La revitalización del medio rural es imprescindible para la recuperación económica
«Los poderes públicos atenderán a la modernización y desarrollo de todos los sectores económicos y, en particular, de la agricultura, de la ganadería, de la pesca y de la artesanía, a fin de equiparar el nivel de vida de todos los españoles (y españolas)»: Artículo 130 de la Constitución Española.
En Greenpeace estamos explicando desde la semana pasada las grandes líneas de su informe “Darle la vuelta al sistema: un 4,8% del PIB para entrar en números verdes”, una propuesta de inversión de 197.000 millones de euros (el equivalente al 4,8% del PIB), en cuatro años, entre financiación pública y privada para transformar nuestra economía en más verde y justa a través de 117 medidas. Entre ellas, el informe cuantificaba 33 medidas destinadas a proteger y reconocer la conservación de la biodiversidad, a repensar el uso del suelo y el territorio incorporando también al sector primario. En total suman 23.000 millones de euros en inversiones.
Apostar por una agricultura, ganadería, pesca y sector forestal más modernos y sostenibles, que sean además considerados servicios esenciales para la sociedad; significa dotar los planes de desarrollo rural con un total de 7.330 millones para este periodo. Alcanzar un 30% de la superficie agrícola utilizada para agricultura ecológica en 2030 y el 100% para 2050 conlleva una inversión de 5.387 millones de euros.
Es importante repensar el suelo y el territorio para que terrenos públicos sean rescatados para usos como los cultivos ecológicos y se huya de su uso especulativo y del resurgir “del ladrillo”, por ello el estudio plantea canalizar una inversión de 7.406 millones.
Durante los próximos años, con los fondos de recuperación económica de la Unión Europea, habrá dinero para acometer estas reformas y cambios estructurales. De hecho, el Plan de Recuperación Transformación y Resiliencia presentado por el gobierno español el pasado mes de octubre incluía entre las diez políticas palanca de reforma estructural para un crecimiento sostenible e inclusivo una agenda urbana y rural y lucha contra la despoblación, así como infraestructuras y ecosistemas resilientes y una nueva economía de los cuidados y políticas de empleo.
Si dicho Plan, como está escrito, tiene en cuenta el medio rural, esperamos ver pronto cómo los fondos europeos Next Generation empiezan a hacer realidad muchas expectativas largamente esperadas. El medio rural español tiene que jugar un papel relevante en la transición ecológica y en la búsqueda de una sociedad resiliente. No podemos seguir ignorando sus capacidades, los servicios ecosistémicos que ofrecen o su enorme potencial para crear empleo, al tiempo que permitimos la continua sangría demográfica y el deterioro de los servicios y derechos de las personas que permanecen o retornan.
Sumado a la crisis sanitaria y su derivada económica, la humanidad vive inmersa en una crisis ambiental sin precedentes con consecuencias mucho más devastadoras de lo previsto hasta ahora. La emergencia climática y el colapso de la biodiversidad nos exige actuar rápido, siendo la próxima década decisiva para generar cambios sistémicos que rompan la actual tendencia de degradación de la vida sobre el planeta. Los esfuerzos para frenar los peores impactos del cambio climático no se pueden llevar a cabo sin cambios radicales en nuestro modelo de sociedad, sin poner en cuestión la brecha urbano-rural, el crecimiento económico, estructuras de producción y de propiedad existentes.
Por eso, es fundamental conectar la defensa del clima y la biodiversidad con buenos hábitos de vida, para reinventar los pueblos, las ciudades, la relación pueblo-ciudad y proteger la biodiversidad y el clima, y para ello nuestras decisiones diarias en nuestra vida son una oportunidad de cambio para incorporar salud y cuidados. El pasado y actual éxodo rural, lo que se conoce como “España vaciada” ha supuesto y supone toda una crisis del territorio que tiene efectos ambientales graves en un contexto de calentamiento global.
Estamos ante una gran oportunidad. Con esta inversión en verde lograríamos afrontar los problemas del desequilibrio territorial y la pérdida de población en muchas regiones, al tiempo que reforzamos y hacemos más resilientes los sectores económicos que son fundamentales para el sostenimiento de la sociedad, sea por los servicios ambientales que aportan como por ser un eslabón clave en la producción de alimentos y otros bienes.
Es el momento de poner más recursos económicos para dar vida a quienes sostienen la vida.
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