Anteproyecto ley de residuos: ¿de nuevo una oportunidad perdida?
Esta semana el Consejo de Ministros y Ministras ha dado luz verde para iniciar el proceso de aprobación de una nueva ley de residuos. Sustituirá la actual ley de 2011, con la que fuimos muy críticos porque no permitía avanzar en materia de reducción y gestión de residuos. A día de hoy, el 82% de la basura doméstica se recoge mezclada, lo que imposibilita su posterior separación y gestión. Además, solo el 25% de los envases de plástico se recuperan para ser reciclados y gestionados adecuadamente.
El actual anteproyecto de ley responde a la necesidad de trasponer dos directivas europeas (UE 2018/851 sobre residuos y UE 2019/904 sobre plásticos de un solo uso), pero no va mucho más allá. De nuevo deja una sensación agridulce porque es muy poco ambicioso y dificulta llegar a una verdadera economía circular que precisamente en estos tiempos de crisis es lo que nos puede ayudar.
Entre las cosas destacables del anteproyecto:
- Prohibición de pajitas, cubiertos, platos, removedores de bebidas, bastoncillos de los oídos y palos de globos de plástico de un solo uso, además de plásticos oxodegradables o envases y vasos de poliestireno expandido.
- Además, los tapones de las botellas tendrán que ir unidos a las mismas.
- Los restaurantes tendrán la obligación de ofrecer agua del grifo, en vez de agua envasada.
- Se prohíbe la adición de microesferas de plástico a productos cosméticos y de higiene personal.
- Se contempla el desperdicio alimentario para que los alimentos en buen estado no se tiren.
- Los excedentes de juguetes, textil, electrodomésticos no se destruirán como hasta ahora se venía haciendo.
Entre los que echamos en falta:
- La directiva de plásticos de un solo uso de por sí, no establecía ningún objetivo de reducción de plásticos vinculante para los países miembros, pero resaltaba que esa reducción debería ser significativa. El Gobierno pretende aprobar unas tasas de reducción en la generación de residuos del 15% para 2030 con respecto a 2010, lo que es completamente insuficiente para considerarse significativa.
- La reutilización brilla por su ausencia en el anteproyecto.. Ello deja fuera de la norma la obligatoriedad de implantar un sistema de devolución y retorno de envases (SDDR) que podría ser la palanca de cambio del sistema de envases desechables que tenemos hoy en día a un sistema de envases reutilizables que minimicen la generación de residuos y mejoren su gestión. Para reutilizar es imprescindible contar con un SDDR.
- Establece una tasa económica para artículos desechables de plástico, pero su valor es mínimo si miramos lo que significa para cada envase (milésimas de céntimo). Repercutirá en los consumidores y no asegura la desincentivación de uso de estos envases de usar y tirar, como sí lo haría su prohibición explícita o la implantación de un sistema que fomente los envases reutilizables, incluso para comida para llevar.
- No se establece una tasa obligatoria y suficientemente alta que desincentive la incineración y el vertido, dejándolo en manos de las CCAA. El anteproyecto seguirá permitiendo la incineración de residuos, algo fuera de cualquier economía circular.
- Trata la obsolescencia programada de productos, pero de una forma tímida lo que hace dudar de su posible efectividad.
Esperamos que durante el trámite de la presente ley (consultas públicas y tramitación parlamentaria) que llevarán a la aprobación de la misma, no antes de junio de 2021, el texto del anteproyecto se pueda endurecer para ser mucho más ambicioso. También deseamos que el Gobierno no ceda ante el lobby de la industria plástica (envasadores, distribución y gestores de residuos) para diluirla y descafeinarla.
La emergencia climática debería ser una prioridad y tanto la producción, el consumo, como la gestión de residuos contribuyen a aumentar la generación de gases de efecto invernadero que están agravando cada día la crisis ambiental y climática. Deseamos y pedimos a nuestros responsables políticos no volver a perder una década, como ya sucedió con la aprobación de la actual ley de residuos, para subirnos al carro de la economía circular.
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