en detectarse.

Los parches se suceden ante el evidente abandono de soluciones mayores para un humedal que dependía de un acuífero declarado como sobreexplotado ya en 1987 de forma provisional y luego de forma definitiva en 1994 pero al que esa declaración no le ha sido suficiente. Los derechos de extracción doblan y hasta triplican en algunos casos la capacidad de regeneración del agua subterránea por el ciclo natural. La declaración de sobreexplotación obliga a limitar el agua extraída pero la falta de caudalímetros y su manipulación impide un verdadero control efectivo. Y eso sin contar con los pozos ilegales.

Situación de las Tablas de Daimiel en enero de 2023. Solo se ha logrado inundar el 14,42% de la superficie.

Laguna Permanente de las Tablas de Daimiel el 29 de enero de 2023. / Autor: DATADISTA

Ante esta situación, las Tablas dependen de que llueva. De que llueva mucho. El resto de las soluciones adoptadas a lo largo de la historia de degradación del Parque acaban pareciendo un apaño transitorio en espera de otro periodo de lluvias prolongado e intenso para no afrontar la única solución: reducir drásticamente las extracciones para regadío que desconectaron el acuífero de la superficie.

Los informes mensuales de Seguimiento de Indicadores y escenarios de sequía y escasez de la CHG son la crónica del grado de precariedad de esta fórmula en los periodos secos. En junio de 2019, la superficie inundada del Parque alcanzaba las 600 hectáreas. En noviembre de ese año, tras el periodo estival, se había quedado en 86 hectáreas. Y las lluvias no llegaban. En marzo de 2020, en lugar de haber mejorado durante el otoño e invierno, el área encharcada era de 73 hectáreas.

La Comisión Mixta de Gestión de Parques Nacionales de Castilla-La Mancha solicitó un trasvase de 20 hm3 a la Comisión de explotación del Acueducto Tajo-Segura para “mantenimiento de los procesos ecológicos esenciales del Parque”. No se aprobó. El Gobierno actual se ha mostrado contrario al envío de agua por este cauce que hace que se pierda la mayor parte.

Primer parche: trasvases por el cauce de los ríos, el agua que no llega
Volúmenes derivados a las Tablas desde la entrada en vigor de la Ley 13/1987. Fuente: Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas, Ministerio de Fomento, MITECO.

Desde la entrada en vigor de la Ley 13/1987 (luego incluida en el Real Decreto 8/1995), en los periodos secos, se han hecho envíos de agua desde el Tajo a través del Guadiana y el Cigüela con dirección a las Tablas. El problema es que, sobre todo los últimos, eran en su mayoría absorbidos por el suelo y el agua no llegaba a su destino en la cantidad prevista. En el trasvase de 2009 casi no llegó nada de los 20 hm3 enviados, cuando en los envíos de los años ochenta y principios de siglo se lograba que llegase a su destino entre el 75% y el 100%.

La opción elegida fue entonces la puesta en marcha de los pozos de sequía.

Segundo parche: los pozos

Cuando la turba entró en combustión en 2009 se abrieron pozos como solución de emergencia para sacar agua subterránea y humectar la superficie suficiente que impidiese que aquello volviese a ocurrir. Llegaron las lluvias y un amplio periodo húmedo en el que incluso volvieron a brotar temporalmente los Ojos del Guadiana y los pozos no se usaron. Hasta 2020, con el Parque de nuevo al límite.

Los pozos que alimentan las Tablas para que la turba no arda sacan el agua del mismo acuífero esquilmado que no logra llegar a la superficie para alimentar el Parque Nacional de forma natural. La solución contribuye al descenso del nivel del agua. Aunque por razones muy diferentes, ni al IGME ni a los regantes ni a la Junta de Castilla-La Mancha les gusta esta opción. La Junta la calificó de “ineficiente e irracional” en sus alegaciones al proyecto de plan de tercer ciclo de la cuenca del Guadiana (ya aprobado en Consejo de Ministros) por “bombear agua desde los sondeos situados en el entorno” del Parque.

