Entrada de blog por Greenpeace España - 01-07-2025


El modelo energético que defiende Greenpeace

La transición energética está en una encrucijada. Por un lado, la implantación de las renovables está avanzando a una velocidad sin precedentes en todo el planeta, y, por otro, esta mayor cantidad de energía limpia queda lejos de poder cubrir el imparable crecimiento de la economía y su derroche energético. Lejos de apostar por reducir la demanda en nuestro consumo (también la energética), nuestro actual modelo económico, basado en el crecimiento infinito del PIB, lanza señales de aumentar cada vez más la producción, con independencia de si esto responde a las necesidades reales de las personas y el planeta.

La transición energética ha empezado, pero queda gran parte por recorrer y hay enormes diferencias en su avance entre países y entre sectores. Ahí donde las renovables han entrado con fuerza, las emisiones han bajado de forma sustancial (por ejemplo, una bajada del 70 % de las emisiones del sector eléctrico en España en los últimos 15 años). Pero hay sectores, como el transporte, que se resisten tanto a las renovables, como a los cambios modales y a la electrificación, y siguen creciendo de forma sostenida a base de combustibles fósiles. 

Con este cóctel, la velocidad a la que va la transición es demasiado lenta comparada con la necesidad de reducir muy rápidamente las emisiones mundiales, como nos advertía un estudio científico recientemente: en sólo tres años vamos a agotar el presupuesto mundial de carbono si seguimos emitiendo al ritmo actual. Y lo que es peor: en vez de aumentar la velocidad de la transición, lo que hay son unas presiones cada vez mayores por parte de quienes no quieren que la transición se produzca para preservar su cuota de poder y de mercado.

Estamos en un serio riesgo de vuelta atrás si se imponen las presiones de quienes, uniendo intereses políticos de extrema derecha con los intereses económicos de las grandes compañías energéticas, pretenden resucitar una energía tan cara y peligrosa como la nuclear, mientras consolidan la dependencia del gas fósil. Y para ello no dudan en atacar con todas sus fuerzas a las únicas fuentes de energía que les pueden plantar cara: las renovables. Esto se ha visto muy claro a raíz del apagón, cuando ha surgido un coro de acusaciones infundadas contra las renovables, cuando aún nadie tenía ni idea de qué había pasado en realidad.

En ese contexto, la Fundación Renovables nos propuso adherirnos a un manifiesto en defensa de las energías renovables, para hacer ver que existen voces de distintos sectores que siguen apostando por la solución renovable frente a esos intentos de involución en la transición energética. Greenpeace ha decidido adherirse al manifiesto por varias razones:

  1. En primer lugar, porque hay que estar con quienes defienden la transición, frente a quienes la quieren destruir; frente a los intereses nucleares, fósiles y del oligopolio energético.
  2. En segundo lugar, porque Greenpeace ha sido pionera en demostrar la viabilidad de un sistema energético 100% renovable, y ahora que muchas más voces —y más— diversas de la academia, el sector privado, el tercer sector…, se suman a este concepto, indudablemente Greenpeace tiene que estar ahí.
  3. Y en tercer lugar, porque estamos de acuerdo con todo lo que dice el manifiesto. Lo cual no significa que el manifiesto recoja todo lo que piensa Greenpeace sobre la transición energética, y por eso aprovechamos la oportunidad para recordarlo aquí.

El modelo energético que defiende Greenpeace es 100 % renovable, eficiente, inteligente, suficiente, justo, democrático y en armonía con la naturaleza. Vamos a explicar cada uno de esos conceptos:

100 % RENOVABLE

Cien por cien renovable significa que todas las fuentes de energía que necesitemos han de ser renovables y, por tanto, quedan excluidos todos los combustibles fósiles y la energía nuclear. Afortunadamente, hay muchas fuentes de energía renovables que nos dan distintos servicios. Algunas de ellas, como la energía eólica y la solar fotovoltaica, se han desarrollado muy rápido y han conseguido tener un coste menor que todas las demás fuentes de energía, renovables o no renovables.

Gracias a ellas, la mayor parte de la electricidad que se consume hoy en España es de origen renovable. Pero tan importante como la cantidad de energía que nos proporcionan es el cómo y el dónde han de desarrollarse. Greenpeace defiende que las energías renovables deben desarrollarse siempre desde el respeto a la biodiversidad y a las personas que habitan en los lugares que acogen los proyectos. Para ello, deben limitarse a aquellas zonas que sean ambientalmente compatibles y deben contar con la participación de la sociedad para decidir y beneficiarse de los proyectos. Además, siempre que sea posible, deben aprovecharse los lugares ya antropizados y lo más cercanos posible a los lugares donde se va a consumir la energía.

