7 años de la catástrofe nuclear de Fukushima
Por Kazue Suzuki y Shaun Burnie
En el séptimo aniversario del terremoto, tsunami y el accidente nuclear de Fukushima, nuestros pensamientos y nuestras más profundas condolencias continúan siendo para el pueblo de Japón.
Cada una de las decenas de miles de personas evacuadas tras el accidente nuclear en 2011 del reactor Fukushima Daiichi tiene una historia que contar. En el último trabajo realizado por Greenpeace en Fukushima hemos tenido el privilegio de escuchar la experiencia de la Sra. Mizue Kanno y de cómo los acontecimientos ocurridos hace siete años han cambiado su vida, la de su familia y la de miles de otras personas.
La Sra. Kanno era trabajadora social en Futaba, a menos de 10 km de la planta nuclear. Miles de personas fueron evacuadas a su distrito natal de Tsushima. Pero pronto fueron advertidos por hombres con máscaras antigás y ropa protectora que debían abandonar de inmediato la zona. La lluvia radioactiva de la planta nuclear, a unos 32 km de distancia, había depositado altos niveles de contaminación en esta zona montañosa de Namie.
La Sra. Kanno ahora vive en el oeste de Japón a muchos cientos de kilómetros de su casa en Fukushima. Es una víctima de la energía nuclear y se ha convertido en una activista decidida a contar su historia. Al igual que otros miles de personas evacuadas, se ha unido a las demandas presentadas contra Tokyo Electric Power Company (TEPCO), propietaria de la central nuclear, y el Gobierno japonés. Ambos han sido ya declarados culpables en múltiples procedimientos judiciales por no tomar medidas para evitar el colapso de los reactores nucleares. Y pueden esperar muchas más sentencias en contra.
Gracias al apoyo de la Sra. Kanno y de sus amistades y vecindario, Greenpeace ha podido realizar una amplia encuesta dentro de la zona de exclusión de Namie, publicada en nuestro informe “Reflecting in Fukushima”.
Aunque nuestro informe está lleno de microsieverts y millisieverts (unidades para medir las dosis de radiación), lo importante son las vidas, como la de la señora Kanno, su familia, amistades y vecinos.
Midiendo la radicación en miles de puntos alrededor de las casas, bosques y tierras de cultivo, ha quedado claro que se trata de un área que no debería abrirse al público durante muchas décadas. Sin embargo, el Gobierno abrió una arteria principal, la ruta 114, durante nuestra investigación en Namie. Una de las consecuencias es que las personas se detienen al pasar y visitan áreas con mucha radiación. En una de las casas, la radiación medida fue de más de 11 microsieverts por hora (μSv / h) a un metro de la misma, y de 137μSv / h a 10 centímetros. O sea, miles de veces por encima del nivel antes del accidente nuclear. Estos niveles suponen que la exposición anual máxima recomendada se alcanzaría en seis días. Sin embargo, dos personas estaban trabajando a 10 metros sin dosímetros ni ropa protectora. La Sra. Kanno y nuestros especialistas en radiación se acercaron a explicar por qué era necesario tomar precauciones ante semejante nivel de contaminación radiactiva.
En una zona de Obori, medimos la radiación a la que se expondría a un trabajador de descontaminación: 1 mSv / a en solo 10 días. Toda el área está contaminada a niveles variables que seguirán siendo una amenaza para el próximo siglo. ¿Cómo puede el gobierno pensar en abrir este área en 2023? Más importante aún, ¿por qué?
En realidad es simple: el Gobierno japonés está desesperado por reiniciar los reactores nucleares. Tener áreas de Japón cerradas a la presencia humana debido a la contaminación radiactiva es un obstáculo muy importante para sus ambiciones nucleares, ya que es un recordatorio constante para el pueblo de Japón de los riesgos y consecuencias de la energía nuclear.
Sin embargo, hay signos de cambio positivo. El mes pasado, un panel de expertos establecido por el Ministro de Relaciones Exteriores pidió una ampliación masiva en la instalación de energías renovables y advirtió sobre los riesgos de depender de las plantas de carbón y de la energía nuclear.
Esta semana viajaremos a Ginebra con madres evacuadas de Fukushima a la sesión del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. El Gobierno japonés ha estado bajo presión para detener sus violaciones de los derechos humanos de los evacuados de Fukushima. La semana pasada aceptó todas las recomendaciones en la ONU para respetar los derechos humanos de los ciudadanos de Fukushima.
La decisión del gobierno es importante, pero queda ver si pone en marcha sus compromisos con Naciones Unidas. El próximo 16 de marzo, la Sra. Kanno y otras personas evacuadas irán al Tribunal Superior de Tokio para escuchar la sentencia sobre Fukushima contra TEPCO y el Gobierno. Ese mismo día, una de las madres evacuadas, Akiko Morimatsu, junto con Greenpeace, intervendrá en Naciones Unidas para pedir al Gobierno japonés que aplique plenamente las recomendaciones de la ONU.
Aunque estemos a miles de kilómetros de distancia, estaremos con la Sra. Kanno en la corte en Tokio y ella estará con nosotros en Ginebra. El desastre nuclear de Fukushima ha destrozado vidas, pero también nos ha unido para evitar que un evento tan terrible vuelva a suceder y para conseguir la transición de Japón a un futuro energético seguro y basado en fuentes renovables.
Kazue Suzuki forma parte de la campaña de Energía en Greenpeace Japón, y Shaun Burnie es Especialista Nuclear Senior en Greenpeace Alemania.