Los pozos, que pueden extraer 10 hm3 máximo al año para humectar la zona más crítica del Parque más otros 2 hm3 de extracciones de concesión pública, se activaron por primera vez en la primavera de 2020, al haberse situado la superficie inundada desde finales de 2019 en torno al 4% tan solo del total inundable (entre 70 y 80 hectáreas). El objetivo era inundar 600 hectáreas, el mínimo previsto para final de verano según el Plan Rector, extrayendo 5,75 hm3 de agua del acuífero. Se paró a la mitad.

Tras los bombeos, en abril de 2020 se lograba una superficie inundada de 310 hectáreas que empezaron a reducirse a toda velocidad a medida que el agua se filtraba al subsuelo y por la evaporación en los meses de verano. El 1 de octubre quedaban 36 hectáreas inundadas.

Fue preciso bombear de nuevo durante dos meses para lograr que el 1 de enero de 2021 se alcanzasen las 336 hectáreas inundadas. En mayo la superficie permanecía por encima de las 200 hectáreas pero fue necesario activar una nueva inundación de emergencia que permitió que criaran los patos colorados en la zona de Cañada Mendoza.

El verano fue de nuevo letal. El 1 de octubre de 2021 quedaban inundadas 21 hectáreas, ni el 1,5% de la superficie inundable del Parque. Se iniciaron bombeos que se mantuvieron durante meses, hasta el 30 de diciembre. El 1 de febrero de 2022 se había logrado una superficie con agua de 316 hectáreas. El pronóstico del verano anticipaba lo peor.

El 27 de abril de 2022, la Comisión Central de Explotación del Acueducto del Tajo-Segura autorizaba una opción diferente: una desviación de agua desde el Tajo a través de la llamada tubería manchega, una medida que en principio no permitía la norma, ya que el uso de esta tubería no recoge los fines medioambientales, sino que está pensada para el abastecimiento humano, el otro gran problema en los pueblos de la zona derivado tanto de la sobreexplotación como de la contaminación de acuíferos por los nitratos de los fertilizantes del regadío.

Superficie inundada en las Tablas de Daimiel (en hectáreas). Fuente: CHG
Tercer parche: tubería en pruebas

Merced a aquella autorización, la última transfusión con destino las Tablas, iniciada el 16 de agosto de 2022, son los 6 hm3 llegados desde el trasvase Tajo-Segura en la tubería manchega. Si se ha usado en el Parque Nacional ha sido aprovechando el periodo de pruebas de la canalización. Finalizado este, si no se cambia la norma, no habrá más agua por esa vía.

Esta transfusión fue autorizada advirtiendo que son “derivaciones excepcionales de agua para la cuenca alta del río Guadiana que contribuirán al incremento de la superficie inundada en las Tablas”. Ya se han hecho equilibrios con la norma y por eso tuvieron que concretar, además de la excepcionalidad, que “se derivarán 3 hm3 con motivo de las pruebas previstas en las obras de reparación y puesta a punto de la infraestructura de la tubería manchega y otros 3 hm3 como ayuda puntual y urgente”.

“El 16 de agosto se empezó a recibir agua en las Tablas, alcanzando un caudal de 800 litros por segundo. Tras un periodo de interrupción por motivos técnicos de unos 10 días, se ha reanudado el aporte con un caudal de entre 100 y 200 l/s”, explicaba el informe de sequía del la CHG de diciembre de 2022. A pesar de esta nueva fuente de aportación de agua, “la superficie inundada en las Tablas de Daimiel era, a día 1 de noviembre, de 118 has, un 6,8 % del total inundable”.

El 1 de enero de 2023, último informe hecho público por el momento, se alcanzaban las 250 has, tan solo el 14,42% de la superficie inundable.

No hay agua que palie el problema como no llueva a cántaros. A pesar del agua derivada del Tajo por la tubería manchega, de las lluvias de diciembre y de la nueva puesta en marcha de los pozos de sequía “durante el pasado mes de diciembre” que reconocen los informes de la CHG, la situación sigue siendo alarmante.