EFICIENTE

Nuestro modelo es eficiente porque trata de utilizar solo la energía necesaria para satisfacer los servicios que necesitamos. La eficiencia energética permite cubrir los mismos servicios consumiendo menos energía, la mínima posible. Esto aplica a todos los eslabones de la cadena del sistema energético: desde la forma de obtener la energía, a la de transformarla, transportarla, distribuirla y consumirla.

El vector más eficiente es la electricidad, y al electrificar podemos conseguir que un servicio que utiliza combustible pase a utilizar energía renovable, a través de la electricidad. Otros vectores como los combustibles sintéticos (a base hidrógeno renovable) o algunos biocombustibles de residuos podrían —si se hace bien— proporcionar energía para algunos servicios. Pero este tipo de soluciones son, por mucho, menos eficientes que usar energía eléctrica directamente, por la energía que se pierde en cada transformación. 

La eficiencia, junto con la reducción de la demanda, son las grandes olvidadas de la transición energética a pesar de ser esenciales para garantizar mayor rapidez y menores costes para la transición (hay que transformar menos servicios energéticos hasta descarbonizar) así como una menor ocupación territorial y extracción de minerales, para la misma reduciendo así su impacto sobre la biodiversidad. 

Hemos calculado que, a través de medidas de eficiencia, es posible reducir la demanda de energía en España a la mitad (-55 %) sin renunciar a ningún servicio. Apostamos por priorizar la reforma energética de los hogares y por la promoción del transporte público frente al coche de uso individual, como palancas transformadoras de sectores que aún están muy lejos de su descarbonización.

Y hay otra capa de eficiencia que buscamos: la económica. La transición puede reducir sustancialmente los costes sociales, económicos y ambientales del uso de energía. Es importante una gestión eficiente de la transición, no tanto con el objetivo de maximizar beneficios de las empresas, sino la prosperidad de todo el mundo garantizando el acceso universal a los servicios energéticos necesarios para sostener la vida dentro de los límites planetarios.

INTELIGENTE

La inteligencia en el sistema tiene varios niveles. Por un lado, desde el punto de vista tecnológico, un sistema energético inteligente permite integrar los distintos elementos (el transporte, los edificios, la industria, etc) automatizando procesos para que funcionen de la forma más eficiente: redes inteligentes, ciudades inteligentes, transporte inteligente, etc. 

Pero la verdadera inteligencia, que es la más escasa, va mucho más allá y debe estar presente en las decisiones políticas, económicas y de organización de la sociedad. La tecnología marca los límites de lo posible pero, lo que hace que ocurran los cambios necesarios son las personas y sus organizaciones sociales. Es más: es imprescindible la colaboración de todas las partes de la sociedad para el cambio que nos espera. Un cambio que puede ser muy positivo para todo el mundo pero que requiere de voluntad social y política.

SUFICIENTE

Uno de los puntos para los que esto es especialmente cierto es la introducción de medidas de suficiencia. Ésta va más allá de la eficiencia: se trata de asegurar que todo el mundo tiene acceso a los servicios energéticos necesarios para sostener la vida pero manteniéndonos dentro de los límites planetarios. Supone limitar o evitar todas aquellas actividades consumidoras de energía que sean derrochadoras, innecesarias o incluso dañinas para las personas y el medio ambiente como, por ejemplo, la moda rápida, las macrogranjas o toda la cadena de valor de los combustibles fósiles y nuclear.

Se trata por tanto, de fomentar un diálogo social sobre qué es imprescindible para sostener la vida, qué no, qué debe transformarse y cómo acompañar a las comunidades que dependen para su sustento de las actividades dañinas y que deberían desaparecer para garantizar su prosperidad en la transformación.

JUSTO

Este último elemento introduce el criterio de que el sistema energético y la transición tienen que ser justos. Tienen que tener en cuenta los derechos y necesidades de quienes han dependido laboral o económicamente de las viejas energías o actividades que tienen que desaparecer. Y debe tener en cuenta, y contribuir a reducir, las desigualdades que existen en la sociedad, para no dejar a nadie atrás.

