Ayer, mientras seguía la votación del Parlamento Europeo sobre la Directiva de Renovables, me vino a la mente el chiste de la persona que llama al 112 alertando de que todos los conductores, menos él, están circulando en sentido contrario por la autopista. Justo lo mismo que hizo el PP español. Contra todos, a favor del impuesto al sol.

Los eurodiputados españoles conservadores pidieron, y consiguieron, que se pudieran votar de forma separada algunos temas, en lugar de votarlos en el conjunto del paquete de enmiendas. ¿Para qué? Para desmarcarse en su voto.

Mientras el resto de grupos, incluidos los conservadores, de todos los demás países votaban a favor de eliminar el “impuesto al sol” y los cargos sobre el almacenamiento de la electricidad, de impedir cambios retroactivos en la retribución de las energías renovables y apoyaban el autoconsumo compartido entre varios usuarios (estén estos dentro de un mismo edificio o en la misma zona residencial o comercial), los eurodiputados españoles del PP votaban para defender lo contrario.

Una postura indefendible, tengas el color político que tengas. Tal y como se ha demostrado con el aislamiento al que les han sometido sus propios compañeros europeos y que afortunadamente ha frustrado sus pretensiones de defender en Europa el doble sin sentido español del “impuesto al sol” y el hachazo a las renovables.

Y no es de extrañar este aislamiento cada vez mayor: el derecho al autoconsumo y a un trato justo son derechos de toda la ciudadanía, independientemente de la ideología, que tengas. No tiene sentido luchar contra un derecho que además beneficia la salud del planeta. Lo que cabría esperar de nuestros representantes políticos es que lo reconozcan y habiliten herramientas para que podamos ejercerlo. Esto es lo que se ha intentado hacer, aunque con limitaciones y de forma muy mejorable, ayer en el Parlamento Europeo. Una pena que un puñado de eurodiputados españoles prefirieran seguir conduciendo en dirección contraria al derecho al autoconsumo.