Cuando las Tablas eran las Tablas

En el Alto Guadiana el agua solía, hace menos de medio siglo, asomar a la superficie como prueba de lo que estaba pasando allí abajo, en el subsuelo. Ocho masas subterráneas vertían agua de unas a otras hasta concentrarla en las masas centrales en un volumen tal que reventaba en superficie dando origen, en plena llanura manchega, a los Ojos del Guadiana. Eran los acuíferos del Norte (La Obispalía, Sierra de Altomira, Lillo-Quintana y Consuegra-Villacañas), y en parte también el de Campo de Montiel (Acuífero 24) al sur, los que iban descargando su contenido hacia el famoso Acuífero 23, hoy dividido en tres masas para su mejor seguimiento (Mancha Occidental I, Mancha Occidental II y Rus-Valdelobos).

Situación de las Tablas de Daimiel en septiembre de 2022 (izquierda) y enero de 2023 (derecha)

17 kilómetros después, el Guadiana, un río formado por encharcamiento que iba serpenteando casi sin cauce, se unía al Cigüela hasta las Tablas de Daimiel, alimentadas también de forma subterránea por el acuífero 23, hoy igualmente desconectado de la superficie.

Las numerosas lagunas y zonas de inundación no permanente que surgían por desbordamiento del Guadiana, Cigüela, Záncara y Riansares se redujeron ya considerablemente a raíz de la Ley franquista de Saneamiento y colonización de los terrenos pantanosos en 1956. Se canalizaron y rectificaron cauces para desecar 8.000 hectáreas en la zona de las Tablas para convertirlas en terreno de cultivo y, dijeron, luchar contra el paludismo.

La apuesta por el regadío, la rentabilidad del maíz, de la remolacha y después la reconversión del viñedo, provocaron una carrera de perforaciones que terminaron de modificar el sistema natural. El acuífero 23 dejó de aportar agua a los ríos para recibirla de estos, filtrada sin remedio hacia el espacio dejado por el agua subterránea que había sido extraída masivamente sin respetar el ciclo, la capacidad de los acuíferos de regenerarse. Las áreas húmedas de la superficie como las Tablas se redujeron aún más.

Mancha

Occidental II

CASTILLA-

LA MANCHA

EXTREMADURA

Rus-Valdelobos

Mancha

Occidental I

ANDALUCÍA

CASTILLA - LA MANCHA

EXTREMADURA

Las Tablas

de Daimiel

Rus-Valdelobos

Mancha

Occidental II

Mancha

Occidental I

ANDALUCÍA

< 80%
>80% <136%
>146% <248%
>248% <334%
>334% <452%
Nivel de sobreexplotación de los acuíferos de la demarcación del Guadiana. Cuando las extracciones se sitúan por encima del 80% del agua anual disponible y el nivel freático (medido por sensores piezométricos) baja, se considera que la masa de agua está sobreexplotada. Fuente: CHG.

El Guadiana tiene los ojos ciegos. Se secaron en 1984. Bastó una década de perforación sin descanso y solo ha habido un corto periodo en que se volvieron a asomar. Fue al final del periodo especialmente húmedo entre 2009 y 2013, que llovió alrededor de un 150% más que la media de la serie histórica, cuando temporalmente volvió a emanar el agua a un ritmo de unos 17 hm3/año, muy lejos de su estado natural, cuando por los Ojos del Guadiana brotaban entre 60 y 65 hm3 al año. Sin embargo, lo suficiente como para que el agua subterránea fuese capaz de alcanzar las Tablas. Acabado el periodo húmedo, la tierra se volvió a secar pero dejó la esperanza.

Según los cálculos del IGME, si en el punto en el que está situado el sensor piezométrico que mide la vertical de los Ojos del Guadiana, y que lleva midiendo desde 1979, se alcanzan los 611 metros sobre el nivel del mar, el agua brota de nuevo. La conexión histórica de aguas subterráneas y superficiales puede recuperarse aunque sea en niveles muy lejos del estado natural. Porque en los periodos húmedos, la capacidad de recuperación es grande si se respeta su capacidad de regeneración limitando las extracciones. No se ha hecho. No lo suficiente. Después de un periodo seco como el actual, que ni siquiera ha podido definirse como sequía prolongada por la CHG, no solo ha pasado una década desde que los Ojos asomaron por última vez. Las Tablas viven de las transfusiones descritas.

Al igual que ocurre con Doñana, una de las paradojas de la situación de las Tablas es que las aguas subterráneas que afectan al Parque están altamente monitorizadas y desde hace décadas, antes incluso de que el problema de sobreexplotación empezase a mostrar sus efectos devastadores.

