El bajo coste de la obtención de carne para la empresa supone sin embargo un coste para el medio ambiente en forma de contaminación, y un elevado sufrimiento para los animales, dadas las condiciones en que se encuentran. Además, implica un coste para la población que ve cómo se deteriora su entorno sin que exista ninguna contrapartida, como la generación de empleos de calidad, para la zona.
Emisiones a la atmósfera de metano y amoniaco
Las explotaciones industriales de cerdos son la principal fuente de metano derivado de la gestión de estiércol. En mayo de 2021, el Programa Medioambiental de Naciones Unidas (UNEP) publicó una Evaluación Global de Metano según la cual en Europa casi la mitad (48%) de las emisiones de este gas provienen de la ganadería, en concreto de la fermentación entérica (gases generados en el sistema digestivo de los animales) y la gestión del estiércol. Las macrogranjas son auténticas fábricas de metano, por lo que es fundamental frenar la expansión de la ganadería industrial y desarrollar un plan de reducción de la cabaña ganadera en intensivo.
Según el Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero publicado por el MITERD, en España, el sector porcino es el responsable del 76% de emisiones de metano derivadas de la gestión del estiércol.
Los datos que ofrece el Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes no dejan lugar a dudas: la explotación porcina Finca Dehesa del Rey de Cefusa, en Castilléjar, es la instalación ganadera que más contamina de España. La propia empresa calcula que sus emisiones de metano en 2019 alcanzaron los 590.000 Kg. Este dato podría ser muy superior dado que, como también señala Naciones Unidas, el conocimiento y monitoreo de las emisiones son incompletos y esto propicia que se subestimen los datos reales de emisión.
Además, la macrogranja de Cefusa, es la cuarta instalación ganadera (la primera si solo tenemos en cuenta las de ganado porcino) más contaminante por amoniaco, con una emisión de 240.000 Kg en 2019.
Contaminación de agua por nitratos
Según datos oficiales, de media, en toda España, la contaminación por nitratos ha aumentado un 51,5% en solo cuatro años, desde 2016 hasta 2019. El aumento de la contaminación del agua subterránea por nitratos durante 2016-2019 ha sido mayor en las comunidades que mayor censo ganadero (número de cabezas de ganado) tenían en 2016, lo que indica que la ganadería industrial es una de las principales causas de la contaminación de las aguas subterráneas por nitratos. La Comisión Europea subrayó en su último informe de seguimiento de la Directiva de Nitratos, publicado el 11 de octubre de 2021, que la ganadería “es responsable del 81% de la aportación del nitrógeno agrícola a los sistemas acuáticos”.
Debido en gran medida al crecimiento exponencial de la agricultura y ganadería industriales en España, la calidad de las aguas subterráneas y superficiales es muy preocupante. Según los datos del Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico, el 30% de las estaciones de control de las aguas subterráneas y el 50% de las superficiales indican una mala calidad debido a la contaminación por nitratos.
En los últimos diez años (2011-2021), según datos oficiales del MITERD, las Zonas Vulnerables por Nitratos (ZVN) se han tenido que ampliar casi cuatro millones de hectáreas, y ya suponen el 24% de la superficie total de España. Andalucía, concretamente, ha ampliado sus ZVN de 23.967.247 hectáreas en 2011 a 31.495.001 en 2020, al calor de un aumento desmesurado de la ganadería y la agricultura industrial.
Castilléjar, a pesar de sufrir una sequía severa desde hace varios años y de presentar un alto riesgo de desertificación, no alberga ningún punto de la Red de Control del Estado Químico de las aguas, ni ningún otro punto de estudio nacional similar ni para las aguas subterráneas ni superficiales.
En abril de 2021 Greenpeace puso en marcha el proyecto “Sin agua no hay pueblos. El agua limpia es un derecho” impulsando la creación de una red ciudadana de vigilancia de la contaminación del agua por nitratos de ámbito estatal. Una de las plataformas que participa en este proyecto es la Plataforma Salvemos Castilléjar.
De las 30 muestras de agua recogidas, se ha calculado un valor medio de la contaminación por nitratos de 31,4 mg/l, y cuatro muestras dieron valores superiores a 50 mg/l, tres de ellas de agua superficial (una de una fuente) con el peligro que supone para la población que la consuma, y una en un pozo.
La macrogranja no ha servido para fijar población en la zona
Castilléjar tiene una superficie municipal de 131,1 km2 y 1.321 habitantes, en 2020, lo que da una densidad poblacional de 10 habitantes/km2.
La población viene disminuyendo desde 1998, especialmente de la población femenina, dado que en 1996 la tasa de mujeres era del 50% y en el año 2020 del 48%, sin que pueda pensarse que una instalación con un ingente impacto medioambiental y animal, que “produce” cientos de miles de cerdos haya servido para revitalizar económicamente la zona.