Existen numerosos ejes de desigualdad donde un nuevo paradigma energético basado en energías renovables autóctonas y la participación ciudadana puede ayudar a disminuir desigualdades: campo-ciudad, Norte-Sur Global, clase, etc… Las renovables han de desplegarse de forma que todo su potencial positivo, para la biodiversidad y las personas, llegue a materializarse y, además, a repartirse de forma justa.

Es imprescindible que nadie ponga sus beneficios económicos por encima de las personas y el planeta, ni siquiera en el necesario desarrollo de las energías renovables.

DEMOCRÁTICO

Y debe ser democrático, a diferencia del actual sistema energético, controlado por un oligopolio de grandes empresas. Es la sociedad que utiliza la energía la que tiene que decidir cómo quiere configurar el sistema energético, cómo usar, producir, almacenar e intercambiar energía para satisfacer sus necesidades dentro de los límites planetarios. Dado el rol fundamental de las personas y sus decisiones (políticas, económicas, de consumo, vitales, …) en la transición, una participación ciudadana significativa en todos los ámbitos es fundamental. 

Soluciones como el autoconsumo compartido y las comunidades energéticas son piezas clave de un sistema energético democrático, en el que no caben oligopolios. Y tienen que servir de inspiración para los modelos de participación ciudadana reforzada en proyectos renovables corporativos. 

Una de las mejoras que introduce la transición está en dejar de importar combustibles fósiles y uranio desde terceros países. Nos proporciona independencia energética y protección frente a los vaivenes de los precios internacionales de los combustibles y, al mismo tiempo, dejamos de externalizar a países empobrecidos el impacto devastador de la extracción, transformación y transporte de petróleo, gas, carbón y uranio que hoy usamos para abastecer nuestra industria y hogares.

Y EN ARMONÍA CON LA NATURALEZA

La implantación de las energías renovables es crucial para lograr el abandono de los fósiles y la nuclear, principales causantes de la crisis climática. Pero esto no significa que puedan implementarse sin ninguna precaución aunque sus beneficios sean muchos.

Es clave una planificación territorial bien hecha que priorice la implantación en zonas antropizadas, prohíba el despliegue renovable en zonas protegidas y de máxima sensibilidad ambiental así como en las de especial interés para la soberanía alimentaria. Si esto se acompaña con la prohibición de las actuales malas prácticas, una participación ciudadana significativa y un reparto justo de los beneficios con las comunidades locales, las energías renovables pueden contribuir a dar una respuesta sinérgica a las crisis climática, social y de biodiversidad. Todo esto combinado con la eficiencia y la suficiencia energéticas.

Greenpeace va a seguir trabajando junto con todos aquellos aliados que compartan el objetivo de una transición rápida para haber alcanzado en 2040 el modelo energético que defendemos. 

Área de Clima, Energía y Movilidad de Greenpeace España


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Comentarios

3 comentarios
Hugo 03/07/2025

Hasta que no consigamos que el Transporte sea eléctrico poco cambiará nuestra situación futura, la cual es muy oscura.

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Angel 09/07/2025

Me temo que desde Greenpeace estáis contribuyendo a exagerar enormemente la idea de que el aumento del CO2 es algo catastrófico y ,hasta ahora, los hechos no nos dicen eso. La predicciones catastrófistas que se han hecho desde los años 90 han fallado estrepitosamente. El problema es que con ello, sin buscarlo, estáis promocionando la energía nuclear y la represión energética de los países menos desarrollados. En vuestra página web dedicáis mucho mucho espacio al dichoso CO2 y muy poco a infomar sobre Fukushima, los efectos de la radiación en Japón, la liberación de aguas contaminadas, etc. Comparto con vostros que hay que ir a un 100% de renovables, pero entiendo que de forma transitoria hay que defender el gas frente a la nuclear, ya que el CO2 no es, ni de lejos, tan peligroso como nos quieren hacer creer. Saludos

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mamba verde 13/07/2025

Es un modelo del que desgraciadamente se lucran las propias electricas . Absorviendo en la comercialización la energía que les llega de las renovables . Esto supone que l@s recolectores-as de electricidad continúen alimentando las eléctricas . Suponiendoles a las eléctricas un mayor benefició económico . Esto también tiene su lado equitativo para la población y es que las formas de conseguir energías se vaya volviendo más limpia y barata . La energía renovable es una realidad innegable , la cual la están manipulando en el benefició de unas compañias electricas , a las que hay por delante un camino de compromisos que respeten el medio y sus moradoras-es .
¿ Guerras ? , NO .

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