Entrada de blog por Nanqui Soto - 22-08-2025


Incendios forestales: por qué se producen y cómo se evitan

El verano más devastador de este siglo. España se ha convertido en el epicentro europeo de los incendios forestales, según datos de Copernicus. Las llamas han golpeado con especial dureza especialmente en Ourense, Lugo, Zamora, León y Cáceres con un balance desolador: casi 400.000 hectáreas arrasadas en lo que ya es el peor año de las últimas tres décadas (EFFIS).

Estamos ante una emergencia ambiental y un problema de seguridad nacional. Las cifras hablan por sí solas: en lo que va de mes, cuatro personas han fallecido, en torno a 30.000 han tenido que abandonar sus casas, pueblos enteros han quedado confinados, y el fuego ha destruido viviendas, negocios, infraestructuras, patrimonio cultural y natural, además de provocar un colapso en servicios básicos y una pérdida incalculable de biodiversidad.

Los campos, los montes o los paisajes no arden de manera espontánea. Alguien prende la llama, muchas veces de manera no intencionada (maquinaría, descuidos, falta de mantenimiento de los tendidos eléctricos…), pero este verano hemos visto una clara intencionalidad: hay nueve personas detenidas y ocho investigadas por la Policía Nacional y 33 detenidas y 85 investigadas por la Guardia Civil. Es vital seguir mejorando la capacidad de las fiscalías de investigar estos delitos y llevar a los culpables ante la justicia.

Una vez prendida la llama se activa el cóctel explosivo. Vemos que cada temporada los incendios son más voraces, avanzan con una rapidez incontrolable y ponen a prueba incluso a los equipos más preparados.

Frente a esta realidad, la lección es clara: no basta con multiplicar los medios de extinción, hay que apostar por la prevención y la gestión del territorio buscando la adaptación de los paisajes agrícolas, ganaderos y forestales más resilientes a los nuevos escenarios climáticos.

¿Por qué arden los paisajes forestales?

La explicación no es sencilla. En primer lugar, los diferentes territorios del Estado español tienen climas y tipos de vegetación muy diversos. Los incendios forestales son el resultado de una combinación de cinco factores fundamentales: el abandono del medio natural y la actividad en el entorno natural; el cambio climático; la falta de inversión y/o políticas de recortes en el sector forestal; la configuración en las últimas décadas de una zona de alto riesgo, la interfaz urbano-forestal; y la pervivencia del uso del fuego y la alta intencionalidad en el origen de los incendios.

  • El éxodo rural ha configurado un paisaje altamente vulnerable. Este proceso se ha traducido en la lenta desaparición de las prácticas agrícolas y silvoganaderas en muchos territorios de la España interior. El abandono de muchas propiedades y montes ha transformado paisajes, antaño altamente intervenidos (cultivos, pastos, carbón vegetal y montes con presencia de ganado), en superficies que se han regenerado con matorral y arbolado pero sin gestión, que se muestran muy vulnerables al fuego.

  • El cambio climático no origina los incendios, pero los agrava y multiplica hasta convertirlos en episodios más frecuentes, intensos y difíciles de controlar. A las sequías, propias del clima mediterráneo, se suman el aumento de las temperaturas medias y la frecuencia e intensidad de las olas de calor que incrementan el riesgo de incendio forestal debido a la menor humedad del suelo y la vegetación y una situación prolongada de estrés hídrico en los montes. En caso de incendio, esto convierte la vegetación en un combustible altamente inflamable.

  • El gran recorte en los presupuestos destinados al sector forestal ha debilitado la capacidad de prevención y respuesta. Aunque estas medidas no explican el origen del fuego, sí aumentan la virulencia y dificultan su extinción.
  • La proliferación de viviendas, urbanizaciones e infraestructuras en contacto con la superficie forestal, lo que en el argot se llama “interfaz urbano-forestal”, provoca que estas zonas estén sometidas a una vulnerabilidad extrema en caso de incendio. 