Recuperación insuficiente, aunque llueva a mares

Cada año, el IGME elabora un informe sobre la evolución piezométrica de las masas de agua subterránea de la cuenca del Alto Guadiana liderado desde hace más de dos décadas por el Jefe de Área de Hidrogeología Aplicada del IGME, Miguel Mejías.

En la cuenca del Alto Guadiana hay 118 puntos de observación de los niveles del agua monitorizados por el IGME, muchos de los cuales llevan funcionando desde 1973. En lo que se refiere al antiguo Acuífero 23, en octubre de 2021 había 38 en la masa Mancha Occidental I, 28 en Mancha Occidental II y 10 en Rus-Valdelobos, a los que se suman 17 en el acuífero Campo de Montiel (o Acuífero 24) y 27 en Sierra de Altomira. De todos ellos, 45 sensores con la historia más larga de datos han sido seleccionados como representativos para explicar lo que ocurre con el agua allí abajo desde 1980 a la actualidad.

Situación de las Tablas de Daimiel en enero de 2023. Solo el 14,42% de la superfice están inundadas.

Medidor de profundidad del agua junto a la Laguna Permanente de las Tablas de Daimiel el 29 enero de 2023. / Autor: DATADISTA

En las conclusiones del informe de 2021 del IGME se recoge que, “en los últimos 40 años, se han producido periodos de marcado descenso de los niveles piezométricos en el sector central de la cuenca Alta del Guadiana”, antiguo acuífero 23, “que se recuperan parcialmente a partir de secuencias cortas de varios años húmedos”. Los mayores descensos se dan entre 1995 y 2009. A finales de ese año se inició “un importante periodo húmedo hasta 2013” que permitió recuperar cotas no vistas desde 1984. El siguiente periodo seco anuló la recuperación. Tanto que, el nivel medio del agua subterránea en las tres masas centrales estaba en marzo del año pasado 13,26 metros por debajo del nivel que tenía el agua en marzo de 1980. El volumen de agua almacenada es de 1.500 Mm3 inferior a entonces.

“Las dos últimas secuencias climatológicas húmedas, 1995/98 y 2009/2013, han puesto de manifiesto que la recuperación del sistema hidrogeológico no se puede confiar únicamente a la aparición de los esporádicos períodos húmedos, ya que, si bien producen ascensos de nivel muy importantes, su escasa duración temporal no permite una recuperación completa del esquema natural”. La recarga natural se produce en esos periodos húmedos pero, al terminar, “continuando las extracciones en los valores habituales, se producen nuevas etapas de descenso”.

El efecto en el Parque de la contaminación por nitratos

En los periodos en los que el agua, o más bien su ausencia extrema, no son el problema fundamental del Parque Nacional, gana protagonismo otro: la contaminación de las aguas. Hace años que afecta a aves y peces y ha sido objeto de diferentes estudios que buscaban, por ejemplo, conocer las razones de las epidemias de botulismo en aves censadas en los humedales manchegos.

A mediados de la década pasada, aún en periodo húmedo, se realizaron estudios en profundidad durante años como la ‘Evaluación del Impacto Ambiental de la contaminación química en la avifauna de las Tablas de Daimiel” elaborado por científicos del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos, el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua, el Real Jardín Botánico, y el Centro Regional de Estudios del Agua dentro de los Proyectos de Investigación de Parques Nacionales publicado a mediados de 2016.

En dicho estudio se detectaron en aves contaminantes propios de vertidos industriales y urbanos, como selenio y mercurio, que podían estar entrando en el Parque con las aguas residuales industriales y urbanas vertidas a las cuencas de los ríos Cigüela y Guadiana desde las Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales (EDAR), así como plaguicidas organoclorados. También se acumularon en las aguas nitratos llegados por escorrentía desde los terrenos agrícolas que rodean el Parque, poniendo algunas zonas en riesgo de eutrofización, y se alertó sobre la ingesta de semillas de siembra con plaguicidas por las aves que buscaban alimento en los alrededores del Parque.

Fotografía de portada: Situación de las Tablas de Daimiel en septiembre de 2022 / DATADISTA

contaminación del agua , robo de agua