  • Las causas directas de muchos incendios son humanas: negligencias y accidentes (colillas, barbacoas, maquinaria agrícola y forestal, vertederos o tendidos eléctricos mal mantenidos) y también incendios intencionados, cuya motivación no siempre está clara. Asimismo, la pervivencia de una “cultura del fuego” en el medio rural, donde históricamente se ha utilizado para limpiar o regenerar pastos, aumenta la siniestralidad. 
Una vecina apagando un incendio en Santa Baia de Montes - Cualedro
14 agosto 2025. Santa Baia de Montes – Cualedro. Incendios forestales. Greenpeace/Miguel Riopa.
Cómo evitar los incendios forestales

Ante un problema complejo y poliédrico no hay respuestas únicas simples. Lo que puede funcionar en algunos casos no vale para otros. Dada la enorme diversidad de paisajes forestales y situaciones no hay recetas, hay herramientas ya demostradas para reducir los riesgos y estar preparados. La prevención es la solución. 

  • Reducir emisiones: abandonar los combustibles fósiles y exigir a las grandes empresas contaminantes que paguen por los daños que generan.
  • Mejorar las condiciones del sector forestal vinculado al territorio: facilitar la actividad económica de la población rural para fijar población al tiempo que se adaptan los montes al nuevo escenario climático. Una vía debe ser la de incrementar los presupuestos destinados a gestión preventiva. Otra la de abordar una reforma fiscal que favorezca la agrupación de la propiedad forestal que haga posible la rentabilidad de las explotaciones. 
  • Gestión agrosilvopastoral: no se trata de “limpiar montes” sino de gestionarlos, lo que significa buscar diferentes modelos de paisaje en función de los riesgos y utilizar diferentes herramientas para aumentar las discontinuidades en el territorio, como son la ganadería extensiva, los desbroces de matorral en algunas zonas, quemas controladas por profesionales, gestión forestal, utilización de biomasa local para usos domésticos y energéticos a baja escala, conservación de rodales maduros, etcétera.
  • Planificación urbanística responsable: dejar de construir viviendas en zonas de alto riesgo, y evitar los diseños de setos y jardines con especies muy inflamables, como las arizónicas.
  • Cultura preventiva y de autoprotección: formar a la población rural y urbana en cómo prevenir y reaccionar frente a los incendios.
  • Más recursos públicos en prevención: no basta con pedir más medios de extinción. La prevención no debe circunscribirse al verano; aunque menos mediáticos, los incendios ocurren todo el año, incluso en invierno. Por eso necesitamos equipos forestales que trabajen y vigilen permanentemente, y en condiciones laborales dignas.

Los incendios forestales son hoy la señal más extrema y dolorosa de cómo el cambio climático arrasa nuestro territorio, y se han convertido en un problema estructural.

Desde hace años, los montes españoles son espacios más calientes, secos, inflamables y abandonados, lo que obliga a conseguir paisajes más resilientes. La única salida es clara: gestionar el territorio, reducir emisiones y asumir la prevención como política prioritaria. De lo contrario, España seguirá ardiendo.

Bomberos apagando un incendio forestal en Ourense.
14 agosto 2025. Incendios en Santa Baia de Montes – Cualedro (Ourense, España). Greenpeace/Miguel Riopa.
Nanqui Soto - autor del blog.
Nanqui Soto
Licenciado en Biología por la Universidad Complutense de Madrid, Postgrado en Ordenación del Territorio por la Universidad Politécnica de Valencia y Diplomado en Educación Ambiental por la UNED. Responsable de las campañas de Bosques y Empresas y DDHH en Greenpeace España. Bluesky: @nanquisoto.bsky.social
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Comentarios

1 comentario
Francisco blanc 22/08/2025

La culpa de los incendios la tiene la PROHIBICIÓN Y LA FALTA DE INDUSTRIA SILVICOLA que impide la explotación y limpieza de los bosques hoy transformados n en selvas secas e impenetrables, meros depositos de combustible vegetal. Por ejemplo el boicot de Greenpeace a la implantación de la fabrica de tratamiento de celulosa Altri en nuestra Galicia de los incendios. También la prohibición de centrales termicas de biomasa y de plantas de biogas o la desaparición de la industria de serrerias por culpa de las regulaciones medioambientales restrictivas. No se queman los “paisajes” como dicen ustedes sino los bosques abandonados a causa de planes urbanisticos que prohiben en ellos cualquier actividad humana rentable. La grstion forestal no consiste en vestir a los funcionarios de alegres campesinos con boinas pintorescas para que limpien los “paisajes forestales”. En cuanto a las viviendas, les recuerdo que en España no se construyen viviendas ni en los bosques ni fuera de ellos, motivo por el que ni los jovenes ni los viejos encuentran vivienda ni aunque se vayan a vivir a los bosques con caperucita.

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